De padre campesino, dedicado a la siembra y cría de ganado en tierras rentadas, Rafael Caro Quintero nació el 3 de octubre de 1952. Su tío era Lamberto Quintero, un capo de la droga asesinado en 1976.
El Narco de Narcos pasó casi tres décadas en la cárcel por el asesinato de Enrique “Kiki” Camarena, ex agente de la DEA, y fue fichado por diversas instancias como la Interpol, el FBI y la DEA, quien aún lo tiene en la mira como objetivo prioritario.
Su nombre volvió a tomar fuerza por un informe de las autoridades estadounidenses, en el que lo ubican al mando de uno de los frentes del Cártel del Pacífico (o de Sinaloa), la organización criminal que fundó el Chapo a finales de los años 80.
Está acusado de cuatro cargos relacionados con el crimen organizado, conspiración para cometer delitos violentos, secuestro de un agente federal, así como el crimen de asesinato por este caso. Es requerido por la jurisdicción central de California, de acuerdo con la DEA, que lo fija como objetivo prioritario.
Presuntamente, El Narco de Narcos lideraría una célula llamada Cártel Caborca, que a su vez está en disputa de la plaza contra Los Durangos, facción ligada a los Chapitos, hijos de Guzmán Loera. Esto confirmaría la versión del gobierno estadounidense sobre las actividades del capo.
En entrevistas dijo que de la Noria se fue a Caborca, Sonora, y que allí se hizo ganadero. La otra versión cuenta que se enroló en el grupo de Pedro Avilés Pérez, capo que dominó el tráfico de marihuana en el Pacífico. De él aprendió el cultivo básico, que más tarde perfeccionó con sofisticadas técnicas agroindustriales para cultivar la marihuana sin semilla que introdujo de California, Estados Unidos
Su creatividad impulsó su poder y su fortuna. Elaine Shannon, autora del libro Desperados, afirmó que Caro Quintero “transformó la marihuana mexicana de hierba común en humo de conocedores”.
Sus cultivos se extendieron por seis estados al menos, entre ellos Chihuahua, donde se hace de una propiedad de 12 kilómetros conocida como El Búfalo, una proeza de ingeniería agroindustrial, enclavada en el desierto, donde trabajaban al menos 11 mil jornaleros.
De sus propiedades, destacaba su hacienda de Caborca, en Sonora, conocida como El Castillo. Era una construcción que imitaba un castillo medieval y cuyo costo las autoridades calcularon entonces en 4 millones de dólares.
Desde entonces la DEA tuvo en la mira. Por sus informes, el gobierno federal ordena una operación en el Búfalo, el 6 de noviembre de 1984. De cuerdo con las notas periodísticas de la época, participaron 270 soldados, 170 agentes de la Policía Judicial Federal, 35 agentes del ministerio público, 50 agentes auxiliares, 15 helicópteros y tres aviones Cessna. Como resultado, Caro Quintero perdió 8.500 toneladas de marihuana ya cosechada.
Su venganza tuvo como diana a los agentes de la DEA que operaban desde Guadalajara. Entre ellos Enrique Camarena, que había seguido la pista de Caro Quintero en su rancho de Chihuahua gracias a la información que había proporcionado un piloto de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, Alfredo Zavala Avelar, ex militar retirado.
A los dos los secuestraron el 7 de febrero de 1985. Los torturaron en la casa de Caro Quintero y los mataron a golpes. Sus cuerpos aparecieron una semana después en Michoacán. A partir de ese momento, la DEA perseguirá sin tregua a los tres líderes del cartel de Guadalajara: Caro Quintero, Ernesto Fonseca “Don Neto” y Miguel Ángel Félix Gallardo.
A Caro Quintero lo detuvieron el 4 de abril de ese mismo año en Costa Rica, acompañado de una joven de 17 años. Su nombre es Sara Cossío Gaona, sobrina de Guillermo Cosío Vidaurri, un político de Jalisco que más tarde se convirtió en gobernador. Su familia aseguró que había sido secuestrada, pero la policía contradice la versión al citar el testimonio de la joven, quien admite que tiene una relación con el narcotraficante. La leyenda anota que, cuando lo detuvieron, ofreció pagar la deuda externa de México a cambio de su libertad.
Fonseca, por su parte, cumple prisión domiciliaria por problemas de salud, desde abril del 2017, y Caro Quintero fue puesto en libertad en 2013, por orden de un juez que determinó irregularidades en su proceso. Había pasado 28 en prisión y desde que obtuvo su libertad las autoridades le perdieron el rastro, pero la prensa no. En una entrevista con la revista Proceso aseguró que desde 1984 había dejado el tráfico de drogas, y que eran falsas las acusaciones en su contra.
A día de hoy lo siguen buscando.