Una mayoría ciudadana ha ido cuestionando y separándose de la tiranía lo políticamente correcto, porque encauza a la sociedad en una hipocresía humillante; permitiendo instaurar preferencias discursivas del comunismo socialista. En Venezuela, hay una falacia por parte de sectores interesados, que consiste en calificar de anti-políticos a los ciudadanos que reclaman justicia, rendición de cuentas, servicios públicos eficientes y muestran actitud crítica. Argumento simple, débil, esgrimido por individuos de trayectoria, presumidos politólogos y petulantes catedráticos.
Se confirma con lo sucedido en Estados Unidos respecto a las elecciones presidenciales. Aún no ha sido declarado el resultado final, sin embargo, la dictadura de los medios soristas han dictaminado el triunfo de su protegido. Existe una conspiración del socialismo internacional para crear un estado de opinión afecto a su beneficio.
Se ha insistido en un plan delincuencial, macabro, que viene implementando la izquierda, sin perder ocasión para cumplir obedientes las partituras que desde el Foro de Sao Paulo y Grupo de Puebla dictan, arreciando sus acciones en la plenitud de una pandemia que genera incertidumbre. Sus representantes actúan como plataformas que se reproducen ideológicamente.
La izquierda y sinvergüenzas equivalentes ambicionan la conquista de Latinoamérica como objetivo. Se sostienen con sus socios convenientes, delincuencia organizada y menesteres inciviles, manipulan, trampean, violan Derechos Humanos, se anticipan promoviendo el relato apelando mostrar un desgobierno, señalando falsos abismos y, peor aún, aprovechando las luchas contra la corrupción, pobreza, exclusión, injusticia y equidad como banderas. Son movimientos separadores, populistas que plantean alternativas de desarrollo concebidas en el odio, modelos fracasados que no respetan y detienen el progreso, arruinando naciones. Por ello, y a cualquier precio buscan la presidencia estadounidense, promueven la constituyente en Chile, desean entregarle el poder a Petro en Colombia, sacar a Bolsonaro de Brasil, entre otros etcéteras.
Tiene meses el Presidente Donald Trump alertado sobre un fraude a través del voto postal, que cada día se percibe más debido a sus fundados indicios. La elección no está definida. Es posible que el 45 presidente sea un gafo tarado, que se dejó cometer fraude habiéndolo prevenido; por el contrario, sea un estratega, hizo que los demócratas cayeran en la trampa, para por vía judicial evidenciar la estafa y enjuiciarlos. Se especula que el servicio de inteligencia republicano supo cada movimiento del fraude demócrata y se les adelantó.
Era inconcebible que los medios y gigantes tecnológicos tuvieran el poder de proclamar quién gana una elección y peor aún, dictaminar qué es verdad y qué no, hasta el punto de negar la libertad constitucional para expresarse libremente, censurando intervenciones y sacando del aire la controversia. El sueño totalitario de la afrenta socialista.
Y como podrían estar ausentes del espectáculo tétrico los malhechores e inefables George Soros, Smarmatic, la cual se convirtió de firma para los fraudes chavistas en una estrella de la constelación de empresas dirigidas por el primero para su finalidad de implantar el gobierno socialista mundial.
Irracional que el socialismo internacional haya pretendido implantar en los Estados Unidos la tecnología de fraude registrada en el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, el software de Smarmatic, que invierte resultados. Sin prever que, a diferencia de Venezuela y complicidades, en los Estados Unidos existe un poder judicial fuerte, decente, independiente, que se abocará, evaluará la certidumbre de la denuncia y de ser ciertas, quedará al descubierto la bribonada, con lo cual se preservará indemne la democracia.
La estrategia de sectores y ciudadanos decididos a no permitir un giro a la izquierda, es concentrarse en lo vital, no distraernos en una consulta inútil e inoportuna, que finalmente será irrespetada, con el objetivo de entretener otros frentes en proceso; espurias elecciones parlamentarias, la interesada transacción conviviente, encumbrado el imaginario de que el país está abatido y son los avaros cohabitantes los únicos que pueden salvarlo.
La centro-derecha debe reaccionar sin parpadeo ni ambigüedades, unificando criterios, con valentía, coherencia, fortaleciendo sinergias, trabajando para enfocar esfuerzos, enfrentar la demagogia populista que la izquierda edifica. Esta amenaza debe ser combatida con agendas activas que comiencen por arrebatar la narrativa izquierdista de éxitos, visibilizando su ineficacia, corrupción e intención destructiva, es así como se logra derrotar el ascenso populista cuya finalidad es desdichar naciones que anhelan libertad y democracia.
Reconstruir a Venezuela no será fácil, pero si posible. Recuperar su esencia de país, tomará tiempo, costará muchísimo esfuerzo; no obstante, la conciencia ciudadana comienza a descubrir la maligna intención devastadora, silencia políticos, politiqueros y medios comprometidos.
@ArmandoMartini