En el ámbito educativo, la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles ha dado origen a tres campos de acción: el despliegue de modalidades de aprendizaje a distancia, con o sin tecnología, con luz o sin ella, la movilización del personal y comunidades educativas, y la atención a la salud de los estudiantes.
La suspensión de las clases presenciales, es lo que más ha generado consecuencias, porque es la sustitución y el destierro de la figura del docente en el aula. Frente a la innovación educativa y la transformación del rol docente, no debemos negar que debía darse, y más aún, en el marco de la ausencia de clases presenciales por el aislamiento obligatorio; sin duda, es un desafío clave, porque los docentes están haciendo un gran esfuerzo dentro de la responsabilidad y el compromiso de seguir sosteniendo la educación.
Pero, no podemos olvidar que, la presencia del docente sigue siendo fundamental. El docente es uno de los protagonistas decisivos en los cambios sociales, transmisor de conocimientos, conductas y valores, impresión clave, en la preservación de la riqueza cultural de cada rincón del país.
El docente, por esencia, vocación, y mérito tiene un caudal de conocimientos, experiencias, sentimientos, valores y proyectos pero, ante todo, es un ser humano, capaz de generar cambios en las personas que les rodean, con las cuales comparte su diario quehacer, es pieza clave en el desarrollo de las comunidades. El docente es insustituible, y ningún medio digital reemplazará su apoyo presencial ante los estudiantes.
Mancillar sus intereses, necesidades, ambiciones…es atentar contra las organizaciones educativas, sin desmerecer, el daño que se le ocasiona a la sociedad, dado que el maestro cumple un rol fundamental en la formación de los ciudadanos es frustrar su formación, es golpear muy bajo su intelecto, su nivel. De allí que, será menester de quienes estén a la cabeza de los pilares educativos, adecuar la forma en como deben manejarse las situaciones que ahora presentan las instituciones educativas por la pandemia, no se puede seguir dejando en improvisaciones el destino de los planteles. Esto pasará en algún momento. ¿Y cual será entonces el papel del docente mañana? ¿Cómo será capitalizada su dignidad, estimulo, motivación, vocación e interés? que sabemos es bastante.
Los docentes tenemos libertad y responsabilidad, estrategias didácticas, tenemos las herramientas del conocimiento y de valores para defender nuestra profesión, para revalorar nuestro rol y dignificar nuestra función social. Necesitamos que muchas cosas sean rescatadas, por favor, revisen el daño que le están haciendo a lo poco que nos están dejando… dignidad, hasta cuando se acorrala al docente hacia una “rebelión de inútiles”, revisemos eso por Dios, revisemos la academia y demos al “Cesar lo que es del César” a “Dios lo que es de Dios” ya no más improvisaciones…en Educación NO. El valor de ser docente, o mejor aun, ¡MAESTRO!… debe ser revalorado, son profesionales que cumplen con total devoción la misión de enseñar nuevos conocimientos,
Hay factores que merman el desempeño Docente, pero A DIOS GRACIAS, revalora al profesor con vocación, el valor de ser docente, lo reconoce el estudiante, solo él, es quien da mérito a nuestro nivel, a nuestra academia, por eso, dirá mucho docente… ¿soy Docente y qué? Porque, pese a su paupérrimo salario, se siente fuerte, enérgico, responsable, comprometido, declara su ética, se siente libre pese a ser maltratado, vejado, humillado.
Rindamos gratitud a quienes fueran nuestras maestras y maestros, por sus años de entrega y de servicio. Así demostraremos y será una lección para nuestras generaciones, que su existencia es insustituible, y su trabajo invaluable.