Después de una dura campaña marcada por la pandemia de coronavirus, este martes se celebran las elecciones en Estados Unidos. El presidente republicano Donald Trump buscará la reelección, junto a su actual vicepresidente Mike Pence. El Partido Demócrata, en tanto, intentará volver al poder de la mano de Joe Biden, y su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris.
Por Lucas Goyret / infobae.com
Si bien el principal foco estará puesto en quién será el 46° presidente norteamericano, en la jornada de hoy también se decidirá la composición de gran parte del Congreso, una decena de gobernadores y algunas iniciativas populares.
Tras una campaña marcada por la pandemia de coronavirus, en la que quedaron expuestas dos visiones muy diferentes de país, el actual mandatario, a quien las encuestas lo muestran rezagado respecto a su rival demócrata, aseguró el lunes que ganará los comicios pese a “esas encuestas falsas”. Biden, por su parte, llamó a los electores a terminar “con el caso” de Estados Unidos.
A continuación, las diez claves para entender las elecciones de este martes.
¿Qué se vota?
Tal y como establece la Constitución, el primer martes de noviembre cada cuatro años se celebran elecciones presidenciales. Los votantes elegirán a su nuevo jefe de Estado entre el actual mandatario, el republicano Donald Trump, y el candidato demócrata, Joe Biden, pero también se decide la composición de gran parte del Congreso, una decena de gobernadores y algunas iniciativas populares.
En la Cámara de Representantes se renovarán los 435 escaños. Actualmente, los demócratas cuentan con mayoría (237-197). Nancy Pelosi, presidenta del recinto, ya anunció que buscará seguir al frente. De acuerdo a los sondeos nacionales, el Partido Demócrata podría ampliar esa mayoría.
Además de buscar la reelección de Trump, la segunda gran batalla de los republicanos será mantener su mayoría en el Senado, al que controlan actualmente con un estrecho margen de 53-47. En estos comicios se renovarán 35 de los 100 senadores; de esos 35, 23 están en manos republicanas.
El control del Senado es determinante para una presidencia: si Trump es reelegido podría confirmar a sus nominados y asegurar una barrera contra proyectos de ley de Pelosi. Sin esa mayoría, Biden podría enfrentarse a un posible muro de oposición a su agenda, si es que llega a la Casa Blanca.
El índice de encuestas del reconocido portal FiveThirtyEight indica que hay un 76% de posibilidades de que el Senado quede en manos demócratas. De todas formas, también es importante la diferencia: si Joe Biden gana y tiene más de 53 senadores, le da el margen para proponer sus políticas sin verse afectado con la eventual abstención de los senadores más centristas.
Con la cámara alta dividida ahora en 53 republicanos y 47 demócratas, tres o cuatro escaños determinarán el control del Senado, dependiendo de qué partido gane la Casa Blanca. El vicepresidente tiene el voto de desempate.
Por su parte, los norteamericanos también elegirán a los gobernadores de 11 de los 50 estados del país: Missouri, Montana, Carolina del Norte, Nuevo Hampshire, Virginia Occidental, Delaware, Indiana, Dakota del Norte, Utah, Vermont y Washington.
Iniciativas curiosas que se votarán a nivel estatal
Mientras eligen a su próximo presidente y a gran parte del Congreso, los votantes también decidirán en los comicios de hoy sobre decenas de propuestas curiosas a nivel estatal.
En California se votará la proposición 18 que, en caso de ser aprobada, sería el primer paso para que los jóvenes de 17 años puedan votar en las elecciones primarias de cada proceso electoral. Esto, siempre y cuando antes de los comicios generales cumplan los 18 años.
En ese mismo estado se votará la propuesta 17, que tiene como objetivo permitir que las personas en libertad condicional voten y que puedan postularse para cargos públicos. A través de la proposición 20, además, las autoridades estatales buscarán incrementar las multas por hurto.
Texas, en tanto, votará la propuesta 4 sobre la construcción del muro en la frontera con México. “Texas debe apoyar la construcción de una barrera física o muro y el uso de equipo de vigilancia de defensa existente a lo largo de toda la frontera sur del estado”, señala el texto propuesto que busca un apoyo explícito al muro de Trump.
