Una rutina que desgasta física y emocionalmente es la que viven los larenses para intentar satisfacer sus necesidades básicas. Buscar leña para cocinar por falta de gas doméstico se ha vuelto costumbre y tener un plato de comida caliente en la mesa es una odisea. A muchos se les han desmoronado los sueños de tener un mejor futuro ante la falta de soluciones por parte del gobierno y hay quienes sienten que van en retroceso porque no hay condiciones de vida óptimas.
Por Lorena Rojas | LA PRENSA DE LARA
Y es que la escasez de gas doméstico y las fallas en la distribución de agua potable son uno de los principales clamores que hacen en todas las comunidades, en muchas de las cuales ya contabilizan hasta 10 meses sin encender la cocina y tienen semanas sin el vital líquido, lo que los obliga a buscar alternativas para sobrevivir que los hace sentir como si vivieran hace 80 años atrás cuando los venezolanos solían a cocinar a leña y cargaban agua de afluentes cercanos a sus viviendas.
Según un estudio del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, el 43,7% de los venezolanos encuestados recibe cilindros de gas una vez cada tres meses o más, pero un cilindro de 10Kg alcanza para aproximado de quince días. Además un 75,6% de los encuestados califica negativamente el servicio de agua potable.
Pastor Meléndez quien vive en el barrio Macuto, cuenta que ante la escasez de gas debe buscar leña para prender diariamente su fogón. Cuando se queda sin agua tiene que buscar a punta de tobo en uno de las afluentes de Río Claro que pasa a varios kilómetros de su residencia y la cual deben usar con mucha mesura para poder rendirla para varios días.
Meléndez cuenta que una de las estrategias que usa para economizar el agua es que con la misma que se bañan la reutilizan bajar la poceta y cuando lava la ropa no bota agua, sino que la almacena para lavar el baño o incluso limpiar la casa.
Ya son 62 años desde que en 1959 comenzó la industrialización del gas natural en Venezuela, la cual comienza con la instalación del gasoducto Anaco-Caracas-Morón, adscrito al Instituto Venezolano de Petroquímica, pero es primera vez, desde que en ese momento comenzó la distribución de gas a través de bombonas, que los venezolanos dependen de cocinas eléctricas, a gasoil y troncos de madera para poder comer.
“Esto es primera vez que estamos en esta situación, cortando leña, trayendo algunos palitos de Pavia y dependiendo también de la luz por si se va y no podemos comer, porque ya ni bachaqueada se consiguen las bombonas de gas”, dijo el señor Manuel Castro quien vive en Pueblo Nuevo, planteando la posibilidad de irse al campo donde pueda tener un acceso más cercano al bosque y afluentes de ríos.
Así mismo sucede en el sector Lomas de León, donde el vecino José Reyes reportó que desde hace meses no tiene gas en su cocina, una realidad que viven todos en la comunidad y que los impulsa a buscar leña en zonas montañosas para poder cocinar.
“Da tristeza como van niños y ancianos a buscar leña desde muy temprano al cerro y a veces en la tarde, muchos de ellos tienen caracol para cocinar pero debido a las fluctuaciones eléctricas se les han quemado”, dice con tristeza.
Esta situación se repite en las diferentes comunidades de la entidad, Lomas de León, La Carucieña, Pueblo Nuevo, Guerrera Ana Soto, El Manzano, Macuto, El Roble, La Cañada, La Ruezga, Barrio Unión, El Carmen son algunas en las que los habitantes se han tenido que acostumbrar a vivir entre el humo de la leña, al agua almacenada por varios días porque en las tuberías no sale, a depender de las constantes fluctuaciones eléctricas para preparar sus comidas con cocina eléctrica, y quienes tienen cocina con gasoil también se ven afectados, ya que este combustible también se volvió escaso.
En regresión
Nelson Fréitez, sociólogo y defensor de los derechos humanos, señala que Venezuela actualmente vive en una emergencia humanitaria compleja en la cual no se le garantiza a los venezolanos calidad de vida, por lo que la gran mayoría de las personas “deben acudir a técnicas rudimentarias y primitivas para satisfacer sus necesidades básicas”.
Así mismo destaca que debido a esto se está en una constante regresión “con estas prácticas hemos vuelto al siglo 20, incluso al 19”, ya que se debe ir a buscar agua a afluentes y leña a los bosques.
Fallas en la electricidad enardecen a los vecinos
Tener electricidad es un privilegio del que muy pocos gozan en el estado, debido a los cortes eléctricos que van de 3 a 4 horas y a las averías de los transformadores.
En el mes de enero de 2021 de las 20 protestas que se reportaron, 4 de ellas fueron por falta de electricidad, en El Jebe tres sectores por dos días consecutivos cerraron la avenida Intercomunal Barquisimeto- Duaca para exigir la reposición del servicio, pues ya sumaban 60 días sin electricidad por un transformador quemado.
Sin embargo, no solamente El Jebe ha sido uno de los sectores afectados por la falta de electricidad, sino también comunidades como Los Moyetones II, cuyos vecinos recibieron el Niño Jesús y el Año Nuevo completamente a oscuras.
Las constantes averías ha provocado que los larenses en su desesperación por tener electricidad realicen tomas ilegales de otros transformadores, corriendo el riesgo de una sobrecarga.
“Aunque podamos causar una sobrecarga no podemos estar sin electricidad por tanto tiempo”, dijo Maritza Bravo.
Cerritos Blancos II, Portachuelos, Toñito Uranga de Pavia y bloques de la Urb. Sucre son algunos de los sectores en los que contabilizaron más de 30 días sin el servicio, según algunos reportes en redes sociales y cobertura del equipo reporteril de LA PRENSA.
Escasez de combustible en bombas los obliga a caminar
Debido a la escasez de combustible que hay en el país muchos vehículos han quedado paralizados en los estacionamientos, por lo que salir de la casa a trabajar o hacer alguna diligencia es un dolor de cabeza, ya que en su mayoría son muy largos tramos los que los larenses deben caminar para llegar a sus destinos o para abordar aunque sea una unidad de Transbarca.
Sobre todo al oeste, sur y norte de la ciudad se ven como diariamente las personas que van a trabajar caminan exhaustos largas distancias, muchos de ellos sin efectivo para subirse a una de las pocas unidades que transitan por la zona, también hay otros que piden la cola para ahorrarse aunque sea unas cuantas cuadras.
Las personas que están obligadas a salir deben estimar al menos unas dos horas para poder llegar a tiempo a su destino y para quienes es indispensable subirse a una de las pocas rutas denuncian que hay un cobro excesivo del pasaje.
Rutas que van desde Barrio Unión hasta el centro cobran 150 mil bolívares, al igual que las que van desde Metrópolis hasta El Terminal. Para quienes viven al norte si quieren abordar una unidad deben disponer de 500 mil bolívares ida y vuelta.
Caminar largas distancias por no tener dinero además de desgastar el ánimo, también desgasta la suela de los zapatos.