Un neurocientífico inglés ha desarrollado un compuesto químico revolucionario que ofrece todos los beneficios de unos buenos tragos sin el daño al organismo o el dolor de cabeza del día siguiente
Por Infobae
El alcohol es esa bebida que en sus diferentes formas y presentaciones tiene la capacidad de animarte a ti o a cualquier fiesta, desinhibirte, ser más propenso a la interacción social y en general ponerle un poco de “sabor” a la vida, pero que en cantidades problemáticas puede derivar no solo en adicciones -en los casos más extremos- sino en profundas e incómodas resacas.
Todos hemos estado ahí después de una noche de fiesta, de unos “tragos sociales”, en donde la pasamos increíble, la mañana se asoma trayendo consigo la consabida resaca. Ahí, suelen salir las palabras mágicas: “No vuelvo a beber más”. Las cuales solo duran hasta la siguiente reunión donde alguien se ofrece para comprar una botella o unas cuantas cervezas.
¿Pero qué pasaría si pudiéramos tener todos los beneficios de ingerir licor pero sin experimentar la terrible resaca? Si existiera un ‘lubricante social’ igualmente efectivo para desinhibirnos, liberar endorfinas y mejorar los prospectos de una gran noche pero sin causar efectos nocivos para nuestro cuerpo ¿lo consumiríamos?
Pues bien, más pronto que tarde podremos tener a nuestro alcance una alternativa que promete precisamente eso, una cosa más que agradecerle a la ciencia y en especial a un neurocientífico llamado David Nutt, que está todo menos loco, aunque su ambicioso proyecto levante sospechas.
El profesor Nutt es el director de la unidad de neuropsicofarmacología en el Imperial College de Londres y viene trabajando desde hace varios años para sintetizar químicamente una bebida capaz de reemplazar al alcohol.
En sus tiempos como asesor de drogas del gobierno de Reino Unido a finales de la década de los 2000, Nutt se atrevió a afirmar que el alcohol era una sustancia más peligrosa para el cuerpo que el LSD, algo que le ocasionó el despido en 2009. Pero un año más tarde contratacó publicando un estudio en el que demostraba que gracias a lo socialmente aceptado que estaba y a los hábitos de consumo de las personas, el alcohol era más dañino para la sociedad que el crack.
“El alcohol siempre ha sido uno de mis mayores intereses de investigación. Como médico, siempre te enfrentas a los problemas del alcohol. Cada vez que ingresas a la sala, ves a alguien que ha sido dañado por el alcohol. Así que siempre he querido darles a los jóvenes una alternativa a esta sustancia adictiva y tóxica, que al final podría – bueno, sabemos que lo hará – matar a 3 ½ millones de personas al año de forma prematura”, afirmó Nutt en una entrevista con NPR a finales del año pasado.
Esa alternativa lleva por nombre Alcarelle y es un compuesto molecular cuyo objetivo es reemplazar a las sustancias alcohólicas en la fabricación de varios tipos de bebidas. De acuerdo con el profesor Nutt, el compuesto garantiza las sensaciones positivas del licor pero sin dañar al organismo.
“La ciencia de Alcarelle se basa en una comprensión, una comprensión profunda de la ciencia del alcohol”, dijo Nutt. “Durante los últimos 50 años, la neurociencia ha logrado grandes avances en la comprensión de lo que hace el alcohol en el cerebro”.
Cuando ingerimos licor en nuestro cerebro se afectan ciertos neurotransmisores y otros receptores se unen haciéndonos sentir animados, confiados o algo somnolientos. Esto quiere decir, según Nutt, que existe el potencial de que se aíslen los subtipos de ese receptor para obtener los efectos beneficiosos de la bebida y evitar los subtipos que producen los efectos negativos. De esta manera se podría eliminar la intoxicación excesiva, la dependencia a estas sustancias y el síndrome de abstinencia.
Estos avances los viene trabajando Nutt y su equipo durante los últimos 10 años, en los que han desarrollado y probado compuestos que se dirigen a receptores cerebrales extremadamente específicos para conseguir el resultado deseado.
