Douglas Madera Buscarini es un visionario, tanto con la pelota en sus pies como con las ideas en su mente. Ha sido futbolista profesional y a su vez, empresario. Formó parte de las categorías inferiores de River Plate y Flamengo, casualmente finalistas de la Copa Libertadores de América 2019. También, jugó en Estados Unidos e Italia, siendo conocido en Venezuela por estar al frente de un proyecto que nació en 2011, cesó operaciones en 2017 y está de regreso en 2021. Se trata de Shanntonella FC, institución que ha renacido para dar de qué hablar en suelo Vinotinto.
Para entender por qué vuelve, hay que saber cómo nace y cuál es el principio fundamental de esta organización, que, a través del enaltecimiento de valores deportivos, busca marcar diferencia teniendo en el fútbol una herramienta educativa para contribuir no solo en el desarrollo de grandes atletas, sino de seres humanos. Cuatro calendarios después, con ideas renovadas y fuerza para trascender a pesar de las vicisitudes que atraviesa el mundo, su presidente está listo para la acción.
“Iniciamos este proyecto con el propósito de conformar el primer club de Venezuela, con gente capacitada, socios, una infraestructura propia y teniendo en cuenta que este sería un proceso largo, en el cual tendríamos que superar ciertas dificultades. El buen trabajo hizo que llegásemos a tener hasta 200 jugadores entre nuestras diferentes categorías, pero por diferentes razones, principalmente de migración de personas quienes hacían vida en la organización, decidimos hacer una pausa”, dijo.
Todo aquello pintaba bien, incluso, se llegó a realizar una alianza con el histórico club escocés, Celtic Glasgow. Al país caribeño llegaron entrenadores europeos, para evaluar talentos, aplicar su metodología a kilómetros de distancia y aportar en la masificación del deporte rey. Timshel Tabárez estuvo vinculado a la familia como entrenador e incluso, hasta compitieron en Tercera División. Para el tiempo que tenían, su ascenso fue meteórico, tanto que llegaron a ganar adeptos sin todavía competir en la máxima categoría, debido al orden mostrado al momento de ejecutar la labor.
Todo esto partió de la unión que tuvieron dos nombres: Shanna y Antonella, las hijas del creador. La identidad es bastante particular, pero a su vez llamativa. Por eso, sus socios decidieron dejarlo así, sin ninguna alteración, como para generar curiosidad en las mentes de quienes empiezan a conocer el proyecto puertas adentro. El escudo volverá a verse, las camisetas a comprarse y el balón a rodar.
“Hemos establecido líneas de comunicación con diferentes clubes del país y vamos a trabajar en función de potenciar talentos. Haremos una gira a nivel nacional, organizando clínicas deportivas y try outs, para elegir a los mejores jugadores nacidos en 2006. Quienes resulten seleccionados, tendrán la posibilidad de vivir en nuestra Casa Club, con las comodidades y nutrición necesarias para atletas de alto rendimiento”, aseguró el dirigente deportivo.
Un terreno de 37 hectáreas, ubicado en el sector El Banqueo, entre Guatire y Caucagua, será el lugar donde funcionará esta academia, con todo lo necesario para la óptima realización de eventos deportivos. La apuesta es grande por demás, pero ideal pensando en la magnitud de aquello que desean alcanzar.
“Haremos algo digno de lo que merece el fútbol venezolano, para aportar nuestra cuota en el cumplimiento del sueño que todos tenemos: ver a la Vinotinto en un Mundial. Ahora es que quedan cosas por hacer y nosotros estamos plenamente enfocados en eso”, manifestó Madera, quien casi media década después, está de regreso a casa, para seguir avanzando con esta causa. Definitivamente, nada como soltar raíces en el lugar donde naciste. /Nota de Prensa