Luis Alberto Buttó: El sueldo fantasma

Luis Alberto Buttó: El sueldo fantasma

Luis Alberto Buttó @luisbutto3

A cualquier fin, el sueldo mínimo en Venezuela es tan, pero tan irrelevante, que el más reciente incremento de éste, acordado por el Ejecutivo sin ningún tipo de consulta con los sectores laborales o empleadores, ocurrió sin que por ello, quien debía hacerlo, se tomase la molestia de notificarlo al país. Pudo haberse respetado la más elemental norma de educación en este sentido, pero ninguna vocería con autoridad osó pronunciarse. Mientras tanto, se incumplió la obligación legal de dar cuenta en publicación oficial de la modificación estipulada. Es decir, a los efectos prácticos, un sueldo fantasma, en tanto y cuanto apareció de la nada.

Son muchas las especulaciones en torno al porqué de esta tan cuestionada manera de producirse el aumento en cuestión. Una de las posibles razones es que, quizás, por el hecho de terminar siendo sueldo mínimo en modo Gasparín (aunque de amigable dicho sueldo nada tiene), la razón de ser de tal proceder sea la cercanía de su ocurrencia con la festividad estadounidense de Halloween. ¡Ojo! Plantearlo de esta forma no es figura retórica que busque arrancar la risa fácil del lector. Por el contrario, la idea es poner el asunto en adecuado contexto: sueldo que es puro truco y no contiene nada de dulce. Al igual que las pensiones.

Otra posible razón es que al propio oficialismo le diera profunda vergüenza anunciar tan miserable aumento. Es cuesta arriba creerlo, pero pudiera ser que en el reinado del “caradurismo” subsistan pequeños bolsones de prurito. Eso tendría algún tipo de sentido porque, en verdad, ondear ese aumento como bandera victoriosa, amén de imposible, resultaría en el mayor de los despropósitos. Obviamente, nadie se atrevió a cometer tal desaguisado y, al parecer, entre el “hazlo tú” y el “por qué yo” se diluyeron las responsabilidades pertinentes. En consecuencia, la conseja pudo ser pasar agachado para que nadie se diera cuenta de lo insustancial de la medida tomada. Vana ilusión. Sueldos de hambre y para el hambre no se pueden esconder.





Para ilustrarlo con situaciones cotidianas que todo el mundo conoce, un sueldo mínimo de 1.200.000 bolívares alcanza, si acaso, para comprar un huevo y dos barras de pan del llamado campesino. Veamos el asunto desde la perspectiva de una persona en solitario. El flamante nuevo sueldo mínimo le alcanzará para la comida de un día, la cual será posible de materializarse solo si el huevo se sirve hervido, pues es obvio que no puede comprar el aceite para freírlo. Ese mismo día, no podrá hacer las dos comidas restantes. En un mes de treinta días, los veintinueve días subsiguientes quedará atrapado en las nieblas de la nada. Variación positiva de la miseria igual a cero. Con sobrada razón nadie anunció el aumento. 

Agréguese al sueldo mínimo el monto del bono de alimentación y se obtendrán, en total, dos “comidas” como la arriba descrita. Multiplíquese ese sueldo mínimo por cerca de cuatro y se obtendrá, por ejemplo, el sueldo base de un profesor con categoría titular (el grado más alto en el escalafón) en una universidad pública. En este caso, en concreto, la suma da para ocho panes y cuatro huevos. Perentorio acotar que se suman otros dos panes y otro huevo, al contabilizar el bono de alimentación. Piénsese también, verbigracia, en maestros, enfermeros, médicos y pare usted de contar. Las cosas por su nombre: no se trata de heroicidad; se trata de indigencia. Por algo cuando se modifican esas tablas de sueldos no media ninguna discusión al respecto. Nadie puede ser tan descarado como para pretender justificarlas.     

Así escrito en la pizarra de precios de un restaurante popular: paticas de cochino guisadas = 4$. No hay sarcasmo que alcance.  

@luisbutto3