El 4 de marzo de 2018 en Salisbury, pequeña localidad de Inglaterra, los espías rusos Alexander Petrov y Ruslan Boshirov envenenaron con la sustancia nerviosa Novichok al exagente del GRU –Servicio de Inteligencia Exterior Ruso–, Sergei Skripal y a su hija Julia Skripal, ambos sobrevivieron, mientras Petrov y Boshirov huyeron a Moscú. Así lo informó al Parlamento Inglés la primera ministra Theresa May, ordenando al tiempo, la expulsión de 23 diplomáticos rusos de Londres; por su lado Vladimir Putin respondió con igual medida, cerrando además el consulado británico en San Petesburgo.
Sergei Skripal, fue arrestado en Moscú en 2004 y seis años más tarde dejado en libertad luego de un canje de espías presos entre Londres, Washington y Moscú. Su experiencia de más de 30 años como espía ruso en varios países del mundo, entre ellos España en 1995, donde fue reclutado en una impecable operación por un agente británico del MI6, fue clave para entender, descifrar y neutralizar las redes de espionaje ruso en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.
Las tensiones entre Oriente y Occidente se han intensificado últimamente, debido a las denuncias de espionaje electrónico ruso en elecciones del Reino Unido, Alemania, Francia, Dinamarca, España y Estados Unidos; la guerra comercial entre EE. UU. y China; el endurecimiento de Trump hacia Cuba y la captura de Álex Saab en Cabo Verde. Y aquí, Colombia se ubica en el mapa de actores e intereses geoestratégicos en juego. Solo en el último mes, el gobierno expulsó de Bogotá a dos espías rusos y a varios venezolanos, y en informe oficial entregado a una revista develó la injerencia cubana en asuntos de seguridad interior, también fue motivo de debate en el caótico proceso electoral estadounidense.
Realidad o ficción son las conjeturas que se tejen en la era actual del espionaje y el contraespionaje en Colombia y en la región, que se avivan con singular fantasía en época electoral y que generan más dudas, caos y confusión, que convicción y confianza. Acudiendo al espectáculo político y a la especulación periodística, con bastante espuma, escasa evidencia y predeterminado sesgo. Claro que las pruebas existen, pero no pueden estar a disposición de los medios, ni de los políticos de turno. En una democracia seria, estas reposan sigilosamente en los archivos clasificados de ultrasecreto de los estados.
Las conjeturas que se tejen en la región se avivan con singular fantasía en época electoral y generan más dudas, caos y confusión, que convicción y confianza
Hoy Venezuela es la Cuba de hace 15 años para Rusia y su otrora base de inteligencia militar en Lourdes, en la Isla, ahora opera en fuerte Tiuna, Caracas a 1400 k de Bogotá; Maduro acude a Rusia para que presione a Cabo Verde por la libertad de Álex Saab, el que además de testaferro, espiaba en Colombia para el régimen; y Cuba mueve sus fichas de cara a una eventual recomposición de relaciones con EE. UU., procurando aparente distancia con Rusia al rechazar la invitación de Putin para integrarse a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva; sin embargo su actitud es enigmática y la regresa al pasado, cuando se mantiene en posición de proteger, sin razón, a los máximos cabecillas del ELN luego del vil asesinato de 22 jóvenes estudiantes en la Escuela de Cadetes de Policía en Bogotá.
Afrontamos álgidos movimientos de espionaje y contraespionaje con acciones de inteligencia y contrainteligencia humana y cibernética, dirigidas a usurpar secretos, adoctrinar y cooptar esferas de poder, obtener controles sobre la economía y la tecnología, y financiar proyectos políticos y sociales. Este es el espectro de preocupaciones que demandan foco, esfuerzo y recursos para las agencias de seguridad del estado, pues si bien la presencia de movimientos de solidaridad con Cuba, Nicaragua y Venezuela son tradicionales en Colombia y otros países, su alcance, es más simbólico, doctrinario y propagandístico, y funcionan con muy bajos recursos; pero no hay duda que son fachadas perfectas!.
Los matrimonios rusos con parejas latinoamericanas, la compra de establecimientos comerciales, cafés internet, agencias de viajes, empresas de comunicaciones, financieras y el uso de falsas identidades, propias de la posguerra fría, son operaciones sofisticadas de espionaje y están vigentes en Colombia y en el mundo. También, la asignación en misiones diplomáticas de expertos en criptografía, electrónica, cibernética y reclutamiento de fuentes y agentes. Y para ello, aprovechan la vulnerabilidad de nuestras porosas fronteras físicas y virtuales, utilizándolas como boquete para penetrar la infraestructura estratégica y crítica de la nación. ¿Estamos preparados para detectar y contener el tránsito de armas de destrucción masiva y de agentes químicos?, ¿resistimos ataques cibernéticos profundos, estructurados y fulminantes?, ¿disponemos de una contrainteligencia de estado lo suficientemente fuerte para prevenir, contrarrestar y responder a estas amenazas?
La Dirección Nacional de Inteligencia –DNI–, debe apartarse de misiones relativas a la seguridad interior, esto la coloca en serios riesgos de politización y es urgente escalar su capacidad para proteger los intereses superiores de la seguridad del estado; requiere del presupuesto suficiente para potenciar la profesionalización, cobertura y fuerza del servicio de inteligencia exterior y de la contrainteligencia, elevar las habilidades de sus hombres y mujeres en espionaje y contraespionaje (tradecraft), afianzar el respaldo y la confianza de las agencias extranjeras, amigas y acreditadas oficialmente en el país, profundizar la formación en valores, derechos humanos y vocación de patria. Ellos son reserva moral, están liderados por oficiales y suboficiales activos y retirados de la Fuerza Pública, altamente calificados y también por civiles rigurosamente seleccionados, estudiados y experimentados en inteligencia, seguridad y defensa; todos ellos consagrados en servirle a la nación desde una profesión de altísimo riesgo, anónima y vital. La compleja y sensible tarea de la Contrainteligencia del Estado está en sus manos y aún se necesita la audacia de David para vencer a Goliat.
Juan Carlos Buitrago Arias || LAS 2 ORILLAS