A pocos meses de finalizada la Segunda Guerra Mundial, el 6 de diciembre de 1945 cinco aviones TBF Avenger de la marina estadounidense salieron de la base militar de Fort Lauderdale, en Florida. El escuadrón debía elevarse sobre el Atlántico hacia el este y realizar un bombardeo de prueba sobre unos bancos de arena. Por circunstancias que nunca se precisaron, todos los pilotos desaparecieron. Nunca se hallaron rastros de las aeronaves.
Por: Clarín
Incluso, un sexto hidroavión, el Martin Mariner, que salió en su rescate, se perdió en aquella tarde fatídica. El reporte final contabilizó 27 víctimas. Este hecho con sabor a inexplicable, del que este domingo se cumplen 75 años, dio origen al mito del Triángulo de las Bermudas.
El teniente Charles Carroll Taylor, que lideraba el Vuelo 19, era el único con experiencia de combate. El resto de sus escoltas, eran aprendices con menos de 300 horas de vuelo.
Lo que hoy se sabe es que llegaron a completar el ejercicio, pero luego la confusión se esparció como una mancha por el semblante de los pilotos. Unos notificaban una falla en las brújulas, otros acusaban mareos por el fuerte oleaje. Taylor recomendó apuntar al Sol, que representaba el norte, para retornar a la base.
Con la ayuda de varias estaciones terrestres se logró triangular la posición de los aviones. Así se pudo establecer que estaban a unos 190 kilómetros al norte de las Bahamas y al este de la costa de Florida. Cuando se les enviaron las coordenadas, ya era tarde: los cinco puntos del radar se habían apagado.
Tras este incidente, se reportaron más de setenta embarcaciones perdidas en el Triángulo de las Bermudas. Desde buques cargueros, lanchas particulares y hasta un bimotor en el que viajaba una familia. Lo que abrió la puerta a todo tipo de conjeturas.
Los más sensacionalistas afirmaban que un vórtice magnético arrastraba las naves a una dimensión paralela. Se habló también de abducciones, monstruos marinos y la ciudad de la Atlántida.
El argumento científico más consensuado sostiene la existencia de yacimientos de hidratos de metano bajo las placas continentales. Se trata de una sustancia inestable, que puede gasificarse ante una perturbación como ser un cambio repentino de presión o de temperatura.
“Un evento sísmico submarino (terremoto) puede dar lugar a la liberación brusca de gas metano en profundidad y éste al ascender va duplicando su volumen cada 10 metros, de manera tal que por ejemplo el gas liberado a 100 metros de profundidad se incrementa su volumen en más de 1.000 veces al llegar a la superficie. Una embarcación que justo pasara donde y cuando el metano llega a la superficie no podría mantenerse a flote y se hundiría”, explica a Clarín el científico Eduardo A. Gómez, director del Instituto Argentino de Oceanografía (CONICET-UNS).
En 2015, una expedición con cuatro argentinos a bordo del “Maratonga”, una embarcación de 52 pies que planeaban cruzar el océano Atlántico y arribar a las islas Azores en un plazo de 40 días, se esfumó en la punta de este vértice mortal.
De acuerdo al registro del GPS que lo monitoreaba, estaba navegando a cuatro nudos y de repente, como si algo lo impulsara o golpeara en un costado, aumentó la velocidad a 12 nudos y de golpe se frenó. La señal se perdió y no se supo nada más de los tripulantes.
Fuerzas magnéticas
El Triángulo de las Bermudas es un área geográfica situada en el océano Atlántico, entre las islas Bermudas, Puerto Rico y la ciudad de Miami. Al unir estos tres puntos con una línea imaginaria se forma un triángulo equilátero de unos 1.800 km de lado.
Otra posible explicación de las desapariciones de aviones y embarcaciones en la zona podría estar relacionada con anomalías del campo magnético terrestre, como explicó el geólogo geofísico Jorge Spagnuolo, profesor de la cátedra Geofísica en la Universidad Nacional del Sur.
“El campo magnético terrestre no es uniforme ni es estático. Y si bien hay dos polos principales, existen varios otros, y sectores donde el campo magnético terrestre -que es el escudo que nos protege de las radiaciones cósmicas- se debilita. Tal es el caso de la denominada Anomalía del Atlántico Sur que abarca desde Sudamérica hasta Sudáfrica, con centro en Uruguay. Ante determinadas circunstancias el mayor ingreso de rayos cósmicos puede llegar a afectar compases (brújulas) e instrumental electrónico en general. Es posible que algo similar pueda estar ocurriendo en el Triángulo de las Bermudas, lo que podría explicar los problemas que ocurrieron con aeronaves en el sector”, grafica Gómez.
Muchos navegantes inexpertos confesaron con pavor que al atravesar este triángulo oceánico, las agujas de sus brújulas comenzaban a giraban enajenadas. Esto se debe a que, en lugar de marcar el norte geográfico (situado en el polo norte), señalaban el norte magnético, próximo a Groenlandia.
Este ángulo en los ejes de coordenadas se conoce como “declinación magnética”. La diferencia entre ambos puntos puede llegar hasta los 20 grados. Si este desajuste no se compensa de inmediato, el barco puede desviarse de la ruta y navegar al garete.
Y si bien el norte magnético se va desplazando hacia el noroeste, entre los años 50 y 80 la línea de declinación magnética cruzaba el Triángulo de las Bermudas. Un navegante o piloto que desconocía estos registros podía encontrarse confundido y desorientado.
A estas complicaciones se suma que la mayoría de tormentas tropicales y huracanes del Atlántico pasan por este vértice al que se conoce como “callejón de huracanes”. Estos fenómenos son impredecibles y pueden generar olas de hasta 4 metros.
Además, la corriente del Golfo causa rápidos y violentos cambios de clima en la zona. Esta corriente oceánica, se caracteriza por ser cálida y extremadamente rápida y turbulenta. Lo que borra en segundos cualquier evidencia sobre el mar.
El vértice del diablo
Las primeras investigaciones sobre el presunto desvanecimiento de embarcaciones -a cargo de Edward Van Winklen Jones, periodista de Associated Press- datan de 1950. En sus crónicas utilizó la expresión “Triángulo del Diablo” para referirse a la región encantada.
El nombre con la que se designa a esta conflictiva zona marítima, es obra del escritor Vincent Gaddis, quien empleó el término por primera vez en un artículo publicado en 1964. Sin embargo, todavía faltaban diez años más para consolidar su leyenda.
Fue recién en 1974, cuando Charles Berlitz publicó “El Triángulo de las Bermudas” un libro que se convirtió en un bestseller. En sus páginas, logró una mezcla explosiva de imaginación y fantasía, con algunos testimonios verídicos.
La agencia meteorológica estadounidense (NOAA) no comulga con el mito: considera que no hay más desapariciones en el Triángulo de las Bermudas que en otros mares. Su conclusión es que el océano es un lugar siempre inhóspito, y que el mal tiempo y las malas condiciones de navegación suelen ser condiciones potencialmente trágicas en cualquier mar del mundo.