Proyecto Sebraba: Al rescate del jaguar venezolano, asfixiado por la mano del hombre

Proyecto Sebraba: Al rescate del jaguar venezolano, asfixiado por la mano del hombre

Jaguar venezolano. Foto: Proyecto Sebraba

 

 

María Fernanda Puerto-Carrillo es una bióloga venezolana con una misión especial: estudiar y consumar una relación saludable entre el hombre, muchas veces cegado por su avaricia, y el jaguar que habita en el sur del Lago de Maracaibo.





lapatilla.com

Hace casi 14 años, incluso antes de concluir sus estudios universitarios, inició el interés de María Fernanda en la investigación del felino más grande de Venezuela. Sin embargo, lejos de acercarse a las poblaciones de los llanos o la selva amazónica, esta científica decidió observar muy de cerca, desde su proyecto de tesis de grado, el particular comportamiento de los jaguares adaptados al ecosistema pantanoso del Parque Nacional Ciénagas de Juan Manuel, también conocido como Aguas Blancas y Aguas Negras.

“La ecología, el comportamiento con su entorno, la dieta exclusiva” y otros elementos que hacen de los especímenes al sur del Lago de Maracaibo “completamente distintos al resto”, impulsaron a María Fernanda a mirarlos con mayor interés. “Se trata prácticamente de una especie endémica”, afirma. Además, explica que los jaguares zulianos “suelen consumir lapas, pequeños reptiles y galápagos de Maracaibo”, tortugas amenazadas debido a que es consumida por los humanos.

El equipo de Proyecto Sebraba durante un reconocimiento del terreno. Foto: Katiuska González

 

María Fernanda comenta que el jaguar también puede encontrarse en los parches de vegetación de Táchira, Barinas, Apure, Cojedes, Amazonas o Bolívar. Asimismo en regiones como Delta Amacuro y Falcón. Incluso asegura que hay reportes de posible presencia de estos felinos en El Ávila, debido a presuntos hallazgos de huellas y otros rastros característicos.

– PROYECTO –

Sus investigaciones pronto derivaron en la fundación del Proyecto Sebraba, una iniciativa con dos grandes objetivos: En primer lugar, determinar la densidad poblacional y los principales riesgos que amenazan a los jaguares de dicha zona y, en segundo término, enseñar a los hacendados, campesinos y demás pobladores a sostener una coexistencia armónica con tales depredadores. En cuanto a la palabra “sebraaba”, esta significa “jaguar” en la lengua del pueblo indígena Motilón-barí.

María Fernanda coordina los pasos a seguir con su equipo. Foto: Katiuska González

 

Para llevar a cabo su tarea y obtener datos cada vez más precisos, el equipo de Proyecto Sebraba ha instalado en el pantano decenas de cámaras-trampa, las cuales pueden capturar el comportamiento del jaguar en su cotidianidad. “Se asemeja a una película”, relata sobre la experiencia María Fernanda, quien además resalta el “patrón de manchas único” de estos felinos, una característica que le permite identificar a cada ejemplar y contarlos para aproximarse a la real densidad poblacional de la especie. En el año 2019, el proyecto había cubierto con cámaras alrededor de 600 kilómetros cuadrados de las ciénagas Juan Manuel.

Las cámaras-trampa son instaladas con mucha precisión. Foto: Proyecto Sebraba

 

Rescatar al jaguar no es una meta dirigida exclusivamente a la conservación de una sola especie. “Cuando retiras a un depredador tope se generan muchos desequilibrios, puede afectar hasta a las aguas”, expone María Fernanda.

“Si dejamos que los herbívoros proliferen, habría un consumo excesivo de plantas. La pérdida sostenida de bosques cambiaría la temperatura. Además, proliferarían las enfermedades debido a los animales viejos o débiles que el jaguar ya no cazaría”, agrega. Por esto, una eventual desaparición del felino podría perjudicar a la larga la salud del ganado, vulnerable a enfermedades de herbívoros silvestres.

– RIESGOS –

Nuestra científica identifica al aislamiento como el principal riesgo, entre muchos otros, que corren estos felinos manchados. “Están completamente adaptados al ecosistema inundado. Su aislamiento dificulta su reproducción”, asegura María Fernanda, preocupada porque la endogamia, cópula entre individuos de ascendencia común, se ha convertido en un grave problema. “Los jaguares se están quedando en islas de bosque. Se aparean y no hay crías”.

Por si fuera poco, la esterilidad no es la única consecuencia. Diversos ejemplares presentan peculiares lesiones en la piel, similares a escaras. Según consultas de Proyecto Sebraba con veterinarios especializados, es muy probable que tales heridas sean producto del entrecruzamiento entre animales emparentados.

