Es un largo y tortuoso camino el que los venezolanos estamos recorriendo en la titánica tarea por encausar de nuevo al país en la ruta de la civilidad y la democracia, hemos avanzado y retrocedido, nos hemos unido y separado en más de una ocasión, se han cometido errores que hemos pagado a un alto precio y también tenemos aciertos que han fortalecido la inquebrantable voluntad que debe mantenerse para derrotar el fantasma del militarismo y la colonización que lleva a cabo la dictadura cubana en Venezuela.
No ha sido fácil enfrentar desigualmente el autoritarismo y la represión, pero ahí está la oposición de pie con sus dudas y contradicciones, insistiendo en una salida electoral democrática que sea creíble, esto significa una negociación, para lograr este objetivo nos acompañan las principales democracias del mundo y los organismos multilaterales europeos y de nuestra región que no han cesado en su empeño para resolver la crisis política y humanitaria por el único camino que tienen los demócratas, pero ha sido literalmente imposible lograr un acuerdo que el gobierno de Maduro suscriba y respete, porque Maduro sabe que en unas elecciones limpias pierde el poder, por eso hace toda clase de trampas ajustando cada elección a su medida con un ventajismo descarado que coloca a la oposición en cada evento electoral en el dilema de participar o no, lo que ocasiona divisiones y deserciones en el bloque opositor y lo que es más grave, desaliento en el ciudadano, que aspira ver a una oposición unida con un liderazgo firme en sus decisiones y acciones.
Las declaraciones de Juan Guaidó la semana pasada llamando a la unidad de la oposición y al acompañamiento político de la sociedad civil, tienen la intención de reagrupar fuerzas para seguir exigiendo condiciones electorales, más bien arrebatarle a Maduro con el apoyo de la comunidad internacional las condiciones que en una democracia propician y promueven la participación del ciudadano en los asuntos públicos. Maduro y el árbitro interno en que han devenido las Fuerzas Armadas, sienten que pueden ganar tiempo retrocediendo al punto cero cualquier iniciativa de negociación y gobernar con una minoría como lo han venido haciendo desde el 2015 cuando sufrieron una aplastante derrota en las parlamentarias. El país requiere de una rendija por la cual nos expresemos libremente con la participación de todos sin distinción, la táctica de organizar una elección donde Maduro decida quién puede participar y quien no, hay que enfrentarla con unidad, tomando la decisión que tenga que tomarse, la de participar en las regionales porque nos conducirán a un desenlace, si la presión internacional y el descontento organizado logran arrebatarle condiciones al régimen, o abstenerse porque sin un acuerdo de garantías la participación por muy buenos candidatos que se tengan, lo único que promoverá es la abstención masiva y la convalidación de Maduro en el poder.
El llamado de Guaidó a la unidad no es solo electoral, en el país y en la geopolítica se están presentando nuevos tableros que solo unidos podemos jugar, acudamos a ese llamado con esperanza que vamos a dar un paso en la dirección correcta, el camino de retorno a la democracia ha sido más largo de lo que esperábamos, no nos quedemos sin brújula ni dirección y menos sin voluntad de cambio, entendamos que no nos van a conceder nada graciosamente, en esta elección y en las que toquen.