La película “Historias pequeñas” de Rafael Marziano, enmarcada en el golpe-bobo o carmonazo, se desarrolla en cinco episodios y tres días; 11, 12 y 13 de abril, al margen del acontecimiento político, con excepción del segundo episodio, en donde de triunfar el “golpe” sus negocios y corruptelas se verían afectados. el resto de las historias son situaciones particulares, no vinculadas directamente con la hecho política. Son vidas privadas de la cotidianidad y en este sentido, son cuadros sociológicos de la realidad venezolana y universal. El marginado, la brutalidad policial, la precariedad laboral, la juventud y sus incertidumbres, la infidelidad, la crisis conyugal y la disfuncionalidad familiar.
La película, funciona como un espejo de cinco microcosmos humanos y sus dramas. Se prescinde de la épica, pero no se puede evadir la tragedia. Pudiera disgustar a algún espectador. No se acusa a nadie ni se propone una tesis ni una moraleja moralizante. El director se limita “a-mostrar” pero a nadie le gusta verse reflejado en sus claroscuros y la película lo logra muy bien, por su atmósfera opresiva de espacios cerrados y la combinación de luz y sonido y la lentitud implacable de la cámara, que en silencio registra y entra en la intimidad secreta, particularmente en los dos primeros episodios. En los otros tres, más bien se refleja el silencio del desamparo y de la precariedad de vida.
La película es del 2019 y forma parte, en mi opinión, del despertar, del sueño petrolero a la pesadilla de los últimos años. Es una proyección de la realidad “fea” que tanto nos cuesta aceptar como sociedad, que se acostumbró a verse sólo “bonita” en el petróleo: misses, cadivi, tá’barato, Miami, Aruba, etcétera. Las dificultades las vamos a superar, pero a un costo alto que ya venimos pagando.
La película pudiera ayudar a vernos con más realismo y menos auto complacencia.