La muchedumbre está en éxtasis. En minutos colgarán a Eli Cohen, un agente israelí que se identificaba como Kabal Amin Taabet y se hacía pasar como un hombre de negocios de familia Siria que vivió en Argentina. Desde la embajada de ese país en Buenos Aires logró infiltrarse lentamente en el núcleo de poder de Damasco. Hasta que su buena fortuna y sus habilidades extraordinarias para conquistar y seducir personalidades fue descubierta.
Por Infobae
Cohen fue ejecutado el 18 de mayo de 1965 cuando tenía 40 años. Su cuerpo colgó durante seis horas en la Plaza Marje, en el corazón de la capital siria. Un cartel escrito en árabe detallaba sus “crímenes”. Durante cinco años había conseguido tutearse con los más importantes ministros, generales y hasta con el presidente de Siria, Amin Al-Hafiz, el hombre al que ridiculizó hasta la humillación y al que había conocido durante su corta estancia en Sudamérica. Fue tanta su penetración en lo más alto de las esferas gubernamentales sirias que hasta le ofrecieron el puesto de ministro de Defensa.
Sus restos, pese a que Israel los reclama desde entonces, nunca fueron devueltos y aún permanecen bajo la presunta vigilancia del régimen de Bashar Al Assad.
Su nombre volvió a la escena del Medio Oriente hace pocos días. Es que el canal RT -que responde al Kremlin- divulgó imágenes que supuestamente muestran al agente del Mossad caminando por las calles de Damasco, como un ciudadano más. Extraña coincidencia: fueron también los rusos quienes descubrieron el escondite de Cohen en mayo de 1965 luego de que el gobierno de Amin Taabes pidiera ayuda a sus socios soviéticos para detectar a un espía que filtraba información a Israel. El agente fue capturado in fraganti, mientras transmitía información por radio a su jefatura en Tel Aviv desde su lujoso apartamento.
Una vez más, los rusos descubren a Cohen en las calles de la capital siria gracias a una filmación recuperada por RT. La grabación fue hecha entonces por… militares soviéticos que estaban en Damasco. El inédito video muestra durante unos pocos segundos a quien supuestamente era el oficial reclutado por Israel en 1960 caminando con las manos en los bolsillos, con un sweater y una camisa blanca. El presunto espía mira apenas a la cámara y continúa sus largos pasos. Despreocupado: ¿habrá creído que lo estaban espiando o no dio importancia a la cámara emplazada en una plaza de Damasco?
Las especulaciones comenzaron a florecer en Israel desde la publicación. El diario The Jerusalem Post plantea este miércoles la posibilidad de que todo se trate de una maniobra de Rusia para acercar posiciones entre un país paria como Siria y la administración de Benjamin Netanyahu. Rusia es un aliado estratégico de Bashar Al Assad, a cuyo régimen sanguinario ayudó a mantener en el poder. “RT lanzó recientemente un documental, titulado Spyfall, sobre Cohen que incluye el videoclip, filmado por un ex oficial militar soviético, que se pretende muestra al agente israelí. Y aunque el video dura solo unos segundos, y uno ni siquiera puede estar seguro de que sea Cohen quien pasea por el encuadre, los medios árabes e israelíes han generado docenas de artículos sobre esos pocos segundos”, señala el periodista Daniel Sonnenfeld.
De acuerdo a Oraib Al Rantawi, director del Centro de Estudios Políticos Al-Quds en Amman, Jordania, los rusos están buscando en todo Siria el cuerpo de Cohen con ánimos de devolverlo a Israel y acercar a ambas naciones. “Expertos rusos, casi todos los días, cavan en el cementerio de Yarmouk, donde se cree que su cuerpo esté enterrado”, dijo el académico. El Observatorio para los Derechos Humanos en Siria también informó que militares rusos habían estado desenterrando lápidas en ese cementerio buscando a Cohen y a otros soldados israelíes que murieron en combate y cuyos cuerpos son retenidos por la dictadura.
Cohen, “nuestro hombre en Siria”
Nacido en Alejandría, Egipto, en 1924 de padres judíos, a los 20 años se alistó en la juventud sionista, donde intervino en tareas de sabotaje. En 1957 emigró a Israel, pero su día de mayor emoción llegaría en 1960, cuando llegó hasta las puertas del Mossad, el Servicio de Inteligencia Israelí, y se ofreció como voluntario para el rango mayor: espía internacional.
Su entrenamiento fue intenso. Lecciones intensas de árabe con acento sirio para borrar indicios de su pasado en Egipto. Dominio del Código Morse a gran velocidad. Lenguaje encriptado. Y un nombre en clave: Agente 88. Para el núcleo del poder en Israel también era un secreto que se cuidaba bajo siete llaves. Era conocido sólo como “nuestro hombre en Siria”. Así lo fue para muchos hasta que fue descubierto cinco años después.
También lo entrenan para algo fundamental: rearmar el pasado que le servirá de cobertura en el extranjero. Fue así que lo convierten en un millonario sirio, experto en importación y exportación, dueño de un vestuario principesco –ayudado por su talla y sus rasgos nobles–, e hijo de padres sirios, originarios de Alepo que habían emigrado a Buenos Aires, donde murieron. Allí, en la embajada siria, conoció al hombre que ascendió en la carrera política dentro del Partido Árabe Socialista Baaz.
Durante cada día durante su misión vivía dos horas de adrenalina extrema: a las 8 am y a las 8 pm -si sus responsabilidades se lo permitían- debía transmitir a velocidad de luz la información que tuviera a disposición sobre movimientos militares y políticos en el país enemigo. En sus días, abrir cajones privados con información secreta era algo rutinario: a lo que descubría lo convertía en microfilmes con una cámara especial y diminuta imposible de rastrear. Esos negativos eran enviados por cartas en código triangulando su destino: nunca directamente a Israel.
Pero en sus años en Damasco, Cohen no sólo obtuvo información valiosa sobre el accionar del ejército sirio, la ubicación de fortificaciones, las relaciones con la Unión Soviética y las luchas políticas internas entre las autoridades sirias: según la Biblioteca Virtual Judía (JVL), logró que sus conexiones lo llevaran a las Alturas del Golán —una ubicación estratégica Siria desde 1948—, donde observó directamente las defensas secretas del lugar.
Allí se tomó una foto mirando hacia Israel, rodeado de altos oficiales sirios. Pero, más importante, “recordó y transmitió a la inteligencia israelí la posición de cada arma, trinchera y ametralladora en la fortaleza” y “las trampas para tanques, diseñadas para impedir un ataque”. Llegó a sugerir a los sirios que plantaran árboles para ocultar las construcciones y para brindar sombra a los soldados. Así, años más tarde, al identificar los eucaliptos, “Israel supo exactamente dónde estaban las fortificaciones sirias”, según JVL.
Cohen fue arrestado, interrogado, torturado, juzgado, sentenciado a muerte y ahorcado en la Plaza Marje, en el centro de Damasco, el 18 de mayo de 1965. Su cuerpo quedó colgado durante horas, como un mensaje a Israel… y al resto de los espías que pudieran estar caminando sus calles. Siria se negó a devolver su cuerpo.
Mossad propuso un primer plan de recuperación en 2004. Sin embargo, sólo se logró averiguar que Cohen había sido exhumado del cementerio judío de Damasco y no se sabía dónde se habían llevado sus restos. “Algunos oficiales de la inteligencia israelí concluyeron que ni siquiera la inteligencia siria sabe a esta altura dónde está enterrado el espía”, según publicó el diario The New York Times en julio de 2018.