Pedro Carmona Estanga: El nuevo giro en la política exterior de Estados Unidos

Pedro Carmona Estanga: El nuevo giro en la política exterior de Estados Unidos

Pedro Carmona Estanga

En anteriores entregas hicimos referencia a algunas de las orientaciones que en materia internacional han sido anunciadas por la nueva administración de Estados Unidos bajo la presidencia de Joe Biden, entre las cuales destacamos: la reinserción del país al Acuerdo de París sobre Cambio Climático, a la Organización Mundial de la Salud, una nueva política migratoria más humana y justa, la prórroga por cinco años del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START) con Rusia, el compromiso con la democracia, y la disposición de contrarrestar las autocracias de China, Rusia, Irán, Turquía, y Venezuela, amén de grandes cambios en materia ambiental y energética, para favorecer la transición hacia energías más limpias, y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Con posterioridad, en este campo tan relevante para EE.UU. y para el mundo, Biden ha hecho nuevos anuncios, algunos de los cuales siguen marcando un giro en la política exterior de su gobierno. Es así que el pasado 18 de febrero, en el primer discurso pronunciado ante los líderes del G7, el club de países de mayor peso político, económico y militar en el mundo, conformado por Alemania, Canadá, EE.UU., Francia, Italia, Japón y el Reino Unido, Biden amplió algunos aspectos de especial significación geopolítica, que conveniente comentar:

1- La reafirmación del compromiso de EE.UU. con los valores democráticos, y la voluntad de trabajar estrechamente con los aliados de Europa y de otros países del continente, en la defensa de la democracia, bajo la convicción de que la misma es esencial para enfrentar los grandes desafíos de la humanidad, desde la revolución 4.0, hasta la lucha contra la pandemia. Para Biden, es esencial demostrar “que la democracia puede dar buenos resultados, que no llega por accidente, y que hay que defenderla, luchar por ella, atesorarla, renovarla, y demostrar que nuestro modelo no es una reliquia”. Con ello insiste en lo que será un pilar de su estrategia, reafirmando que, con Europa, su país está unido por valores democráticos compartidos, no transaccionales, con una visión común del futuro, en la que “cada voz importa, y se defiende el Estado de Derecho”.





2- Manifestó que “La Alianza Transatlántica está de vuelta, y no vamos a mirar hacia atrás”. Tiende así la mano a Europa, la vieja aliada de EE.UU., con la cual se habían enfriado las relaciones en los últimos años, reafirmando el respeto a la defensa mutua en el marco de la OTAN, la cual reúne a 29 países. Biden aseguró que la OTAN es una garantía, e hizo un voto “inquebrantable” de que: “Un ataque a uno de sus miembros es un ataque contra todos”. De allí la decisión de paralizar el retiro de las tropas estadounidenses en Alemania, en cuyos contingentes descansa la presencia militar en Europa.

3- Biden manifestó que China, Irán y Rusia son los grandes competidores del modelo que defiende la Alianza Atlántica, y con respecto al gigante asiático dijo: “Tenemos que prepararnos para una competencia estratégica de largo, exigiendo a ese país que juegue con las mismas reglas que el resto del mundo”, y “responder ante los abusos económicos y coerciones del gobierno chino, que obstruyen los fundamentos del sistema económico internacional… protegiendo la propiedad intelectual y el genio creativo derivado del intercambio de ideas en una sociedad libre y abierta”.  A Rusia le pidió que se abstenga de recurrir a prácticas de intimidación, y que permita a los países que decidan su futuro libremente y sin amenazas, no sin antes acusar a Vladimir Putin, de intentar debilitar el proyecto europeo y de unidad transatlántica, por cuanto para el Kremlin resulta más fácil intimidar a Estados individuales, que negociar con una comunidad unida. Con todo, Biden sostuvo hace pocos días su primera reunión virtual con el presidente chino Xi Jingping, cuyos resultados no han trascendido, en lo que parece fue una reunión franca entre ambos mandatarios.

