¡Lo hizo! ¡Colombia hizo historia! Otorgó el Estatus de Protección Temporal (EPT) a los venezolanos que huyen -en resguardo de sus intereses vitales- de la catastrófica realidad en la que se ha convertido el vivir en una tierra devastada por el hambre, la miseria y la violación masiva de derechos humanos.
Generación Independiente (GENTE), organización política que aboga por el respeto de la dignidad y los derechos humanos de la diáspora venezolana, desea unirse al júbilo nacional e internacional que rápidamente ha concitado el extraordinario gesto humanitario del Gobierno del Presidente Iván Duque. La decisión, que se oficializó el pasado 8 de febrero, es no sólo vanguardista en materia de asistencia y protección de una población vulnerable que busca desesperadamente resguardo internacional, sino que también marca un nuevo y muy importante hito en la historia de la solidaridad interamericana. Gracias, Colombia. Gracias, Presidente Duque.
El EPT protegerá a quienes escapan horrorizados de un país otrora próspero y reconocido internacionalmente tanto por sus virtudes democráticas como por su generosa y benevolente acogida a quienes llegaban desde otros confines de la tierra en búsqueda de oportunidades para un mejor futuro, pero en donde hoy lamentablemente lo que impera, en todos los órdenes, es una imposición férrea de la arbitrariedad, la ilegitimidad y hasta de una inconcebible maldad que propios y extraños repudiamos.
Se trata, pues, de una decisión político-institucional de un país hermano que beneficiará sin duda a quienes hoy se alejan masivamente de aquel “país-potencia” que los ha convertido en perseguidos, desplazados, asilados, refugiados, marginados; en fin, en víctimas de un proyecto ideológico draconiano, inservible y sin futuro. Estos -nuestros compatriotas en la diáspora- no merecen el trato discriminatorio, xenófobo y muchas veces contrario al derecho internacional al cual han sido sometidos muchas veces fuera de sus fronteras patrias, precisamente por no tener el reconocimiento, el amparo y la protección del tipo de políticas que ahora Colombia ha decidido extenderles temporalmente. De allí la importancia y trascendencia del EPT a ellos concedidos.
La decisión resulta especialmente relevante en tano y en cuanto la vulnerabilidad de la diáspora venezolana se ha visto potenciada por la amenaza global conocida como SARS-COV-2. Los efectos y la peligrosidad de esta pandemia que, como casi en todo el orbe, ha causado estragos también en Colombia, se ha tomado debidamente en cuenta en el contexto de protección temporal a los venezolanos en ese país. En efecto, ya el Gobierno colombiano anunció su disposición a adquirir las vacunas necesarias para atender y proteger a esta diáspora que en lo sucesivo convivirá en condiciones de normalidad socio-jurídica en suelo neogranadino. Este hecho, que de suyo enaltece el gentilicio colombiano, sirve al propio tiempo de parámetro comparativo para constatar la indolencia e irresponsabilidad con que las “autoridades” que usurpan y ejercen de facto el poder en Venezuela han venido tratando una materia tan delicada como lo es la salud. Cuando la protección de los nuestros tiene que ser asumida por otros, resulta inevitable que desde nuestra más íntima convicción se genere un gran sentimiento de vergüenza.
Pero todo esto tiene una contrapartida positiva también para Colombia. Ello se verá del mediano al largo plazo. GENTE confía plenamente en los calificados estudios científico-académicos, y en las experiencias conocidas en el mundo, que resaltan los beneficios que para los países de acogida se derivan de los movimientos migratorios, especialmente sí -como en el caso venezolano- entre los migrantes se encuentra una gran cantidad de mano de obra profesional y/o calificada. Son quienes contribuirán a diario, con su trabajo, honestidad, esfuerzo y dedicación, a construir la sociedad que quieren para ellos y sus descendientes. Habrá quienes también infrinjan las leyes, seguramente una minoría, como ha sido hasta ahora. Para éstos operará debidamente el ordenamiento jurídico sancionatorio. Esa es la dinámica que enfrentan todas las sociedades. De allí surgirá, no obstante, un balance positivo para el desarrollo y avance del país vecino.
Con esta iniciativa el Gobierno del Presidente Duque se ha anotado un éxito indiscutible y sin precedentes en la región, cuyos efectos quizás no sean inmediatamente comprendidos en algunos sectores o parcialidades políticas de la sociedad colombiana. Sin embrago, en el plano internacional – y ciertamente en el espectro político democrático venezolano – hay total convicción de que se trata de una política adecuada, con gran potencial de transformar condiciones de vida infrahumanas de los desplazados venezolanos, por una parte, y para contribuir al control de políticas y estrategias de desarrollo nacional en Colombia, por la otra. Representantes de diversos organismos especializados de las Naciones Unidas, del sistema interamericano, así como relevantes individualidades que influyen en la comunidad de naciones, han aplaudido y elogiado esta decisión, al punto de considerarla como un modelo de “pragmatismo y humanidad” para el mundo.
GENTE se suma así a las manifestaciones de apoyo ampliamente expresadas y confía en que la comunidad internacional sabrá acompañar a Colombia en esta decisión, mediante apoyos directos y concretos que permitan establecer y ejecutar exitosamente los programas de inserción que ahora habrán de implementarse. La Venezuela que viene, democrática como ha de ser, sin duda laguna, sabrá reconocer este gesto de nuestros hermanos colombianos y lo tendrá siempre presente. Esa es nuestra más firme convicción.
Nota de Prensa