El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, anunció este lunes sanciones contra Turquía, miembro clave de la OTAN, por la compra a Rusia del sistema antimisiles S-400, cuyo uso Washington considera incompatible con los sistemas de defensa de la Alianza.
Las sanciones se dirigen contra la Presidencia de las Industrias de Defensa, el organismo público conocido por sus siglas en turco “SSB” y que fue creado con el objetivo de fortalecer la industria de seguridad turca mediante, entre otros, la compra de tecnología militar.
En concreto, las sanciones restringen las exportaciones de bienes y tecnología estadounidense a ese organismo y, además, prohíben a ese ente recibir préstamos de bancos estadounidenses por valor de más de 10 millones de dólares en un periodo de 12 meses, informaron en una rueda de prensa telefónica dos altos cargos del Departamento de Estado, Matthew Palmer y Christopher Ford.
Esas fuentes detallaron que la Presidencia de las Industrias de Defensa tampoco podrá obtener ayuda del Banco de Exportaciones e Importaciones de EE.UU.
Además, se congelan los bienes que puedan tener bajo jurisdicción estadounidense el presidente del organismo, Ismail Demir; su vicepresidente, Faruk Yigit; el jefe del Departamento de Defensa Aérea y Espacio, Serhat Gencoglu; y el director del Programa Regional de Sistemas de Defensa Aérea, Mustafá Alper Deniz.
Esos cuatro individuos también estarán sujetos a restricciones para obtener visados que les permitan viajar a EE.UU.
En su rueda de prensa, Palmer (encargado de Turquía entre otros países) y Ford (responsable de seguridad) enfatizaron que las sanciones llegan después de largas negociaciones con el Gobierno del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con el que no encontraron un “camino hacia adelante”.
“Imponer sanciones a un aliado de la OTAN no es algo que hagamos a la ligera”, afirmó Palmer, quien insistió en que Washington “valora mucho las contribuciones de Turquía a la Alianza”.
Ante la posibilidad de que se produjeran estas sanciones, Erdogan ya advirtió el viernes pasado de que cualquier acción de EE.UU. en represalia por la compra de armamento ruso supondría “una falta de respeto a un socio muy importante de la OTAN”.
En 2017, Erdogan y su homólogo ruso, Vladímir Putin, firmaron un trato valorado en 2.500 millones de dólares para la compra de las baterías rusas de defensa aérea S-400.
A pesar de la presión que EE.UU. puso sobre Ankara, Erdogan aceptó la primera entrega de esos misiles en julio de 2019 y, una semana más tarde, EE.UU. suspendió la entrega de cazas F-35 a las Fuerzas Armadas turcas.
A EE.UU. le preocupa que Turquía use esos cazas F-35 cerca del sistema antimisiles S-400 porque cree que podrían dar lugar a una transferencia de información, lo que podría poner en peligro los secretos de la OTAN.
Estas sanciones complican aún más la relación de EE.UU. con Turquía a solo un mes de que asuma la Presidencia de EE.UU. el demócrata Joe Biden, que será investido el 20 de enero.
EFE