Los votantes de cuatro estados (Dakota del Sur, Nueva Jersey, Arizona y Montana) decidirán si legalizan el uso recreativo de la marihuana, mientras que en Florida se votará la subida progresiva del salario mínimo de 10 dólares la hora en 2021 a 15 dólares la hora en 2026.
¿Cómo es el sistema electoral?
Cualquier ciudadano norteamericano mayor de 18 años que se haya registrado previamente puede participar en las elecciones. A diferencia de otras democracias, el sistema electoral en Estados Unidos es indirecto. Si bien en las papeletas figuran los nombres de los candidatos -en este caso Trump y Biden-, los votantes eligen a los representantes de su estado en el Colegio Electoral, que es el órgano encargado de designar al presidente y el vicepresidente.
Es decir, una victoria en el voto popular no le asegura al candidato su llegada a la Casa Blanca. En 2016, por ejemplo, la demócrata Hillary Clinton cosechó casi tres millones más de votos que Trump. Pero eso no lo alcanzó, ya que logró 227 votos electorales, frente a los 304 de Trump.
Los votantes eligen a los 538 miembros del Colegio Electoral, que son los encargados de elegir al presidente. El candidato necesita al menos 270 de esos electores para ganar la elección. Cada estado tiene asignado un número fijo de electores, proporcional a su población, y a los congresistas y senadores que envía al Congreso: California es el que más aporta, con 55, mientras que Alaska, Delaware, Montana, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Wyoming y Vermont sólo contribuyen con tres electores.
La mayoría de delegados respetan la regla del “winner-takes-all” (“el ganador se lleva todo”) y conceden todos los votos de su estado al candidato que logra la mayoría absoluta en los votos populares. Por ejemplo, si en California Biden le llega a ganar a Trump -o viceversa-, se quedará con los 55 electores de ese estado. Las excepciones son Maine y Nebraska, que distribuyen sus siete votos de forma proporcional.
Texas (38), Florida (29) y Nueva York (29) son otros de los estados con el mayor número de electores.
Estados bisagra o “swing states”
La mayoría de los estados están decididos antes de las elecciones, ya sea por los márgenes que indican las encuestas o por su historial electoral. Es el caso de California para los demócratas o Tennessee para los republicanos. No obstante, hay una serie de estados considerados indecisos, o también conocidos como bisagra o “swing states”.
Se trata de un puñado de estados que fluctúan elección tras elección, aunque no siempre son los mismos. Los candidatos suelen dedicar todos sus esfuerzos en conquistar esos estados durante la campaña. Por ese motivo, el lunes los demócratas Biden y Harris cerraron la campaña en diferentes puntos de Pensilvania para atraer la mayor cantidad de votos indecisos. Trump, en tanto, cerró la campaña con cinco mítines en cuatro estados bisagra: Carolina del Norte, Pensilvania, Michigan y Wisconsin.
A priori, se considera que los demócratas tienen ganado California (55), Nueva York (29), Nueva Jersey (14), Illinois (20), Nevada (6), Hawaii (4), Oregon (7), Washington (12), Colorado (9), Nuevo México (5), Massachusetts (11), Virginia (13), Maryland (10), Delaware (3), Rhode Island (4), Connecticut (7), el Distrito de Columbia (3), Vermont (3) y Maine (4).
Para los republicanos la tendencia es favorable en Texas (38), Tennessee (11), Kentucky (8), Indiana (11), Ohio (18), Iowa (6), Carolina del Sur (9), Missouri (10), Kansas (6), Louisiana (8), Alabama (9), Dakota del Norte (3), Dakota del Sur (3), Wyoming (3), Idaho (4), Arkansas (6), Alaska (3), Oklahoma (7), Mississippi (6), Utah (6), Virginia Occidental (5), Montana (3), y Nebraska (5).
Ante este escenario, los estados bisagra en estas elecciones son Arizona (11), Florida (29), Georgia (16), Michigan (16), Minnesota (10), Carolina del Norte (15), Pensilvania (20) y Wisconsin (10).
