Todo el mundo sabe y padece de la hiperinflación en Venezuela. Los precios alcanzan niveles astronómicos y nadie tiene para comer o medicarse. Pero a la vicepresidente usurpadora de la República, se le ocurre negar la trágica situación económica del país.
Así, olímpicamente, niega que tengamos hiperinflación. Claro, ella no hace mercado, sino se lo hacen a cuenta del Estado. Y, además, todos ellos viven en una burbuja de lujos y ostentaciones, preocupándoles la calidad de los vinos que consumen y de la exquisitez que siempre les depara el cocinero de turno.
Cuando los bolcheviques llegaron al poder en la Rusia de 1917, desataron a todos los demonios de la hiperinflación que se agravó con la guerra civil que intencionalmente provocaron. Los historiadores refieren que la llamada “Nueva Política Económica”, apenas puso un pañito caliente al drama, cabalgando de nuevo la hiperinflación que les garantizó la pobreza, el hambre y la desesperación para arrodillar al pueblo ruso. Y, faltando poco, con la llegada de Stalin, creada la Unión Soviética, fusilaron a media humanidad para imponerse.
Es la fórmula que los comunistas aplican en mi país. Promover la destrucción de la economía y aniquilar los niveles de consumo que antes tuvo, cuando había industria petrolera que también la pulverizaron. Ahora, de manera más descarada, insólitamente descarada, niegan lo que padece todo el mundo en Venezuela, agujereado el bolsillo.