¡Orgullo latino! Actor venezolano conquista Nueva York con su talento (Entrevista)

¡Orgullo latino! Actor venezolano conquista Nueva York con su talento (Entrevista)

Fotógrafo: Mauricio Villahermosa

La industria del entretenimiento venezolano ha empeorando con el pasar del tiempo; el cine y la televisión poco a poco se ha ido deteriorando a causa de la situación económica, social y política que ha vivido el país, pero aún así, el talento venezolano no ha decaído, algunos continúan en Venezuela apostando por un futuro y una mejor calidad de vida, mientras que otros se han ido en busca de nuevas oportunidades pero siempre dejando el nombre de su nación por todo lo alto.

Un actor venezolano echándole ganas en Nueva York

Pablo Andrade, es uno de estos jóvenes artistas que salieron de su terruño en busca de mayor conocimiento y oportunidades; y gracias a su gran talento y a su amor por la actuación, ha ido conquistando escenarios en la movida teatral en Estados Unidos.

En una entrevista exclusiva, el también director y productor teatral habló sobre su vida en Estados Unidos como actor latino, así como también sobre su relación con Venezuela, que a pesar de llevar tiempo fuera, todavía tiene una gran conexión con la tierra que lo vio nacer.

Un actor todo terreno

Andrade, quien asegura amar la actuación, también podría definirse como un director empedernido, ya que además de contar con una gran lista de proyectos en su filmografía como actor, también ha tenido la oportunidad de dirigir y escribir algunos proyectos.  También lleva en sus venas el don de la docencia, pues imparte clases en HB Studios (organización sin fines de lucro que ofrece capacitación profesional en las artes escénicas).

Fotógrafo: Mauricio Villahermosa

Y por si fuera poco, también es dueño se su propia compañía teatral Corezon 

  • ¿Por qué te fuiste de Venezuela?

Me fui motivado por mi carrera: quería estudiar actuación de manera profesional, vivir nuevas experiencias y crecer como artista. Esa motivación me trajo a Nueva York para formarme en el HB Studio y aprender de cerca todo lo que Uta Hagen había escrito en sus libros –que eran mis favoritos y me habían intrigado profundamente–. Al principio, pensaba estar solamente por el tiempo de duración del conservatorio, pero gracias a Dios me empezaron a llegar muchas oportunidades de trabajo, por lo que me quedé actuando en Estados Unidos.

  • ¿Cuáles fueron tus últimos trabajos artísticos en Venezuela?

Antes de irme en el 2011, actué y produje el Festival Centenario de Tennessee Williams: participé en obras estupendas incluyendo Un tranvía llamado deseo, Háblame como la luvia y Queens&Queers, con los directores Orlando Arocha, Diana Volpe y Julio Bouley, una de las experiencias más lindas que tengo en las tablas venezolanas.

Sin embargo, mi último –más reciente– trabajo en Venezuela fue en el 2019, cuando regresé a Caracas por primera vez en varios años para servir como uno de los protagonistas de la película Así es la química. Fue una experiencia muy emocionante para mí, no solo por lo divertido que fue participar en el proyecto sino también por reencontrarme con mi país después de varios años.

 

  • ¿Piensas volver al país a realizar algún proyecto cinematográfico?

No por el momento. Han habido conversaciones para hacer la parte 2 y la parte 3 de Así es la química, pero nada ha sido concretado. Estaremos esperando por el estreno de la película a ver qué rumbo toman las cosas, pero me emocionaría mucho volver al país por un ratico a trabajar con mi gente.

  • ¿Qué opinas del cine venezolano actual… consideras que le falta algo?

Si estamos hablando de talento, el cine venezolano tiene de sobra. Nuestras producciones están llenas de pasión y creatividad, de gente que le echa pichón y trabaja con las uñas para hacer verdaderas obras de arte, lo cual es absolutamente admirable. Después de hacer Así es la Química en el 2019 –en una Venezuela ya sumergida en una crisis profunda– me quedó muy claro que nuestros cineastas venezolanos son unos duros.

Fotógrafo: Mauricio Villahermosa

Si estamos hablando de oportunidades y dinero, lamentablemente, nuestra industria –al igual que el país entero– no ha sido immune a la destrucción que ha afectado todos los rincones. No solo es difícil sobrevivir en el país, sino que se hace imposible crear cuando las necesidades básicas no están cubiertas. Cuando hay mucha hambre, hay pco espacio para el arte. Lo mismo pasa en el extranjero.

La fuga de talentos presente por la migración venezolana dificulta que sigamos creando porque estamos regados por el mundo, y el tiempo se nos ocupa más en la supervivencia que en alimentar los sueños. Ninguno de los dos lo tenemos fácil.

Sin embargo, los venezolanos son gente llena de talento y creatividad y, tanto los que se fueron como los que se quedaron, están nutriéndose de las industrias artísticas que los rodean y abriéndose paso en distintos horizontes.

Al cine venezolano le falta dinero y un país donde poder poner sus cimientos, todo lo demás lo tenemos.

  • ¿El cine venezolano es más que historias de secuestro, prostitución y corrupción?

