Patria, Minerva y María Teresa Mirabal desafiaron al sanguinario dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) y pagaron con sus vidas por ello, convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra la violencia femenina, un flagelo que, sin embargo, sigue desangrando al mundo.
Patria, de 36 años; Minerva (34) y María Teresa (25), casadas, con hijos y conocidas como Las Mariposas, fueron brutalmente asesinadas a golpes junto al conductor Rufino de la Cruz la noche del 25 de noviembre de 1960 cuando las activistas políticas regresaban de visitar a sus esposos presos en Puerto Plata (norte).
El cuádruple asesinato quedó impune, pero precipitó la caída del dictador, asesinado seis meses después, el 30 de mayo de 1961.
En conmemoración del crimen, en 1999 Naciones Unidas instituyó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y, en su país, se convirtieron en un icono de la lucha contra la violencia machista.
ICONOS DE LA LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA
El ejemplo de las Mirabal “es importante porque le vino a poner fecha” a la lucha contra la violencia hacia la mujer, dijo a Efe Minou Tavárez Mirabal, hija de Minerva y de Manolo Tavárez Justo, héroe nacional y líder del Movimiento 14 de Junio, cuyos miembros protagonizaron una fallida expedición para derrocar en 1959 al tirano.
“Es importante no olvidarlas porque, por lo general, las luchas de las mujeres son invisibles, tienden a borrarse, ocultarse, a ignorarse, a pasarles un velo de opacidad”, subrayó la exdiputada en una entrevista en la Casa Museo Hermanas Mirabal, en la ciudad de Salcedo, capital de la provincia ahora llamada Hermanas Mirabal.
Si el ejemplo de estas combatientes antitrujillistas “sirve para evitar aunque sea una sola muerte de una mujer en el mundo yo me imagino a mi mamá diciendo: valió la pena”, afirma Tavárez Mirabal.
Minou, excandidata a la Presidencia en los comicios de 2016, aclara, no obstante, que no se trató de violencia de género.
Trujillo ordenó el crimen porque las Mirabal organizaron “el movimiento opositor más grande que él tuvo en los 31 años de dictadura”, apuntó.
UN CRIMEN IMPUNE 60 AÑOS DESPUÉS
En 1962, en un juicio “histórico”, según señala la propia Minou, los autores materiales de este salvaje crimen fueron sentenciados a penas de entre 20 y 30 años, sin embargo, “dos años después estaban sueltos” y protegidos por el propio Estado, agregó.
Tampoco se hizo justicia a Tavárez Justo y sus compañeros, asesinados en 1963 en un “crimen de Estado”, lamenta.
“Los asesinos de ese héroe nacional andan sueltos, los asesinos de las hermanas Mirabal, heroínas nacionales, se han ido muriendo en sus casas tranquilamente, protegidos, muchos de ellos, por el Estado dominicano y con salarios del Estado dominicano”, subrayó.
“No puede haber democracia sin justicia”, sentenció Távarez Mirabal, quien al igual que su hermano y sus primos tenía prohibido, por decisión de la abuela materna, hablar de los culpables del crimen.
La madre de Las Mariposas “decía que esos nombres no se mencionaban porque ensuciaban la memoria” de las hermanas, por lo que nunca se tocó esa cuestión en la casa.
Ahora, 60 años después, Minou cuestiona si esta posición era la correcta porque “quizás”, añade, “ahí está la base de la impunidad que ha cubierto todo el horror de la historia de la República Dominicana. Hemos vivido en el reino de la impunidad”.
UN MUSEO EN SU HONOR
La casa materna, donde las tres hermanas se refugiaron los últimos meses de su vida por las persecuciones políticas, se convirtió en 1994 en la Casa Museo Hermanas Mirabal, donde descansan sus restos y los de Tavárez Justo.
Sus vestidos, camas, muebles, así como la máquina de escribir de Minerva y las de coser de Patria y María Teresa se mantienen intactos gracias al cuidado, primero de su madre y luego de Dedé, única sobreviviente de las hermanas y quien falleció en 2014.
Los visitantes son mayoritariamente estudiantes a los que se enseña “la lucha de las Mirabal y de Manolo. La lucha de una generación que dio su vida para que hubiera democracia, porque se termina la dictadura, para que se respetaran los derechos de los dominicanos y de las dominicanas, para que viviéramos mejor”, precisa Tavárez Mirabal.
Tras el fallecimiento de Dedé, la Casa Museo está ahora bajo la responsabilidad de los hijos de las Mariposas quienes, como cada 25 de noviembre, serán homenajeadas en su tierra natal, si bien Tavárez Mirabal subraya que no es suficiente “con discursos, declaraciones y homenajes” para detener la violencia contra la mujer.
“Es evidente que necesitamos cambiar el chip. No basta con que desde la Procuraduría se paren a decir que son más o menos las víctimas (…) el propósito debe ser que no haya una sola, que ninguna mujer sea asesinada por el hecho de ser mujer“, afirmó.
SU HISTORIA
Patria, Minerva y María Teresa, que al morir tenían 36, 34 y 25 años respectivamente, crecieron en un hogar rural acomodado en el municipio de Salcedo, situado en la provincia Hermanas Mirabal, renombrada en 2007 en su honor. Con la llegada de Trujillo al poder en la familia perdió casi toda su fortuna y las hermanas se unieron a un grupo opositor.
Las tres fueron encarceladas, violadas y torturadas en varias ocasiones, pero eso no quebrantó su espíritu de lucha. “Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”, contestaba Minerva, una de las primeras mujeres en obtener el título de Derecho durante la dictadura, cuando la advertían sobre el peligro de sus acciones.
El 18 de mayo de 1960, Minerva y María Teresa fueron condenadas a tres años de prisión, junto con sus esposos, por atentar contra la seguridad del Estado dominicano. Sin embargo, y de manera completamente inesperada para las Mirabal, el 9 de agosto las dos mujeres fueron puestas en libertad por disposición expresa de Trujillo.
Nada más salir de la cárcel comenzaron a planear nuevos golpes contra el régimen junto a otros activistas, informaciones que llegaron rápidamente al dictador, que decidió acabar con su vida.
Trasladaron a sus maridos, que no habían recibido la libertad, de la cárcel de La Victoria a la de Salcedo para que estuviesen más cerca de la residencia de las hemanas y estas pudiesen ir a visitarles. A su salida se llevaría a cabo una emboscada.
El SIM (Servicio de Inteligencia Militar) intentó ejecutar el plan varias veces, pero no lo hicieron porque las Mirabal acudían a las visitas con sus hijos (las tres hermanas tenían en total cinco niños). Finalmente, el 25 de noviembre acudieron solas a ver a sus esposos y el gobierno logró su objetivo.
El carro en el que iban, junto con su chófer Rufino de la Cruz, fue interceptado en medio del camino de vuelta y los cuatro pasajeros (las 3 hermanas y el conductor) fueron llevados a punta de pistola hasta una casa en La Cumbre, donde se encontraba el teniente Víctor Alicinio Peña Rivera. Allí se les propinó una paliza. Sus cuerpos fueron introducidos en un carro, que fue arrojado por un acantilado de Puerto Plata para simular el accidente.
Con información de EFE y El Español