La fuerza de agarre es la fuerza utilizada con la mano para apretar o suspender objetos en el aire. Según un estudio realizado por investigadores de la Washington University de St. Louis, Estados Unidos, este tipo de fuerza estaría asociado con pensamientos suicidas en los hombres.
Los científicos se propusieron investigar la asociación entre la fuerza del agarre manual y los pensamientos suicidas en una muestra representativa de la población adulta de Estados Unidos utilizando datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, por sus siglas en inglés). Las conclusiones fueron publicadas en el volumen número 30 del Scandinavian Journal Of Medicine & Science In Sports.
Para la investigación, se tomaron los datos de la NHANES entre los años 2011 y 2014. La fuerza de agarre en kilogramos (kg) se definió como el valor máximo de la mano dominante. Los pensamientos suicidas se evaluaron mediante una pregunta: “Durante las últimas 2 semanas, ¿con qué frecuencia le ha molestado el siguiente problema: pensamientos de que estaría mejor muerto o de hacerse daño de alguna manera?” y dicotomizado a no (nada) y sí (varios días / más de la mitad de los días / casi todos los días). Se llevaron a cabo regresiones logísticas específicas por sexo para analizar las asociaciones entre la fuerza de agarre y los pensamientos suicidas.
Los datos fueron analizados sobre un total de 8903 adultos (edad media 47,4 ± 0,4 años). Cada aumento de 5 kg en la fuerza de agarre se asoció con una reducción del 16% en las probabilidades de tener pensamientos suicidas (0,84, IC del 95%: 0,74 a 0,95) entre la población masculina en general. Estas asociaciones fueron más fuertes en hombres de 20 a 39 años (0,83, IC del 95%: 0,70 a 0,98) y de 40 a 64 años (0,73, IC del 95%: 0,63 a 0,85). Por el contrario, no se observaron asociaciones en mujeres de ningún grupo de edad.
Según sus conclusiones, los hombres menores de 65 años con baja fuerza de agarre tienen una probabilidad significativamente mayor de tener pensamientos suicidas que demuestran una relación dosis-respuesta. “Se requieren investigaciones futuras para confirmar/refutar nuestros hallazgos y establecer si las intervenciones de fuerza pueden reducir los pensamientos suicidas”, aclararon los científicos.
La salud mental en los hombres
La salud mental de los hombres ha permanecido poco teorizada, particularmente en términos de la naturaleza de género de las relaciones sociales de los hombres, afirma otro análisis realizado en Nueva Zelanda y publicado en el American Journal of Men’s Health bajo el título de Masculinidad, conexión social y salud mental: diversos patrones de práctica de los hombres. “Si bien está bien documentada la importancia de las conexiones sociales y las redes de apoyo sólidas para mejorar la salud mental y el bienestar, sabemos poco sobre las redes de apoyo social de los hombres o sobre cómo buscan o movilizan apoyo social”.
“Se necesita una comprensión profunda de la naturaleza de género de las conexiones sociales de los hombres y las formas en que la interacción entre la masculinidad y las conexiones sociales de los hombres puede afectar su salud mental”.
Para aquella investigación se realizaron quince entrevistas de historia de vida con hombres de la comunidad y se utilizó un marco teórico de las relaciones de género. Los hallazgos brindan información valiosa sobre los diversos patrones de práctica de los hombres con respecto a la búsqueda o movilización de apoyo social.
Aquí se descubrió que mientras que algunos hombres diferenciaron entre sus conexiones sociales con hombres y mujeres, otros experimentaron dificultades para movilizar el apoyo de las conexiones existentes. Algunos hombres mantuvieron el deseo de ser independientes, rechazando la necesidad de apoyo social, mientras que otros establecieron redes de apoyo en las que podían buscar apoyo activamente.
En general, los hallazgos sugieren que los patrones de conexión social entre los hombres son diversos, desafiando la literatura de las ciencias sociales que enmarca todas las relaciones sociales de los hombres como fundamentales, y los hombres como menos capaces y menos interesados que las mujeres en construir relaciones emocionales y de apoyo con los demás.
La importancia de esta investigación tiene que ver con el hecho de que las conexiones sociales pueden actuar como un amortiguador contra el impacto de las experiencias vitales negativas o estresantes en la salud mental, el inicio de enfermedades mentales, incluida la depresión y el comportamiento suicida.
Si bien los hombres jóvenes angustiados en este estudio deseaban desesperadamente conexiones sociales más cercanas y el apoyo de familiares y amigos, temían ser juzgados como emocionalmente vulnerables, débiles y poco masculinos. Esto los desanimó de buscar activamente apoyo, dejándolos en mayor riesgo de suicidio.
Este estudio sugiere, entonces, que para comprender los problemas de salud mental de los hombres, debemos pensar de manera más amplia en las prácticas sociales y las relaciones de género que conducen a resultados deficientes de salud mental, en lugar de centrarnos únicamente en los hombres con problemas de salud mental diagnosticados.