Las campañas políticas de los nuevos tiempos son más costosas, se requiere de mucho conocimiento y tecnicismo para lograr el objetivo: triunfar. Pero, también se tienen que utilizar practicas o paradigmas clásicos, modernos y post modernos para comprender algunos resultados que a simple vista no se hacen fácil de visualizar, ejemplo el efecto devastador que pueda causar el voto “oculto” en cualquier aspiración política. La previa a la campaña electoral cada día es más larga, más extensa, se requiere de más imaginario incluso en contra de la voluntad de los propios partidos y, casi seguro, en contra de la voluntad de los mismos ciudadanos que están cansados no de la política sino de la cotidiana politiquería.
La elección presidencial en los Estados Unidos fue toda una escuela de pensamientos y de acciones para mantener o capturar el poder, lamentablemente no fue ejemplo de lo cristalino y respeto al voto, sin embargo, se revelo que las nuevas técnicas mediáticas utilizadas cada día son más sofisticadas para el bien o para el mal, los recursos que se destinan cada día son más y mejores, es decir que los talentos o capital humano como los económicos, e incluso los tecnológicos son cada día superiores e inteligentes, y requieren de mayor preparación y profesionalización para blindar los triunfos electorales.
Quedo revelado en esta campaña norteamericana, cada día en mayor medida, se llevan a los medios de comunicación. Del dominio de éstos, en el buen sentido de la palabra “dominio”, dependerá el papel de los asesores y consultores en toda la elección y posteriores resultados. Es significativo recordar una frase que se articula a la situación real, aquí la frase de Alvin Toffler: “Si intentamos controlar los Mass Media, atentaremos contra la democracia; pero si no lo hacemos, serán éstos los que lo harán”. Una frase para reflexionar por la profundidad de su esencia mirando la tracendencia.
Sin entrar en polémicas o diatribas, me permito opinar en la temática estratégica del señor Biden, en el desarrollo de su campaña se pudo observar la improvisación en sus últimas narrativas, en las campañas actuales ya no tiene cabida, por no decir que debe ser excluida. Todo debe quedar atado y bien atado, en manos de los consultores. La velocidad en los discursos y acciones en campaña mata, pero mata al adversario. La improvisación, en cambio, es letal para para entrar en contradicciones.
En el sentido etimológico, la espectacularización de la política es algo realizado por actores en la esfera de la visibilidad pública que es contemplado o admirado por espectadores o votantes en este caso. No obstante, existen otros sentidos de la aproximación contemporánea entre la política y el espectáculo. El presidente Donald Trump, en sus posturas para avanzar, acorralar y someter a su adversario político utilizo su arrogancia en positivo: la filosofía y la espectacularizacion de la política americana está orientada al “marketing político”. No obstante, y independientemente del enfoque teórico, la espectacularización de la política se refiere a los aspectos de la actividad política que han sido redimensionados en función de los medios, recursos y lenguajes de la comunicación y de la cultura de masas.
En síntesis, “la espectacularización de la política, se asocia y refuerza junto a otros fenómenos como la campaña permanente y la simplificación de la democracia: la sustitución del contenido por la forma, el desplazamiento de lo real a lo simbólico y el pasaje de lo racional a lo puramente emocional. Es por ello que triunfan personajes como Donald Trump (quien había protagonizado un reality show y era considerado un candidato con declaraciones polémicas). En el mismo sentido, el actual presidente guatemalteco, Jimmy Morales, llegó a la política luego de una trayectoria como actor, escritor, productor y director, resultando electo en la segunda vuelta electoral del 2015. Así en la actualidad se evidencia la estrechez de los lazos entre el entretenimiento y la política”.
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