El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, que afirma estar preparándose para un segundo mandato de Donald Trump, llegó el sábado a París y viajará luego a otros países aliados cuyos gobernantes consideran a Joe Biden como presidente electo de Estados Unidos.
“Habrá una transición sin problemas a una segunda administración Trump”.
Esa sentencia de Pompeo, difundida el martes y acompañada de una sonrisa, causó revuelo: significa que el integrante más importante del gabinete estadounidense, encargado de representar al país en el exterior, se niega a admitir la victoria del demócrata, reconocida sin embargo en la mayoría de las capitales aliadas de Washington.
Pompeo también ha criticado a líderes internacionales, como el presidente francés Emmanuel Macron, que se apresuraron a llamar a Biden para felicitarlo y prometer su cooperación.
¿Les dirá personalmente que deben dar marcha atrás durante su gira de diez días por Francia, Turquía, Georgia, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Catar y Arabia Saudita? ¿Intentará convencer a esos líderes de que el presidente republicano iniciará en enero un nuevo mandato?
“Sigue siendo el secretario de Estado”, se limitó a responder un alto funcionario estadounidense. Pompeo está “concentrado en nuestras misiones” de defensa “de los intereses y prioridades de Estados Unidos”, agregó.
En París, adonde llegó este sábado por la mañana Pompeo, el gobierno ha dejado claro que el período de Trump está quedando atrás.
Macron recibirá a Pompeo el lunes por la mañana a petición del jefe de la diplomacia estadounidense, pero “con total transparencia con el equipo del presidente electo Joe Biden”, insistió el Elíseo, destacando que los contactos con los futuros equipos de gobierno estadounidenses ya están “establecidos y operativos”.
La etapa parisina, que permitirá a Pompeo rendir homenaje a las víctimas de los recientes atentados terroristas, promete ser tensa, como varios otros momentos de la gira.
Su homólogo francés Jean-Yves Le Drian advirtió que dirá a Pompeo su oposición a una aceleración de la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán e Irak.
– Ira turca –
En Estambul, el lunes y el martes, el secretario de Estado solo tiene previsto reunirse con el patriarca Bartolomé de Constantinopla, líder espiritual de la Iglesia ortodoxa, para ratificar “la posición firme” de Estados Unidos sobre la libertad religiosa.
Las autoridades turcas no han ocultado su molestia por ese gesto.
“La libertad religiosa de nuestros conciudadanos de diferentes religiones está protegida”, reaccionó Ankara. “Sería más apropiado que Estados Unidos se mire en un espejo y aborde el racismo, la islamofobia y los delitos motivados por prejuicios en su propio país”.
Pero si bien los temas de fricción entre ambas naciones son legión, Pompeo no tiene intención de discutirlos con el gobierno turco.
Han circulado rumores de una posible entrevista entre el ministro estadounidense y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien también felicitó a Biden por su elección.
“No hay reuniones programadas con funcionarios turcos”, desmintió el viernes el Departamento de Estado.
En Jerusalén, Pompeo mantendrá una reunión con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, un “amigo” de Donald Trump que también felicitó a Biden y recordó que ya tiene una “cálida” relación con el demócrata.
Washington no ha confirmado ni desmentido la información, pero Pompeo se convertirá, según varios medios, en el primer secretario de Estado estadounidense en visitar un asentamiento en el estado hebreo en la ocupada Cisjordania y los Altos del Golán.
Se trata de una nueva desviación unilateral de la administración Trump del consenso internacional, tras su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel.
Los palestinos han criticado este desplazamiento simbólico, que podría ocultar en parte los otros objetivos de la visita a Medio Oriente: reafirmar el frente anti-Irán y promover los acuerdos “históricos” que, bajo la égida de Trump, permitieron a Israel entablar relaciones con Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán.
AFP