El final de la película de las elecciones en los Estados Unidos no parece que va a finalizar el 20 de enero con la ascensión de Joe Biden a la presidencia, Trump ha recorrido mucho trecho para abandonar su estrategia de polarización del país, en los comicios más conflictivos y cuestionados de la historia de esa nación.
El desenlace de esta historia no está escrita con la partida de Trump de la Casa Blanca porque esta guerra tiene varios escenarios y niveles, los institucionales en donde Trump ha sido derrotado en sus reclamos de fraude y otros que desconocemos pero que tienen que ver con las cartas que Trump tiene guardadas para atacar a sus enemigos con revelaciones de informaciones delicadas que involucran a personajes de la política norteamericana y mundial, es decir Trump va contra el sistema que según él permitió el fraude que le cometieron, para esto tiene que neutralizar el poder de los medios que prácticamente lo han censurado, creando un precedente inédito que hará derramar ríos de bites en el futuro, cuando se mida el impacto de esta acción coordinada de las grandes cadenas de televisión y los dueños de Twitter, Facebook y otras plataformas digitales que dieron un mensaje al mundo mostrando el enorme poder que tienen silenciando nada más y nada menos que al presidente de la nación más poderosa de la tierra.
Nadie en este momento puede saber con certeza que va a ocurrir después del 20, lo que si queda claro es que van por Trump con todo y a la vez el catire se prepara para librar la madre de todas las batallas. Trump no va a salir de la escena política como un viejo actor que se despide con nostalgia de los días de gloria, algo se guarda que en su momento va a sacar a la luz pública salpicando a sus enemigos que no son pocos. Lo que queda claro es que rusos, chinos, iraníes y latinoamericanos están a la expectativa de lo que pueda suceder.
En el caso venezolano la polarización de las candidaturas vendió una imagen que no se corresponde con la realidad, es imposible que Biden con más de 35 años en el Congreso, reelecto todas las veces que aspiró sea simpatizante del comunismo, esa acusación hecha en el fragor de la campaña se cae por carecer de una base real que la sustente, esto ha disminuido el temor que al principio había en algunos sectores opositores venezolanos al declarar que la nueva administración va a seguir apoyando al gobierno interino de Juan Guaidó y no va cesar de presionar al régimen de Maduro, lo que si puede variar un poco es el estilo de enfrentar el problema del caso Venezuela, la retórica y la estrategia para negociar unas elecciones libres, creíbles, equitativas y con observancia internacional que aporten una salida política democrática.
La oposición venezolana tiene un gran reto si se da ese escenario, recuperar la confianza de la vía electoral, la clase política no puede cometer el error de creer que su decisión de participar si ese es el caso va a movilizar automáticamente a la mayoría descontenta a los centros de votación para depositar su voto por los candidatos que elijan los partidos políticos casi todos desconectados de la tragedia de la crisis humanitaria, esa confianza tiene que recuperarla la dirigencia política acompañando las causas, las batallas que libra el pueblo para sobrevivir, que sufre las malas decisiones de un gobierno incapaz de ofrecer soluciones concretas, Guaidó y los que han manejado recursos en nombre del pueblo en el gobierno interino, tienen que convencer que esos recursos han sido manejados de manera transparente y si alguien cometió irregularidades responsabilizarlo en lo que le toca y sobretodo hacer un verdadero esfuerzo para presentarse lo más unidos que se pueda, con una estrategia coherente que generé esperanza de cambio hacia una mejor calidad de vida.
En cuanto a los Estados Unidos Biden está claro en no cesar en el empeño de recuperar la libertad y la democracia para Venezuela, no hay que olvidar que Trump ganó Florida, un estado que votaba demócrata, ese cambio hay que analizarlo bien y pase lo que pase con Trump, hay que reconocerle que su estilo agresivo con Cuba y Venezuela ha detenido la expansión del ALBA y del socialismo castrista en el continente.