La respuesta corta a la pregunta es que el bolívar como moneda nacional no se puede recuperar. El viernes 13 de noviembre, el dólar se cotizó en Bs 691.680, equivalente a Bs 69.168.000.000.000 al incorporar los ocho ceros que las dos reconversiones monetarias de 2008 y 2018 de eliminaron. El bolívar ha muerto producto de la política económica destructiva que aplicaron Hugo Chávez y Nicolás Maduro. La hiperinflación que desde noviembre de 2017 experimenta la economía venezolana es la expresión del largo camino que se comenzó a fraguar en 2005 cuando Chávez se declaró socialista y emprendió el camino sin retorno hacia la estatización de la economía. Empresas privadas que eran productivas, que pagaban impuestos y exportaban, pasaron a manos del Estado, fueron saqueadas y ahora están quebradas. Todas en bancarrota, absolutamente todas. El modelo económico que Chávez tenía en mente era insostenible. Este se basaba en obtener de la industria petrolera la mayor cantidad de ingresos fiscales para atender un gasto público insaciable, pero al mismo tiempo se recortaba la inversión petrolera, esencial para generar los ingresos para financiar ese gasto.
Por José Guerra
Claramente el modelo económico era inconsistente. Los elevados precios petroleros permitieron hasta 2014 financiarlo y cuando estos no fueron suficientes, Chávez endeudó masivamente al país. Pero tampoco la deuda alcanzó para cubrir el gasto porque el modelo exigía cada más dinero para sostener al conjunto de empresas públicas deficitaria por lo que se tuvo que recurrir al BCV para que éste emitiera dinero y así sucedió, para de esta manera gestarse la hiperinflación. Para que se tenga idea de cómo el BCV ha emitido dinero en favor del Gobierno, hasta el cierre de octubre de 2020, el BCV le ha extendido a PDVSA una línea de crédito por US$ 21.500 millones casi cuatro veces las reservas internaciones del ente emisor y 30% del PIB. Por eso la hiperinflación sigue viva a pesar del colapso de la demanda.
Destruido el bolívar, el asunto monetario para Venezuela se plantea en términos de dilema. Las alternativas son, por una parte, adoptar el dólar como moneda oficial y legalizar lo que ya está sucediendo en los hechos donde más del 50% de las transacciones se realizan en esa moneda y por la otra, eliminar el bolívar e implantar una nueva moneda nacional. Otra reconversión monetaria para volverle a quitar tres o cinco ceros al actual bolívar carece de sentido y aumentará el repudio hacia el bolívar.
En estas condiciones de tensión con Estados Unidos, la dolarización estaría descartada y además habría que realizar un cambio en la Constitución, lo que complica todavía más la decisión. Una nueva moneda significa igualmente una modificación de la Constitución pero no tendría el problema del uso del dólar como medio de intercambio. Instaurar una nueva moneda requeriría de un programa de reordenamiento fiscal, monetario y cambiario para conferirle estabilidad y credibilidad a la nueva moneda, porque de poco serviría esa moneda si la política económica es la misma que dinamitó al bolívar. Para mi esto lo tendrá que hacer, tarde o temprano, un Gobierno de emergencia y unidad nacional.