Venezuela, en toda su historia republicana (1811-2020), ha vivido en transición por la sencilla razón de ser una sociedad invertebrada con una débil institucionalidad y una carencia absoluta de legalidad. Con casi treinta constituciones, ninguna se ha cumplido más allá de la voluntad del que manda. La Independencia fue un largo proceso político que agotó las tres primeras décadas del siglo XIX (1800-1830). Después tuvimos a Páez y Monagas, aliados primero y luego en pleito por el poder (1830-1860), mientras fraguaba la ambición de los caudillos federales y que terminó en una guerra civil y el poder para Guzmán Blanco (1859-1899) y la correspondiente crisis y caída. En 1899, termina un siglo de divisiones y atraso y un nuevo grupo se hace con el poder, los andinos. Cipriano Castro / Juan Vicente Gómez / Eleazar López Contreras s/ I. Medina Angarita / Marcos Pérez Jiménez y en 1958, anticipado en 1945-1948, la hegemonía de AD y el posterior pacto bipartidista con Copei. En 1998, la elección de Chávez inicia otra hegemonía, altamente destructiva y aferrada al poder.
En esta sencilla cronología política la constante de los grupos en el poder son el protagonismo militar, la falta de institucionalidad, el débil cumplimiento de la ley y de la constitución y una economía de beneficios desde el poder, para amigos y aliados, que es propiamente la “economía-política”. Páez y sus socios. Los Monagas y su familia y amigos. Guzmán Blanco y sus “liberales” y compadres. Cipriano y Gómez y López y Medina y Pérez Jiménez, cada uno con su gente. Después se repite la historia con AD y Copei y partidos y amigos. Y en la misma lógica: Chávez y Maduro y sus bolivarianos y amigos. Varían las cifras y porcentajes en cada gobierno y la conducta personal del gobernante, pero en todos, la corrupción existió como “sistema” y la impunidad correspondiente. Como es historia reciente, sé que esto va a molestar. Mi intención es simplemente poner en evidencia un sistema de economía-política que en los últimos años ha sido tan brutal y excesivo que arruinó al país y confío que permita derrotar pronto al grupo dominante, que es una plutocracia de nuevos ricos, arrogantes y prepotentes. Estos plutócratas son el primer anillo de seguridad del régimen, aunque ha empezado a fracturarse, la ruina y emigración de las clases medias creó el “vacío” a ser llenado por un segundo anillo de seguridad “aguas-abajo” de miles y miles de funcionarios y militantes, con o sin uniforme. El tercer-anillo de seguridad es el pueblo más necesitado que el populismo alimenta y amedrenta y engaña y manipula. Este sector cada día más golpeado, está claro pero también muy necesitado, observa y espera. Y el cuarto anillo de seguridad son sectores opositores y gobiernos que se han beneficiado del “dadivismo” del régimen venezolano. Luego está la economía ilegal vinculada a la droga, minería y fronteras. De manera breve y descriptiva esta es la economía-política que permite entender la sobrevivencia del régimen en un país destruido. Complicidades y corrupción y represión en alto grado. A pesar de ello, creo que el régimen está debilitado, no caído, por sus divisiones internas, sus recursos económicos muy disminuidos y una geo-política global y regional que los pone a la defensiva.
La transición no es un cambio automático y su tiempo es indeterminado. Lo importante es la existencia de un descontento social general y aquí lo hay, así como grupos políticos organizados con una estrategia de sumar y no dividir y con la idea clara de un cambio real.