Erwin Tumiri podría ser protagonista de una película de acción. Tom Cruise, Arnold Schwarzenegger o Sylvester Stallone podrían interpretar a este boliviano que en menos de cinco años ha salido convida de dos accidentes fatales que acabaron con decenas de personas: la tragedia del Chapecoense y el desbarranco de un autobús en Cochabamba esta semana.
El hombre de 30 años resultó herido en un incidente vial que dejó 21 muertos en Bolivia. “Salí a gatas, mi rodilla estaba herida, me senté y dije: otra vez, no lo puedo creer”, relató al diario Los Tiempos tras sufrir apenas lastimaduras superficiales, por las que aún permanece internado en un hospital de Cochabamba.
El accidente del autobús se registró el martes en la madrugada en una carretera entre Cochabamba y Santa Cruz, donde un autobús de pasajeros cayó a un precipicio de unos 150 metros de profundidad, dejando 21 muertos y 30 heridos. “El bus estaba corriendo, ahí me agarré del asiento delantero, sabía que nos íbamos a accidentar, porque íbamos a gran velocidad”, relató el mecánico. “Yo seguí agarrándome, no me desparramé hasta que llegamos al suelo”, agregó.
Tras el accidente llegaron los rescatistas a auxiliar a los heridos, dijo el mecánico. “No estaba inconsciente. Creo que he sido el primero en que me lleven arriba”, relató. “Me siento bendecido. Siempre dando gracias a Dios”, aseveró.
Tumiri era parte de la tripulación del avión de la compañía LaMia, con matrícula boliviana, que el 28 de noviembre de 2016 se precipitó cerca de Medellín con el equipo brasileño. Chapecoense debía disputar su primera final de la Copa Sudamericana ante el club colombiano Atlético Nacional.
La investigación colombiana concluyó que la nave Avro RJ85 se estrelló por falta de combustible. En el siniestro murieron 71 personas, entre ellas 19 jugadores del equipo, así como la mayor parte de su directiva. Junto a Tumiri, sobrevivieron tres futbolistas, la azafata boliviana Ximena Suárez y el periodista brasileño Rafael Henzel, quien falleció en marzo de 2019 de un ataque al corazón.
En 2019, relató a Infobae cómo había sido aquella experiencia en la aeronave: “Solo escuchaba el sonido del viento, porque a las puertas se habían despresurizado”, relató Tumiri y continuó: “Buscaba qué falla podía ser, porque ya entraba agua, porque estaba lloviendo, entraba por la puerta”. La ausencia de los gasolina apagó los motores y eso le quitó toda energía a la aeronave, que planeaba sin control rumbo a su terrible destino. “Se apagaron las luces, no pude ver nada, me mojaba por la puerta y todo pasó como en un sueño, como en una pesadilla”.
“Yo me quedé agachado y al levantarme sólo pude ver barro y ensangrentado todo el avión”, rememoró.
En esa charla explicó que la tragedia era una oportunidad que Dios le dio para predicar su palabra, sin embargo, no escondió su enojo al mencionar la corrupción que existía detrás de LaMia: “Hay muchos familiares dolidos, no hay que tapar eso. Me da un poco de rabia porque mucha gente, hablo también por la tripulación, están dolidos. Por todos los muchachos que estaban ahí, los futbolistas, no sé como realmente cómo estarán. Pero sí da rabia que no estén llegando a una solución. No se les va a entregar vivos a los fallecidos, pero sí tiene que haber un porqué. Hay que llegar al fondo”.