4- Biden negó que existan intenciones de su administración de revivir la guerra fría, pero admitió su intención de respaldar la integridad territorial de Ucrania, país que es miembro de la OTAN, en temas que no reconocerá, como la anexión rusa de Crimea, o las autoproclamadas repúblicas rusas de Donetsk y Lugansk, que son parte de Ucrania.

5- Respecto a Irán, Biden indicó que trabajará de la mano con otras naciones para frenar las actividades desestabilizadoras de ese país en el Medio Oriente, haciendo alusión al apoyo que ese país brinda a movimientos extremistas, o a regímenes o movimientos que ayudan a expandir la influencia iraní en la región. Al respecto, hay que destacar que  el 25 de febrero último  se produjo la primera operación aérea ordenado por Biden contra instalaciones utilizadas por milicias respaldadas por Irán en el este de Siria (Kataeb Hezbolá y el Batallón Sayid de los Mártires), en represalia por ataques con cohetes a soldados e instalaciones estadounidenses en Irak. El objetivo sería desescalar la situación al este de Siria y de Irak, y proteger al personal de EE.UU. y de la coalición.

6- Biden no descartó la posibilidad de implicar de nuevo a EE.UU. en negociaciones, junto a Europa, relacionadas con el programa de control nuclear de Irán, del cual Trump había retirado a su país, aunque de alguna manera lo condiciona a hacer frente al cese de las referidas actividades desestabilizadoras de Irán, en tanto que Irán exigiría el levantamiento de las sanciones impuestas por la administración anterior.

7- Aunque no se manifestó explícitamente en el G7, Biden ya había expresado anteriormente que EE.UU. no continuará brindando apoyo a Arabia Saudita en su escalada bélica en Yemen, donde la secta Huthi respaldada por Irán realiza ataques contra los sauditas, lo cual implica que dejará de suministrar armas u operaciones de inteligencia con tales propósitos. Hasta el presente, la comunicación de Biden con la monarquía saudita se ha limitado a una conversación telefónica directa con el Rey Salmán bin Abdulaziz, y no con el poderoso príncipe heredero Mohamed bin Salmán, de quien se presume autorizó la captura o muerte del periodista Jamal Kashoggi en Estambul. El paso más trascendente del gobierno de Biden ha sido autorizar la desclasificación de un explosivo informe de inteligencia, que compromete al príncipe en dicha operación, tema sobre el cual Trump había guardado silencio para no afectar las relaciones bilaterales. Todo ello marca una revisión de las relaciones privilegiadas de EE.UU. con Arabia Saudita, por temas de principios, procurando no comprometer su futuro.

8- En cuanto a Venezuela, tema tampoco tratado en el G7, el gobierno de Biden ha expresado a través de sus voceros, el compromiso con la libertad y restablecimiento de la democracia en ese país. Concretamente, el 26 de febrero, el portavoz del Departamento de Estado manifestó que la administración Biden “apuesta por la destitución o salida del dictador Nicolás Maduro”, a quien considera responsable del sufrimiento de su pueblo, y que continuará apoyando las aspiraciones democráticas del pueblo venezolano. Respecto a la expulsión de la Embajadora de la Unión Europea en Venezuela, afirmó que EE.UU. está comprometido con sus socios de la comunidad internacional en promover la rendición de cuentas por los abusos a los Derechos Humanos en Venezuela y el uso de la violencia para mantener el control político. EE.UU. sería se muestra así partidario de reconstruir la presión multilateral contra la dictadura de Maduro, “incluso a través de sanciones selectivas contra los responsables de la corrupción y los abusos a los Derechos Humanos”, como también lo hizo de nuevo en esta ocasión la Unión Europea, organización que en represalia por la decisión del gobierno de Maduro, declaró igualmente “persona  non grata” a la representante diplomática del régimen venezolano en Bruselas.

Son pues estos nuevos elementos que nos permiten ir perfilando en forma más clara los grandes lineamientos en política exterior de la nueva administración de EE.UU., y continuar haciendo un seguimiento de la misma, dada la repercusión que tienen sobre la geopolítica mundial. Por lo pronto, las autocracias del mundo han recibido un mensaje claro sobre a qué atenerse de cara al futuro. Que así sea.