 

Sí, ¡claro que lo es! Pero habría que preguntarnos por qué son éstas las historias que consiguen protagonismo en nuestro cine.

El arte es el reflejo de la sociedad, así que quizás el cine venezolano nos advierte de estas tragedias que debemos enfrentar en la vida real y las llevamos a la pantalla grande porque tenemos que drenar la herida de alguna manera.

 

  • ¿Si te toca dirigir una obra, película o serie sobre la situación de Venezuela que nombre le colocarías y por que?

     

Ya mi esposa y yo tenemos un proyecto que estamos desarrollando sobre estas historias. Se llama “Forasteros” y es una conmovedora pieza escrita por ella, Yessi Hernández, que empezó como un monólogo y ahora estamos adaptándolo para dos versiones: una para teatro con un elenco; y otra para cine.

La versión monólogo nos trajo muchas satisfacciones y nos dimos cuenta de que esas historias que necesitan ser contadas. Son historias que llevamos clavadas en el pecho y necesitan salir para ver la luz, como dicen: “toma tu corazón roto y conviértelo en arte”.

 

  • ¿Cómo ha sido tu experiencia cómo artista venezolano en el mundo teatral estadounidense?

¡Maravillosa! De mucho aprendizaje. He tenido la oportunidad de trabajar con artistas de todas partes del mundo y el intercambio cultural ha sido infinitamente nutritivo y conmovedor. Estados Unidos es un país construido por inmigrantes, particularmente las artes en Nueva York se han hecho mundialmente famosas como resultado de la gran concentración e intercambio de artistas con experiencias tan diversas. Al conocer tantos de esos artistas ahora entiendo de dónde viene ese poder.

  • ¿Se te da mejor interpretar al personaje malo (villano) o al bueno?

Me gusta mucho interpretar a los antagonistas, me divierten enormemente y me dan mucha libertad de juego, pero trato siempre de encontrarle al “malo” algo de bondad y, asimismo, un poquito de maldad a los personajes “buenos”. Los mejores personajes son complejos y tridimensionales. Y son esos –los personajes complejos– los que me encantan abordar actoralmente.

  • ¿Comedia o drama?

Creo que la comedia es más difícil de encontrar que el drama –por lo menos para mí– pero como estoy interesado en jugar con los contrastes, siempre busco construir la comedia que te hace llorar y el drama que te hacer reír.

  • ¿Cuál ha sido su interpretación más difícil?

¡Todas! No importa en qué medio esté trabajando, no importa qué tan grande o pequeño sea el papel, cada personaje requiere muchísima energía y siempre me muero de miedo antes de enfrentarme al público o la cámara. Ese miedo es espeluznante y adictivo, y espero siempre tenerlo porque te despierta todos los sentidos y te invita a estar verdaderamente vivo en escena.

  • A propósito de la pandemia.. ¿Qué impacto ha tenido esto en el mundo del entretenimiento según usted?

Nos ha afectado profundamente. Muchísimos proyectos se han pospuesto o cancelado, muchos artistas se han quedado sin trabajo alguno, muchos teatros han cerrado (varios de ellos para siempre) y las pocas producciones audiovisuales que han podido seguir, han cambiado radicalmente la manera en cómo trabajan: reduciendo personal y horas.

También a nivel emocional hemos quedado devastados: hemos perdido a muchos artistas queridos; muchos otros se han arruinado, enfermado o perdido la cabeza con tanto encierro. Ha sido un momento difícil para todos.

Sin embargo, en el momento de mayor oscuridad siempre hay un rayo de luz: hemos aprendido lecciones valiosas, y hemos visto en perspectiva la importancia de la familia, de la salud y del mundo del arte. Además, algunos cambios y experimentos en el entretenimiento son bastante positivos: ahora todas las audiciones son por video conferencia, las lecturas de libreto y muchos ensayos también se hacen así, las clases de actuación funcionan muy bien en el formato virtual y pueden reunir a gente de todas partes del mundo.

En mi clase virtual en HB Studio, por ejemplo, tengo estudiantes conectados de todos los rincones de Estados Unidos, y de Colombia, Costa Rica, España, Guatemala y hasta Australia. Paradójicamente nos hemos unido más a la distancia usando las herramientas tecnológicas. Creo que muchos de estos cambios llegaron para quedarse, pues ya íbamos encaminados a un futuro de conexiones remotas y esta pandemia aceleró el proceso.

  • ¿El cine, la televisión desaparecerán con el streaming?

     

No creo que el cine desaparezca. Hay algo en ese ritual mágico de sentarse frente a una gran pantalla a oscuras, que no puede ser reemplazado. Y, aunque creo que la televisión ha perdido parte de su relevancia, sí que se mantendrá pero de manera diferente.

Es como el teatro, ¿sabías que el teatro tiene siglos “desapareciendo”? Se pensó que el teatro iba a ser reemplazado por el cine, y el cine por la televisión… Lo que ha pasado es que surgen nuevos medios para contar historias y eso lo veo como algo positivo: son más oportunidades de trabajo para todos los artistas, más formas de expresarnos y crear; pero te aseguro que la magia del cine y el teatro no se extinguirá nunca.

