Fue un enorme sacrificio, se imaginará el lector, comprar boletos en un vuelo comercial desde Valencia, estado Carabobo, hasta Miami en clase turista para toda la familia del pastor. Sobre todo si se toma en cuenta lo que el mismo excandidato presidencial y ahora parlamentario Javier Bertucci aclara: que no viajaba como diputado ni como funcionario, sino como un venezolano de a pie.
También debe imaginarse el lector que si el viaje era para tramitar ayuda para los más necesitados, el pastor está en conocimiento de que la gran mayoría de los venezolanos no puede ni soñar con un viaje a Miami. Ni siquiera los que compraron pasajes antes de que el régimen suspendiera los vuelos por la supuesta pandemia (no se entiende la razón, pues los números de Venezuela indican que el país es campeón en el combate del covid-19); muchos están resignados a perder sus boletos. ¿Cómo hizo para conseguir no uno, sino varios cupos?
Es lamentable que la familia del pastor haya tenido que pasar siete horas en un cuartico de inmigración en Estados Unidos. No es para deseárselo a nadie, pero tampoco se explica que hayan aprovechado la “colita”, si el susodicho iba a unas reuniones con organizaciones no gubernamentales. Bertucci aclaró oficialmente que no se trataba de una visita oficial ni se iba a reunir con nadie del gobierno de Estados Unidos. Pero menos mal que todo pudo resolverse por Zoom. Quizás debió pensar en eso antes de exponer a sus parientes a semejante bochorno.
El pastor insiste en que él no es un funcionario del régimen y que consiguió su curul con 110.000 votos. Pero para Estados Unidos esa Asamblea a la que dice pertenecer es ilegítima y es producto de unas elecciones turbias preparadas por los rojitos, que es prácticamente lo mismo.
Hay que aplaudirle, eso sí, que no esté lleno de odio en contra de los funcionarios de inmigración de Estados Unidos que lo detuvieron y lo regresaron, sobre todo porque ellos solamente estaban cumpliendo con su trabajo. Probablemente Bertucci no lea periódicos ni siquiera por Internet porque si lo hiciera, tendría clara la posición de ese país y, vuelta al argumento, hubiera preparado la reunión virtual.
De ser genuino su interés de conseguir ayuda humanitaria para los más necesitados, hay que aplaudirle su intento. Pero, como dice el trillado dicho, crea fama y acuéstate a dormir. Nadie en este país (es posible que ni los 110.000 que “votaron” por él) se olvida de su trayectoria y de los “hechos” que lo hacen conocido. Lo primero que se dijo es que lo devolvían porque no tenía la prueba PCR y ahora él responsabiliza a la oposición radical, ¿a quién creerle?
Si el razonamiento lógico se aplica, y él iba como ciudadano normal y corriente y no como “diputado” a reunirse con organizaciones que nada tienen que ver con el gobierno, a qué se debe entonces que lo devolvieran? Puede ser que sus credenciales (no la Visa) no sean tan transparentes como él afirma.
Este artículo se publicó originalmente en El Nacional el 28 de febrero de 2021