“El alcohol es la gran droga social”, dice Nutt. “Entonces, lo que estamos apuntando es que las personas pierdan sus inhibiciones en cuanto a ser sociables, pero no queremos que pierdan el autocontrol”.
Para eso, el equipo está diseñando la molécula de Alcarelle para que el efecto de la bebida se estabilice y no llegues a emborracharte hasta la ceguera con él. Su efecto será similar al de beber algunas pocas copas de vino.
¿Y cómo exactamente se eliminará la resaca? Bueno, pasa que cuando bebemos cualquier tipo de licor, nuestro hígado lo transforma en un compuesto tóxico llamada acetaldehído, que es el responsable de la sensación de malestar mañanero que llamamos resaca, guayabo, cruda o cualquier otro mote popular.
Con Alcarelle esto será cosa del pasado pues su composición molecular está específicamente diseñada para no tener efectos nocivos en el cuerpo, eliminando todas las interacciones con el hígado, los riñones o el intestino.
El origen de la “cura”
Cuando era estudiante de doctorado en 1983 David Nutt encontró en medio de sus investigaciones la “cura” para la borrachera, una droga que si se ingería estando en estado de alicoramiento revertía los efectos de la bebida y devolvía el estado de sobriedad.
Para lograrlo, la droga modificaba un receptor específico del cerebro llamado Gaba, que es el principal afectado cuando se consume alcohol. Con la bebida, el receptor Gaba y todo su sistema calman la actividad cerebral haciendo que se activen menos neuronas, así que su “antídoto” estaba enfocado a reactivar esta función a su estado normal.
Los experimentos que realizó Nutt se hicieron en ratas de laboratorio, a quienes el profesor les suministró alcohol y luego una sustancia química que bloquea los receptores de Gaba, logrando que los animales volvieran a estar sobrios.
Sin embargo, “la cura” a la borrachera era demasiado peligrosa para usarse clínicamente o suministrarlo abiertamente al público pues si la consumía una persona sobria causaba convulsiones similares a los peores efectos del síndrome de abstinencia por el alcohol.
Además representaba otro problema, pues si bien atacaba los efectos de la borrachera, no hacía nada por las demás afectaciones que el alcohol produce en el cuerpo, como la destrucción progresiva del hígado o el cerebro. Pero ese primer hallazgo marcó el camino para lo que es hoy Alcarelle.
Otro gran avance se dio unos 20 años después, cuando el profesor Nutt entendió que los avances científicos habían llegado a un punto que permitían no solo entender mejor las propiedades del cerebro sino manipularlas de forma segura. Hoy sabemos que existen 15 subtipos de receptores Gaba en diferentes regiones del cerebro y que el alcohol es capaz de unirse a todos ellos.
Así, lo que han logrado los científicos del equipo de Nutt es aislar aquellos subtipos que producen euforia y demás efectos considerados positivos, y eliminar los que producen malestar.
“Sabemos en qué parte del cerebro el alcohol tiene sus efectos ‘buenos’ y ‘malos’, y qué receptores particulares median eso: Gaba, glutamato y otros, como la serotonina y la dopamina. Los efectos del alcohol son complicados, pero puedes apuntar a las partes del cerebro que quieres apuntar”, le dijo el profesor Nutt a The Guardian.
Aclara además que al poder modificar esto a placer, Alcarelle puede tener un efecto de pico, haciendo que no importa cuanto se consuma, el efecto sea el mismo. Esto también abre la posibilidad a que existan diferentes tipos de Alcarelle con distintos picos que se puedan consumir dependiendo a los contextos: no es lo mismo una bebida para las fiestas que una para un almuerzo de negocios.
El camino por recorrer
Contario a lo que se podría pensar Nutt no es un prohibicionista, incluso, irónicamente, tiene su propio bar de vinos junto a su hija en Ealing (Inglaterra). Además, ha dicho que tiene como costumbre disfrutar de un pequeño trago de un whisky de malta antes de acostarse.
