La Agenda 2030 se levanta como el instrumento de planificación y medición de los “Objetivos de Desarrollo Sostenible” (ODS). dicha Agenda es la “continuación mejorada” de los “Objetivos de Desarrollo del Milenio” (ODM) que se establecieron en el año 2000 por los países miembros de las naciones unidas. La Agenda 2030 es un programa impulsado por la ONU que forma parte del programa de las naciones unidas para el desarrollo, y que aborda 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que a su vez se disgregan en 169 metas a alcanzar. Dicha Agenda fue aprobada por los 193 estados miembros el 25 de septiembre de 2015 en conjunto con el nuevo acuerdo sobre el cambio climático. Los ODS abarcan las diferentes esferas económica, social y ambiental. La innovación y la acción común son clave en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, por ello, cuentan con la participación de nuevos actores, el sector privado y la sociedad civil. Cada país es responsable de cumplir sus metas. Plantear el cumplimiento de los objetivos en el marco de una acción conjunta es un acierto incuestionable. Ahora bien, todo reposa en la responsabilidad de cada país y su capacidad de establecer mecanismos de cooperación con el resto de la comunidad mundial. Sin embargo, muchos de estos problemas están siendo planteados como metas individuales de los países. Esta visión tradicional de responsabilidad geográfica basada en la soberanía, limita en demasía los resultados que de seguro se obtendrán en el 2030.
¿Por qué?
Están siendo planteados desde lo individual, cuando pudieran ser planteados desde la perspectiva de bienes públicos globales. De esta manera, se vería con claridad la necesidad de orientar las acciones a través de recursos centralizados. Los problemas de naturaleza global no necesariamente responden a medidas individuales de los países, o a las capacidades técnicas o económicas que los mismos dispongan para atenderlos. Las emisiones de carbono son un ejemplo de cómo los dos grandes colosos: usa y china representan más del 80% del problema y de la solución. Toda la comunidad internacional sin ellos no basta para atacar el problema. Por otra parte, si queremos abordar el tema del hambre o de la educación en áfrica, o la desertización, para sus naciones es imposible en la práctica abordar sus soluciones con los recursos de que disponen. incluso, si abordamos el tema financiero mundial, el “riesgo país más el señoreaje” hace más costoso el financiamiento para los países pobres colocándolos en una situación mayor vulnerabilidad que los países del norte, con lo cual cualquier medida de atención por lograr avances en los asuntos dispuestos en la agenda 2030 es más costosa. Es decir, con la misma cantidad de recursos pueden lograr menos. Otro ejemplo es la estabilidad financiera mundial: Mientras existen países que en nada influyen en la estabilidad del mercado mundial, hay cerca de 10 que concentran cerca del 90% del poder para causar una crisis. Si USA aplica una política monetaria expansiva, todos los países que mantienen sus reservas en dólares sufren la disminución del poder de compra de sus ahorros. Simplemente, no es posible atender integralmente estos temas sin una visión global, y un presupuesto centralizado. Un presupuesto que no dependa de la capacidad o voluntad de los gobiernos nacionales para ser cubierto.
¿Y los churupos?
Aquí es donde hay que aplicar todo el ingenio del mundo. Es un problema para nada despreciable el abordar la problemática mundial desde una perspectiva que trascienda la soberanía. Algunos se horrorizan con la idea de crear una estructura administrativa mundial que se avoque a darle visión sistémica a los problemas de la humanidad. Como si ya no existiera un marco institucional que de una forma u otra funciona como un gobierno mundial, la diferencia es que los mecanismos a través de los cuales operan están limitados por su falta de financiamiento y su dependencia al mecenazgo de algunas potencias a las cuales suelen tener que peinar las barbas.
David Mendoza Yamaui
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