El partido que ha gobernado Honduras?desde 2010 se ha convertido en una federación que acoge a políticos y funcionarios involucrados en empresas ilícitas, desde madera hasta narcotráfico y malversación de dineros públicos.
Por: Insight Crime
Un informante que trabaja en el departamento de Lempira, en el occidente del país, miró al?general Leandro Osorio?y dijo:?“yo sé de un sitio donde hay drogas”.
Era mediados de enero de 2014. Osorio, jefe de la División de Inteligencia de la Policía Nacional de Honduras, pidió evidencia a su informante, y este le mandó unas fotografías de lo que parecía un invernadero oculto en medio de las montañas.??Luego, el policía haría unas declaraciones sorprendentes sobre el caso.
El informante también le dio las coordenadas, pero le advirtió al general: las drogas y algunos de quienes trabajaban allí tenían la protección de un alto oficial de policía y de un político muy poderoso.
El invernadero estaba cerca de La Iguala, una pequeña población enclavada en las montañas de Opalaca, a unas cuatro horas en auto y una hora y media más a pie desde Tegucigalpa; y cerca de Gracias,?la cabecera departamental de Lempira?y lugar de origen del clan Hernández, la familia del presidente de Honduras.
se clan era conocido por sus pequeñas plantaciones cafeteras en Lempira y sus grandes ambiciones políticas. Juan Orlando Hernández es el jefe del gobernante Partido Nacional y presidente del país desde 2014.?Su hermano,?Juan Antonio?“Tony”?Hernández, era diputado suplente en esa época. Su otro hermano, Amílcar, era coronel del ejército.
Osorio estaba decidido a corroborar la denuncia del informante en los territorios cercanos a los dominios de los Hernández. Fue así como, pasada la medianoche del 31 de enero de 2014,?sin notificar a sus superiores en Tegucigalpa?y dando no más que una pizca de información vaga a la Fiscalía General, Osorio, junto con una unidad élite de la policía, se dirigieron a las montañas.
“Yo era el único que sabía lo que íbamos a hacer”, relató Osorio a InSight?Crime años después en Tegucigalpa. “A los fiscales solo les dije que teníamos información de un lugar donde supuestamente había drogas”.
A las 5 de la madrugada, Osorio y su unidad habían conducido hasta donde era posible; se bajaron del camión y empezaron el camino a pie. Era una subida dura, contó Osorio;?kilómetros de camino cuesta arriba en medio de selva y matorrales espesos.
Cuando llegaron a las coordenadas, pudieron ver las plantas de coca y marihuana, miles de ellas, alrededor de un pequeño invernadero. Revisaron cuidadosamente los sembrados y el invernadero, donde hallaron un rifle calibre 22, dos generadores grandes y varias canecas de diésel.?Arrestaron a dos sospechosos que parecían estar cuidando los sembrados: un hondureño y un colombiano, esos mismos que el informante advirtió que tenían protección de alguien muy poderoso.
En total, el general y su unidad hallaron 1.800 plantas de amapola y 800 de marihuana.? Osorio también relató a InSight?Crime que encontraron unas 6.000 plantas de coca.
“Era casi una hectárea y media de selva”, puntualizó.
InSight Crime corroboró el relato de Osorio con documentos del Departamento de Justicia de los Estados Unidos (DOJ en inglés). En estos documentos, elaborados luego en una investigación distinta, hay referencias al laboratorio de La Iguala, a la protección que recibía, y a la supuesta relación de Tony Hernández con el mismo. Un agente del Ministerio Público y un miembro de la inteligencia policial hondureña también confirmaron que las autoridades investigaron el laboratorio y a los dos hombres capturados en La Iguala. El oficial de policía añadió que Tony Hernández había sido mencionado en la investigación.
Osorio?dice que empacó algunas de las plantas en su vehículo para presentar como evidencia de su hallazgo y quemó el resto, lo que según sus palabras era un procedimiento de operación estándar.?Luego, fue a Gracias?a informar a la Policía Nacional y a la Fiscalía con sede en la ciudad.?Fue ahí donde empezaron sus problemas.
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