Aunque la sobria ceremonia de inauguración del nuevo presidente fue bien recibida y su discurso apropiado a la situación de máxima tensión existente en la nación, los problemas fundamentales de los Estados Unidos no parecen haber tomado aún el camino de su solución. Este camino permanece difuso ante los ciudadanos. Se requiere un acto de liderazgo del nuevo presidente que hable a la Nación, quizás en sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso, para delinear su visión de donde estamos, cuales son los principales problemas que nos aquejan y hacia dónde se dirige su administración, a fin de definir el rumbo de la nación con claridad ante los 350 millones de ciudadanos.
Si yo fuera Joseph Biden seleccionaría no más de cinco asuntos fundamentales que merecen atención inmediata por su gravedad. Hablar de más asuntos diluiría el impacto que pudiera tener el discurso. Cuales serían estos cinco tópicos (el equipo presidencial los deberá seleccionar en base a un cuidadosos análisis). Yo pensaría en los siguientes:
1- LA ANIMOSIDAD SUICIDA EXISTENTE ENTRE LOS DOS PARTIDOS DEL SISTEMA Y LA NECESIDAD IMPERIOSA DE ESTABLECER UN NIVEL BÁSICO DE CIVILIDAD EN EL DISCURSO POLÍTICO
2- LA CUESTION INMIGRATORIA
3- LA POSICIÓN DE LA NACION FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO
4- LA ECONOMÍA DE LA NACIÓN Y EL PAPEL DEL ESTADO
5- LA GRAN BATALLA CONTRA LA PANDEMIA
De estos cinco asuntos que creo fundamentales, hay uno, el de la batalla contra la pandemia, que no es necesariamente recurrente, que no es parte estructural de la textura nacional, como son los otros cuatro, pero que – dada su intensidad – es probablemente el que requiere de un inmediato esfuerzo nacional mejor coordinado entre estados y el gobierno federal. Ese es en este momento el enemigo a vencer, ya que las vacunas existentes no se están aplicando con la eficiencia necesaria para permitir un pronto regreso a la normalidad sanitaria.
Sería presuntuoso de mi parte pretender sugerir el contenido de los mensajes de Biden para los cinco grandes asuntos que le importan a la Nación. El equipo del nuevo presidente debe tener todos los elementos que necesita para armarlos. Lo que será indispensable es el tono y la calidad del mensaje. El país está deshilachado, confuso. El clima es de agresividad, de apego a teorías conspirativas, de resentimiento y renovados viejos odios. Es preciso hablarle al país con la verdad por delante.
En lo relacionado con la extrema animosidad existente Biden deberá poner la responsabilidad sobre todos quienes la tienen, no solamente sobre un sector. El presidente deberá inspirar a la Nación a ser grande, a darse cuenta de que solamente en armonía puede encontrar el camino que la llevará fuera del actual laberinto.
En la cuestión inmigratoria Biden deberá convencer a los estadounidenses que la respuesta a la presión de movimientos humanos, de sitios donde no pueden obtener lo esencial para sobrevivir a sitios de mayor estabilidad social, va más allá de lo puramente político y que una pared entre países no es la solución. La solución requerirá un conjunto de medidas tomadas simultáneamente que ataquen las razones por las cuales la gente emigra de los países de origen y racionalicen el influjo de inmigrantes al territorio estadounidense, incluyendo la posible creación de una faja fronteriza administrada por los Estados Unidos, que sirva de amortiguador a la presión sobre las fronteras estadounidenses. Esta idea de un territorio intermedio que pueda ser administrado conjuntamente entre USA y México amerita ser elaborada en detalle y nunca la he visto esbozada.
La posición de los Estados Unidos frente al cambio climático debe estar de acuerdo con lo que la inmensa mayoría de los científicos han postulado. Es un problema real, no hay una solución única, es imposible cruzarse de brazos frente al fenómeno o pretender que es una mentira urdida por sociedades secretas que buscan dominar al mundo.
La economía de la nación y las políticas públicas del estado deberán ser planteadas con total sinceridad por el nuevo presidente. El Presidente Trump basó su campaña de reelección en la prédica de que Biden era “comunista”, que entregaría el país a esa ideología. Biden debe poner en claro su postura, ya que entre un papel moderado del estado en materia de asistencia social y la conversión de los Estados Unidos en un país “comunista” ciertamente hay un largo trecho.
El país necesita que el nuevo presidente le ilumine el camino a transitar, que plantee con candor y coraje las soluciones que tiene en mente, que se le diga al país donde estamos, a fin de que todos podamos aportar esfuerzos para superar las grandes crisis, respetando diferencias de opinión, rechazando nuestra conversión en miembros de tribus salvajes que solo buscan la destrucción del “enemigo”.
En 1971 el caricaturista Walt Kelly, el creador de POGO, publicó la caricatura que ilustra esta nota: HEMOS ENCONTRADO AL ENEMIGO Y SOMOS NOSOTROS. No permitamos que sean nuestros rencores, nuestros prejuicios, nuestros odios tribales, nuestras mezquindades, lo que se conviertan en herramientas de destrucción de la civilización.
Homo sapiens, si merece este calificativo, debe ser capaz de actuar por encima de esas debilidades.