Hay factores claves que están asfixiando a los jaguares en el sur del estado Zulia: El crecimiento acelerado de los urbanismos, la siembra indiscriminada de monocultivos de palma aceitera y la caza. En el caso de la construcción de viviendas, se trata de un tema difícil de manejar, debido a la densidad poblacional y la crisis agobiante de los servicios básicos en las ciudades. Además, la deforestación para instalar fincas de ganado y otras actividades agrícolas también está obligando al jaguar a reducir cada vez más sus territorios originarios. Pero el asunto no termina allí. La palma aceitera, un ingrediente utilizado en casi todo lo que se pueda imaginar (helados, margarinas, aceites de cocina, comida rápida, pastas dentales, cosméticos, productos de limpieza), es quizás la planta más industrializada en Venezuela y buena parte del mundo. Todo eso sin mencionar sus terribles efectos sobre el medio ambiente. “Daña el suelo, lo erosiona, y luego no sirve como área para el paso seguro de animales”, detalla María Fernanda.

Respecto al nivel de riesgo de extinción de la especie, la especialista considera que la carencia de estudios más detallados imposibilita saber a ciencia cierta sobre este aspecto. Sin embargo, cree que catalogar al jaguar criollo como una especie “casi amenazada” muy probablemente se aleje de una realidad que podría ocultar la calificación de “vulnerable“. María Fernanda alerta que al menos un 60% de los bosques primarios habitados por el felino sencillamente han desaparecido, dejando paso a solo parches de vegetación cada vez más alejados.

“Es sensible, pero se adapta”, comenta sobre una ventaja de los jaguares ante los cambios bruscos de su hábitat. “Cuando cambia de dieta, puede adaptarse. Si le quitan las tortugas, las babas o los chigüires, puede variar su dieta hacia los animales de cría”. Aún así, la bióloga manifiesta que en el sur del Lago de Maracaibo “el recambio de los animales es muy acelerado, lo que genera un comportamiento atípico gracias a la presión”.

– PROGRESO –

Para superar el aislamiento, Proyecto Sebraba tiene entre ceja y ceja conseguir una meta concreta: los corredores ecológicos. Estos serían “áreas protegidas entre parques. Buscamos que se generen áreas verdes para que los animales se intercambien” y así evitar la endogamia. Para conseguir la recuperación de los bosques, el proyecto mantiene contacto con los hacendados, a quienes ofrece herramientas para mantener al ganado alejado de los grandes felinos sin necesidad de recurrir a la caza. De igual manera, el equipo le ha planteado al Instituto Nacional de Parques (Inparques) y al Ministerio del Poder Popular para el Ambiente, la creación de una zona protegida, con su correspondiente ampliación de polígonos.

Los recorridos por el bosque de pantano se realizan principalmente en bote. Foto Pedro Luis Bermúdez

 

“Cada estrategia es diferente, toca hacerlo personal”, asegura María Fernanda. Pese a ello, afirma que “sí hay un fruto gracias al arduo trabajo”.

Precisamente, un reconocimiento al esfuerzo de Proyecto Sebraba llegó a principios del año pasado, cuando su directora fue galardonada con el Future For Nature Award 2020, un premio para los conservacionistas que se entrega solo a tres personalidades cada año. “Nos dio visibilidad y nos ayudó en el aspecto económico”, confiesa María Fernanda, primera venezolana en ser nominada y en llevarse dicho lauro poco después.

Proyecto Sebraba mantiene contacto directo con los pobladores. Foto: Katiuska González

 

El aporte económico del premio fue realmente valioso para nuestros conservacionistas, quienes muchas veces sufren por combustible, razón que les impide incluir a más personas en el proyecto. Asimismo, María Fernanda apunta que al menos 40 de sus cámaras-trampa están dañadas o requieren repuestos. “Estamos aceptando donaciones pequeñas, no solo de grandes financistas. Eso sí, manteniendo las cuentas transparentes”, comenta.

Sobre Proyecto Sebraba, su directora confiesa que “no es un equipo grande, somos menos de 10 personas, muchos se han ido del país”. Sin embargo, María Fernanda enfatiza que “hemos logrado mucho más de lo que habríamos imaginado, los hacendados nos llaman”. En esta gesta por rescatar al felino más grande de Venezuela, ella considera que el reto “es replicar el mensaje, minimizar el terror al jaguar para evitar las malas informaciones”. Asimismo, propone, reforzar la educación ambiental, como en muchas ocasiones lo hace el Proyecto Sebraba. “Que en las escuelas se hable de nuestra fauna. Si no empezamos a vincularnos desde allí, es difícil cuando ya somos adultos”, afirma.

El equipo visita el ecosistema inundado que habita el jaguar zuliano. Foto: Katiusca González

 

En la experiencia de María Fernanda, hay una prueba indeleble de que, mediante el acercamiento correcto, mediante el amor, es posible lograr una reconciliación entre el ser humano y los jaguares. “Rolando era uno de los mayores cazadores, era la persona que los mataba”, recuerda. Hoy en día, ese mismo Rolando Méndez “es una de las personas que más promueve la conservación del jaguar. Nos apoya en el campo”. Para ella, incluirlo en el proyecto fue “una gran lección para ambos” y una esperanza de que todos pueden tomar conciencia para salvar a nuestros felinos manchados, protagonistas de una leyenda viva que debe seguir vigente en Venezuela.

 

Lea también:

Pranes, mitos y brujería: Cuánto afecta la ignorancia al felino más grande de Venezuela