Florida -con un gran caudal de voto latino- es el estado clave por excelencia. En 2016 votó por Trump, en 2008 y 2012 por Barack Obama, en 2004 y 2000 por George Bush hijo, en 1996 por Bill Clinton o en 1992 y 1988 por George Bush padre. En el 2000, de hecho, tras un recuento que duró semanas, entregó la Casa Blanca a Bush por unos 500 votos. Los recuentos -como el de Bush- suelen ser muy ajustados, y el ganador se lleva 29 compromisarios, el premio más grande entre los estados clave. De hecho Trump se impuso hace cuatro años sobre Hillary Clinton por apenas 1,2 puntos (113.000 votos).
Pensilvania, Michigan y Wisconsin eran un seguro de vida para los demócratas gracias al voto afroamericano urbano y a la clase trabajadora blanca. Hasta 2016, Wisconsin había votado demócrata en las siete anteriores elecciones presidenciales, mientras que Michigan y Pensilvania en seis. Pero Trump apostó fuerte en 2016 (incluso cerró su campaña en Michigan), apeló al voto rural y a la clase trabajadora blanca afectada por el cierre de industrias y los ganó por apenas 80.000 votos. Pese al estrecho margen, y como consecuencia del sistema indirecto, la victoria en esos tres estados le permitió sumar 46 compromisarios que allanaron su camino a la Casa Blanca.
Con características parecidas a los tres anteriores, aunque aún más demócrata, Minnesota fue el cuarto estado que Trump se puso entre ceja y ceja conquistar en 2016. No le alcanzó por poco, ya que Hillary ganó con apenas un punto y medio de ventaja. Pero en los últimos años el estado ha girado hacia la derecha, especialmente en las grandes áreas rurales y mineras del oeste y el norte, donde el actual presidente obtuvo un gran caudal de votos.
En la otra cara de la moneda aparecen Georgia y Arizona: estados que parecían garantías para los republicanos, pero que los cambios demográficos (una gran migración desde estados más progresistas combinada con la movilización del voto joven y de minorías) hacen nada descabellado que los demócratas puedan hacerse con ellos. En los últimos comicios, el mandatario republicano venció en los dos estados.
Otro que integra la lista de estados bisagra este año es Carolina del Norte. Aunque históricamente se ha inclinado hacia la derecha, votó por Obama en 2008 o por Jimmy Carter en 1976. En 2016 optó sin mucho entusiasmo por Trump y una alianza entre los afroamericanos y los votantes moderados a favor de Biden pondría en peligro sus 15 compromisarios para el presidente.
¿Cómo influyó la pandemia en la campaña?
Sin dudas que la campaña y el proceso electoral en Estados Unidos estuvo muy marcado por el coronavirus desde su irrupción en marzo. A principios de año, con una economía que venía floreciendo y registrando varios récords, todo indicaba que Trump se encaminaba tranquilo a la reelección. Pero la pandemia no sólo golpeó de lleno al país, sino además trastocó todos los pronósticos. En nueve meses, Estados Unidos pasó del pleno empleo a tener una tasa de paro de 7,9% en septiembre, con un pico de 14,7 en abril.
De acuerdo a los datos de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos registra más de 9.200.000 casos de coronavirus, y 231.000 muertos, siendo el país más afectado del mundo por la pandemia.
Desde el comienzo de la pandemia, y pese a las críticas de los demócratas, Trump optó por no aplicar estrictas medidas de confinamiento para evitar un gran daño a la economía, lo que le valió fuertes disputas contra gobernadores que sí apelaron al confinamiento para contener la propagación del virus. El choque de posturas también se produjo con el jefe de los epidemiólogos de la Casa Blanca, Anthony Fauci, quien ha sido muy crítico de la gestión del mandatario contra la covid-19. El republicano también fue señalado por haber organizado grandes mítines de campaña sin estrictos protocolos de seguridad sanitaria, como por ejemplo el uso de mascarillas.
El 1 de octubre Trump anunció que contrajo coronavirus, por lo que se paralizó la campaña. Durante los nueve días en los que estuvo bajo tratamiento, cuatro de ellos en el hospital, Biden acaparó el terreno y aprovechó para visitar estados clave. Tras haberse declarado inmune de la covid-19, se canceló el segundo debate entre ambos candidatos previsto para el 15 de octubre, porque el presidente se negó a participar en formato virtual. El tercer y último duelo verbal de la campaña, en cambio, se realizó tal lo planeado el 22 de octubre. Allí Trump asumió su parte de la responsabilidad sobre el manejo de la pandemia, pero volvió a apuntar directamente por el coronavirus a China y afirmó que la vacuna “está en camino” y será anunciada “en semanas”. Además, acusó a su rival demócrata de querer “cerrar el país” en caso de llegar a la Casa Blanca.
