Ni la pandemia ni las trabas detienen labor humanitaria hacia Venezuela

Ni la pandemia ni las trabas detienen labor humanitaria hacia Venezuela

Marisol Diéguez, Presidenta del Programa de Ayuda Humanitaria para Venezuela (PAHPV). Foto: Cortesía a VOA

 

Marisol Diéguez, quien lidera el Programa de Ayuda Humanitaria para Venezuela (PAHPV), supo en su propio cuerpo lo que es el Covid-19 y no solo una vez. Radicada en Weston, Florida, esta venezolana explicó que como ella, voluntarios y médicos que son parte de esta labor humanitaria también vieron la cara a la pandemia, pero aún así continúan en la tarea.

Por Luis Felipe Rojas / Voz de América





En conversación con la Voz de América, Diéguez explicó las razones que le asisten a ellos para seguir apoyando a sus compatriotas.

“Yo me enfermé de Covid el año pasado dos veces (…) “Nosotros todos sentimos que teníamos una doble obligación moral, en el caso nuestro como fundación y en el caso de ellos, como médicos y como miembros de esta fundación (…) aún más cuando sabemos que tenemos un país en donde literalmente no hay nada”, dijo Diéguez, refiriendo que una pareja de médicos y otros voluntarios basados en Europa y Estados Unidos corrieron su misma suerte.

La organización que lidera cumple años y Diéguez considera que está cobrando un mayor impulso en su función. La Fundación de Ayuda Humanitaria para Venezuela, tiene la misión de recolectar medicinas, insumos médicos hospitalarios, alimentos no perecederos y proveer la logística necesaria para su distribución gratuita a diversas instituciones sin fines de lucro en Venezuela.

Diéguez narró que hace 20 años esta llegó al estado de Florida, en Estados Unidos, para abrirse un camino como agente inmobiliaria, y lo hizo con éxito -asegura-, pero cuando se agravó la situación en su país puso ganas y creó la fundación, que el año pasado movió unos 11 millones de dólares en ayuda humanitaria.

Una parada necesaria

La pandemia de coronavirus detuvo al mundo entero. Las restricciones para evitar los contagios masivos llevó al cierre de ciudades e instituciones vitales de la vida en Estados Unidos. Pero Diéguez y su equipo decidieron no perder un minuto.

“Nos paramos por los envíos, ojo, no con las recaudaciones”, precisa. Pasaron dos meses que les parecieron una eternidad, dijo. Las empresas de carga se pararon “y dependemos de ellas de forma directa”. Por eso, como hormigas – recuerda- se dedicaron a las recaudaciones, clasificación de insumos y medicamentos y a ponerlos en el inventario final.

 

Otra actividad a la que le tiene mucho cariño es a la del ‘Giving back to the community’ conocida como el “Devolver” en agradecimiento a la comunidad que ha participado en obras caritativas.

El trabajo de clasificación de medicamentos, empaquetado y almacenamiento consume mucho de todo el tiempo que dedican a esta labor. Por ello Marisol Diéguez recalca una y otra vez que la gente done lo que donaría para sí mismos.

“Solemos decir a la gente que no le dé a Venezuela lo que no le daría a sus hijos”, es como un mantra que repite por donde va. “Que es (acción) muy sensible, para que se entienda de que lo que donen, aunque sea muy poco, va a ayudar mucho, pero tiene que estar en buenas condiciones”, dijo a la VOA.

Llegado a este punto, corta la conversación para insistir: “No hay donación pequeña, lo único que sí le pedimos a la gente es que no nos donen nada vencido”.

La fuerza para seguir

Este año estrenaron también el documental del que ella se ha enamorado. Habla de la obra con pasión porque les ha dado rostro a los que participan de la humana labor. Se trata de “5ta Ruta”, dirigido y realizado por Nelson Ramírez y Luisana Bertorelli.

El material, elogia esta activista humanitaria, tiene varias nominaciones a los Premios Emmy y otros importantes festivales de cine. “Este documental creo que es la tarjeta de presentación más bonita que pueda tener la fundación, más sensible, porque muestra en gran parte, no todo, en gran parte el trabajo que hemos venido realizando los más de 1.500 voluntarios que forman parte de este proyecto de ayuda humanitaria para Venezuela”, dijo.

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El programa tiene centros de acopio también en países de la región como la misma Venezuela y Panamá; en Europa están distribuidos por España, Francia, Portugal y otros y un punto muy importante en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos.

La fundación apoya el trabajo de “más de 100 instituciones sin fines de lucro distribuidas en gran parte del territorio venezolano sin distinción de raza, credo o clase social”. Desde 2017, el Servicio de Rentas Internas (IRS) le otorgó a a la fundación PAHPV la categoría de Organización de Caridad en Estados Unidos.

 

Un mecanismo legal en Estados Unidos les impide donar individualmente a las personas, explica. Las ayudas son por medio de las fundaciones en Venezuela, sin embargo tienen información cuando los venezolanos reciben la ayuda.

“Nos graban videos de los ancianos en las casas-hogares, de las niñas en las casas-hogares, niñas que muchas han sido violadas, otras han sido quemadas, nos graban videos de agradecimiento y cuando recibimos eso, es conmovedor”, dice.

“Eso es lo que definitivamente te dice que tenemos que seguir porque estás haciendo algo por alguien”, concluye.