El País y el mundo, lo vieron todo. Espesura de soledad, los centros de votación fueron demasiados elocuentes con su silencio.
Vente Venezuela, lo evidenció en todos los rincones del territorio nacional que ratifica, por cierto, el vigor alcanzado por el partido. Miles de fotografias, rinden el testimonio inicial de la más completa ilegitimidad del régimen.
Violentando la Constitución, la usurpación montó el aparato comicial que dijo generar los instrumentos legales, pervirtiendo las consabidas purezas que reclamó Hans Kelsen para el derecho, hoy, inexistente en nuestro país. Mayor contaminación, impureza y desparpajo, no se puede: fue peor lo de ayer que el fraude constituyente de 2017.
La verdad no se puede tapar, como un dedo no lo hace con el sol. Absoluta y universalmente, se sabe por dónde anda Venezuela, por mucho que hayan puesto a votar al propio Hans en alguna parte: simplemente, el papel no aguanta todo.
Para colmo de la inmoralidad, lanzaron cohetones tratando de enmascarar la realidad: quemaron alegremente las divisas que faltan para que cada ciudadano acceda a los alimentos y medicamentos. Y, el otro colmo, como si no tuvieran que conformarse con las sobras, hay alacranes que telefonean al CNE pidiendo una generosa reconsideración ante la curul que le negaron.