Ante este panorama de pandemia, el voto por correo pasó a ser la nueva clave de la campaña.
Voto por correo: récord y polémica
Con el objetivo de evitar asistir a centros de votación abarrotados, en los últimos días se registró un incremento masivo en votos por correo y votos adelantados. Los datos recolectados por el U.S. Elections Project de la Universidad de Florida indicaron que hasta la mañana del domingo votaron anticipadamente el 66.8% de todos los electores que votaron en 2016, incluidos el voto anticipado y los que votaron el día de la elección hace cuatro años.
Según detallaron las autoridades, entre el total de los anticipados (93.131.017), 59 millones fueron por correo y 34 millones en persona.
El proyecto de la universidad, que se ha convertido en referencia para el monitoreo de la votación anticipada, detalla la afiliación política de los sufragios ya emitidos: 45,6% de votos registrados como demócratas, 30,3%, como republicanos, 0,7% de otros partidos y 23,4% sin afiliación política.
Este sistema de votación también ha sido tema de debate luego de que Trump asegurara que podría resultar en un fraude electoral. En julio, a través de sus redes sociales, el presidente norteamericano cuestionó la integridad del voto por correo, y sostuvo que las de este año serían las elecciones “más inexactas y fraudulentas de la historia”. “Los buzones van a ser robados, las papeletas serán falsificadas e incluso impresas ilegalmente y firmadas de forma fraudulenta”.
¿Cuándo se conocerá al ganador?
Es difícil -casi imposible- determinar cuándo sabremos quién ganó la carrera presidencial. Con este método de votación, el conteo de sufragios podría ser relativamente lento. Algunos estados adelantaron que podrían reportar sus resultados la noche del 3 de noviembre; en otros, en cambio, podría tomar más tiempo.
Casi la mitad de los estados aceptará boletas que lleguen por correo durante unos días después de la elección, siempre y cuando hayan sido enviadas antes de la fecha límite.
Los resultados preliminares en algunos estados clave podrían dar suficiente información para estimar quién sería el ganador. Sin embargo, los medios de comunicación tendrán especial cuidado al proyectar ganadores porque esos resultados preliminares podrían no ser suficientes para contar con un panorama completo.
Este lunes, en el cierre de su campaña, Trump adelantó que intentará que el recuento finalice el mismo martes, y advirtió que tiene listo a su equipo de abogados para concretar su cometido ante los jueces: “No creo que sea justo que tengamos que esperar mucho tiempo después de las elecciones”.
¿Cómo llegan los candidatos de acuerdo a las encuestas nacionales?
El promedio de encuestas del sitio especializado Real Clear Politics le da una ventaja de 7,8% a Biden, a quien le asignan 51% de los votos contra 44% para el presidente Trump. El sitio especializado FiveThirtyEight, en tanto, le da una ventaja de nueve puntos al demócrata. Esa ventaja es más del doble de la que tenía Hillary Clinton sobre el actual mandatario en 2016 (45,5% a 41,7%).
Pero el foco también está puesto en los sondeos estatales. Según Real Clear Politics, en cinco de los estados bisagra el ex vicepresidente durante el gobierno de Barack Obama se impone sobre el jefe de Estado republicano, aunque con menor diferencia que en semanas anteriores.
En Arizona y Florida el demócrata se encuentra un punto por delante del republicano; en Michigan la diferencia es mayor a cinco puntos, en Pensilvania a cuatro, y en Wisconsin a seis. En Carolina del Norte, en tanto, Trump logró ubicarse primero en los sondeos, con 0,6 puntos de diferencia.
Las encuestadoras, no obstante, han estado en el foco de la polémica en los últimos años por sus malas predicciones en votaciones como la del Brexit en el Reino Unido, y las presidenciales de Estados Unidos en 2016. Ese año, horas antes de los comicios, 17 de 19 sondeos le daban la victoria a Hillary Clinton, quien luego terminó perdiendo sorpresivamente con Trump.
