El poder no desgasta a quienes lo ejercen como servicio público. Asumir funciones que implican el bienestar y la calidad de vida de otros, así como, la preeminencia del país que se representa requiere de condiciones humanas excepcionales no hay tratamiento dosificado que pueda ayudar a un ser humano a darle representatividad de gobernante si no posee valores, principios y actitudes que garanticen el éxito de una gestión para bien de todos.
El poder es el test más fiable que se conoce. A mayor capacidad intelectual, mayor coherencia y sentido común, mayor respeto por los demás y más plena madurez mental y psíquica, menos necesidad de manosear el poder y más disponibilidad para delegar en otros, para compartir poderes y para hacer lo posible de que todos los ciudadanos se sientan libremente representados, que eso es la verdadera democracia.
Da igual que el poder lo desempeñe un súper elegido incapaz, en cuyo caso será un país que sufra todas consecuencias o que el poder lo desempeñen en una oficina pública el hijo del jefe que es el más inepto de todos, pero es quien manda.
Angela Merkel encarnó en su desempeño: “Competencia, habilidad política, dedicación y sinceridad”, valores intrínsecos que permitieron durante 18 años dirigir a 80 millones de alemanes.
No hubo nepotismo en su gestión. No privó lo mediático, medios de comunicación marcados por el “peculado de uso” que la exhibieran como mujer maravilla con varita mágica; sin embargo, consciente de su rol con integridad y sin postura de imagen pre-fabricada, con su indumentaria característica ajustada a su manera de ser, se le llamó: “La Dama del Mundo”, auténtica servidora pública, ama de casa con oficios domésticos que cumplir, sin servidumbre para vivir y gozar la vida regalada a costa del erario público y gastos de representación.
No vaciló en reconocer públicamente que su vestimenta llevada con sencillez no era obstáculo para servir a su pueblo, ya que no era una modelo, era una servidora pública consciente de su responsabilidad.
Hago propia la opinión de una coriana que vive en el Sur de Alemania, Magly Heredia Fuguet “Aquí le dicen DIE MUTTI que en lenguaje cariñoso significa Mami. Es realmente una lideresa un ser humano especial, su forma de gobernar es incluyente, respetuoso e inteligente, muchas veces no consigue oposición de sus adversarios; es muy interesante darse cuenta como el sistema de gobierno permite que el pueblo tenga calidad de vida y también mantenga su liderazgo mundial”.
Angela Merkel marcó la diferencia para gobernar.
En buena hora esta mujer, disciplinada de carácter firme nos enseña que las oportunidades que Dios nos dá para gerencial en función del bien común se fundamenta en la autoridad con respaldo de la honestidad, de la coherencia de vida y del buen ejemplo, para demostrar con hechos que se labora por el bienestar de seres humanos que siempre esperan lo mejor. Lejos de la frivolidad vanidosa que busca impresionar pero que no deja resultado positivo a los pueblos.