Este doctor sueña con que algún día pueda incluir a Alcarelle en su carta de tragos, ofreciendo alternativas al consumidor que no sean nocivas para su organismo.
Sin embargo ese camino no es nada sencillo, y el propio científico ha afirmado que lo fácil está en la química pero que lograr que su invención sea aprobada por las agencias regulatorias de alimentos y bebidas tanto en Inglaterra como en el mundo ha sido lo más complejo.
Además está el factor sabor, que es muy importante a la hora de pensar en el consumo masivo, pues Alcarelle por sí solo no es agradable al paladar y depende de la mezcla con otras sustancias para que adquiera un sabor deseado.
Por eso, encontrar personas que lo apoyen con dinero para la producción tampoco ha sido sencillo. No obstante el terreno se está allanando y el equipo de Alcarelle ya cuenta con su principal socio, David Orren, quien es el director gerente de la compañía que busca comercializarlo en un futuro no muy lejano.
“La gente necesita una alternativa. Celebrar con una copa es algo que hemos estado haciendo durante miles de años. Pero en este momento, cuando vamos a un entorno social la opción es abstenerse o hacer lo que hacen los demás, lo cual es perjudicial”, declaró Orren para NPR.
Él era un escéptico pero luego se convenció al ver el potencial de Alcarelle para evitar muchos de los efectos nocivos del alcohol en las personas.
En ese camino están Nutt y Orren, quienes en enero de este año rebautizaron su sociedad como Gaba Labs, con miras a aumentar sus ofertas de productos y comunicarse con una audiencia más amplia.
“Con raíces en la investigación avanzada de neurociencias y moleculares, nuestra empresa se compromete a ofrecer ingredientes innovadores que revolucionarán el mercado de las bebidas espirituosas tal como lo conocemos hoy en día. Después de cinco años de investigación y avances tecnológicos, nos complace anunciar la evolución de Alcarelle a GABA Labs y el lanzamiento de una nueva empresa, The Social Drinks Company (TSDC). Estamos listos para llevar la innovación que tanto se necesita a la industria de bebidas para adultos en la sociedad “, dice Orren en una declaración citada en la página de la compañía.
El nuevo nombre también estuvo acompañado de nuevos productos como Sentia, una bebida a base de un ingrediente botánico llamado ABI que también produce efectos similares al alcohol pero en una menor potencia que Alcarelle y que ya se ha empezado a comercializar.
Más allá del tiempo que le tome finalmente a Alcarelle ser aprobado para su consumo y comercialización, la pregunta de si podrá o no sustituir al alcohol como bebida predilecta de los consumidores se mantiene y tal vez no tenga por ahora una respuesta clara.
Para Leonel Fadul, copropietario y maestro cervecero de la cervecería artesanal Magdalena, eso puede que nunca suceda pues dice que en el mercado hay cabida para todas las alternativas.
“Puede ser una alternativa para el consumo, pero no un sustituto, porque las bebidas alcohólicas, no solo la cerveza, van más allá de sus simples efectos, se sostienen por una tradición”, dice Fadul.
El maestro cervecero destaca que, por lo menos en el caso de la cerveza, esta se crea por medio de procesos químicos y alquímicos que mezclan elementos naturales y conocimiento ancestral, haciéndola más similar a la cocina, eso produce una gama muy amplia de sabores que son muy agradables para el paladar.
Por ejemplo, Magdalena, su cervecería artesanal situada en Barranquilla Colombia, tiene entre su carta cervezas de temporada cuyos sabores mezclan elementos frutales de la gastronomía del Caribe, como la panela, el mango o el corozo (mbocaya).
“No sé el otro producto (Alcarelle) hasta cuanto se pueda agregar sobre esencias, colorantes o similares para replicar sabores, pero en el caso de la cerveza es todo completamente natural”, afirma.
Todavía faltan unos años para que podamos probar Alcarelle y tomar nuestras propias decisiones, tal vez haga falta una nueva resaca para terminar de estar convencidos de sus prometedores beneficios y así en vez de repetir la famosa “no vuelvo a tomar más”, podamos más bien pedir que esta alternativa no se demore tanto.