Por ese motivo el ex presidente Obama pidió a los seguidores de Biden no confiarse como en 2016, y les remarcó la importancia de salir a votar.
Ejes de campaña y propuestas
El presidente Trump tuvo como principal bandera de campaña sus éxitos en materia económica antes de la aparición de la pandemia. Biden, por su parte, ha señalado que revertiría muchas de las políticas del actual mandatario en diferentes temas como salud, inmigración y cambio climático, entre otros.
Sobre la pandemia, el jefe de Estado reiteró en varias oportunidades que este año habrá vacuna, y que para mediados del próximo habrá “vacunas para todos”. Biden, quien dijo que bajo su administración aceleraría el desarrollo de tratamientos y vacunas para combatir el coronavirus, manifestó dudas sobre la seguridad de una eventual vacuna aprobada por la administración Trump.
Mientras el presidente insiste en que las escuelas deben abrir por completo, el demócrata considera que los distritos deben tomar decisiones de manera segura, según las condiciones locales. Además, sostuvo que debería haber mayor concientización respecto a los cuidados ciudadanos. Al respecto, el mandatario se opone a obligar el uso de mascarillas a nivel nacional; Biden, en tanto, adelantó que en caso de llegar a la Casa Blanca podría decretar obligatorio su uso.
Respecto a la economía, Trump planea disminuir el impuesto sobre el salario, y se opone a aumentar los gravámenes a las ganancias de capital y a las corporaciones. Su contrincante demócrata, por su parte, adelantó que revertiría muchos de los recortes de impuestos que aplicó el mandatario a ricos y empresas, y que uno de sus principales pilares será impulsar a la clase media. En lo que sí coinciden ambos es en aumentar el salario mínimo de 15 dólares la hora.
Respecto a la inmigración, el presidente norteamericano mantiene su postura de “tolerancia cero” frente a la inmigración irregular, y la construcción del muro en la frontera con México. Pese a esto, en la actual administración hubo menos deportaciones que durante la gestión de Obama. Biden calificó la acción del Gobierno al que perteneció como un “gran error” y se comprometió a revertir esa situación.
Sobre política exterior, Biden sostuvo que las dos mayores amenazas de Estados Unidos son Rusia y China. Respecto a América Latina, consideró necesario cambiar la estrategia frente al continente y, en particular, modificar la presión que hay que ejercer sobre la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela. Trump afirmó que mantendrá la máxima presión sobre el líder chavista en caso de continuar en la Casa Blanca, y en más de una oportunidad advirtió que el régimen de Beijing -con el que se encuentra en una fuerte guerra económica- “pagará” por el daño provocado por el coronavirus.
Otro de los ejes de campaña fue el racismo en Estados Unidos. El asesinato de George Floyd a menos de la policía, y el ataque -también de la policía- contra Jacob Blake, quien logró sobrevivir tras recibir siete disparos por la espalda, provocaron una fuerte respuesta social, que se extendió a otras ciudades del mundo, para para pedir justicia y reclamar por los derechos de la comunidad afroamericana. Biden opinó que una de las principales cuestiones a modificar en el país es “el racismo institucional”. La senadora Kamala Harris elevó aún más el tono al calificar de “racista” al presidente Trump.
Voto latino, cada vez más determinante
La comunidad latina será por primera vez en estas elecciones la minoría más grande en votar en Estados Unidos. Se estima que 32 millones de hispanos -de una población de 60,6 millones (18 % de la población)- son elegibles para votar, frente a los 27,3 millones que tenían derecho al voto en 2016.
Una encuesta realizada por Noticias Telemundo, NBC News y el diario Wall Street Journal, indicó que dos de cada tres votantes latinos apoyan a Biden. Ese sondeo confirma la tendencia que se observó en las últimas semanas: el demócrata cuenta con el 62% del voto latino, contra un 29% del presidente.
Trump, quien sorpresivamente ganó en las elecciones de 2016 el estado de la Florida, intentó absorber el voto latino a partir de su dura posición contra las dictaduras de Cuba y Venezuela.