Siendo un inmigrante venezolano en Estados Unidos…

 

  • ¿Te ha tocado realizar otros trabajos a parte de la profesión de actor?

He tenido la gran fortuna de siempre estar trabajando en el mundo del entretenimiento de una u otra manera: como actor principalmente, pero también como director, productor, profesor, coach, diseñador o técnico. Hace años tomé la (¿valiente?) decisión de enfocarme en mi carrera aunque tuviera que “pasar roncha” en muchos momentos. Ahora miro hacia atrás y no sé cómo lo hice, cómo sobreviví tanto tiempo. Gracias a eso, hoy en día puedo levantarme y hacer lo que amo. Y soy consiente de la increíble suerte que tengo como artista para vivir del arte, sobre todo como inmigrante, ¡no es fácil! Y lo valoro con todo el corazón.

Creo que esta suerte se debe también a la versatilidad artística que viene desde mi formación en Venezuela, y de la necesidad que tengo de comunicar, explorar formas y fondos, y emprender mis propios proyectos. Soy un apasionado de las artes escénicas y estoy constantemente desarrollándolas de una u otra manera. Yo soy feliz creando y no tengo que estar necesariamente actuando para llegar a ese lugar. El arte nace donde se necesite.

  • ¿Qué nuevos proyectos vienen para Pablo Andrade?

En febrero comienzo los ensayos de La Tía Julia y el Escribidor en el Teatro Gala de Washington DC. Estoy muy emocionado de volver a interpretar a Mario Vargas Llosa, “Marito”, en esta producción adaptada por Caridad Svich. Será, además, la primera vez que esté en las tablas desde que comenzó la pandemia en marzo. Estaré allá unos pocos meses y, paralelamente, estaré dando varias clases online en HB Studio desde mi habitación de hotel.

Una vez que termine la obra en Washington, regreso a Nueva York a dirigir un laboratorio actoral en HB Studio. Será una exploración internacional teatral híbrida (con muchos encuentros virtuales y algunos presenciales) de la obra Un enemigo del pueblo de Henri Ibsen. Una pieza que ha estado gravitando mi subconsciente por varios años y no puedo esperar para trabajar en ella.

Además de eso, estoy enfocado en varios proyectos desde el punto de vista de producción y gerencia artística: la nueva obra de mi compañía de teatro Corezon; muchos talleres artísticos que estaremos creando para HOLA (la Organización Hispana de Actores Latinos); el portal La Guía Cultural que mantiene un calendario de eventos artísticos y una revista digital para Nueva York totalmente en español; Reel for Actors, que es una compañía productora de cine especializada en ayudar a los actores a crear sus reels profesionales; y Site for Artists que, similarmente, tiene la misión de ayudar a los artistas a crear sus páginas web a bajo costo. 2021 se muestra cómo un año prometedor. ¡Ojalá lo sea para todos, y podamos echar para adelante y abrazarnos de nuevo!

 

  • ¿Si no hubieses sido actor… que estuvieses haciendo ahorita?

 

¡¡Director!! O cualquier carrera técnica dentro del teatro o el cine. Ahora, si no hubiese podido dedicarme a nada cercano al arte, probablemente estuviera programando, haciendo diseño web, o construyendo chips y robots, quién sabe. Me gusta mucho todo ese mundo y lo retomé un poco en el proceso de creación de La Guía Cultural. Además, si no me hubiera llamado la vocación artística, no hubiese dejado mi carrera de ingeniería electrónica. Me hubiera ahorrado ese gran problema con mi familia en aquella época también (risas).

 

  • Has ganado premios (Premios HOLA, Latin ACE Awards y ATI Awards) ¿Te quita el sueño ganar un Tony, Globo de Oro o un Óscar?

 

No me quita el sueño, la verdad. Claro que ganar un Tony o un Oscar sería fantástico –no te voy a decir que no– pero  creo que la motivación de un artista no puede venir desde la vanidad, sino desde el servicio.

Lo que me quita el sueño es que, ojalá, no deje nunca de trabajar en lo que amo y lo que me mueve, todo lo que venga detrás es un regalo.

  • ¿Cuál es el mensaje para aquellos amantes de la actuación que aún no viven la experiencia de actuar?

Yo creo que todos los seres humanos deberían tener la experiencia de actuar en algún momento, aunque no estén buscando perseguir una carrera en el área. El estudiar actuación nos enseña un montón de habilidades muy valiosas para nuestro desenvolvimiento en la sociedad: nos ayuda a comunicarnos mejor, desarrolla nuestra empatía, ayuda nuestra memoria, nos hace más observadores y nos enseña mucho de nosotros mismos. Es, además, una gran herramienta terapéutica, ¡y podría quedarme dándote miles de razones más! En mi compañía –Corezon– hemos desarrollado varios talleres de actuación dirigidos a grupos de profesionales de otras áreas, por ejemplo en el Banco Mundial, y los resultados siempre han sido maravillosos y sorprendentes. Actuar es una maravilla para el alma.

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