Luego del arranque de un inédito enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas al servicio del chavismo y las disidencias de las Farc en la frontera con Colombia, al menos seis mil venezolanos han tenido que abandonar sus hogares en pueblos rurales del estado Apure para no quedar entre el fuego cruzado.
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Esta fue la realidad que observaron durante su visita a Arauquita tanto el embajador de Venezuela en Colombia, Tomás Guanipa, como el comisionado presidencial, Carlos Paparoni, quienes comprobaron la acción del terrorismo en la región. Al menos 57 albergues dispuestos por la Agencia para Refugiados de las Naciones Unidas (Acnur) recogen los testimonios de múltiples connacionales que sufrieron la violencia de primera mano. Pequeñas embarcaciones salvaron la vida de la mayoría, pero dejaron su porvenir en suspenso bajo una carpa humanitaria.
La diáspora venezolana no es novedad. Ante más de veinte años de chavismo, las familias criollas tuvieron que tomar la difícil decisión de separarse para buscar un mejor futuro, lejos de la debacle económica y moral heredada por las políticas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, imitadores de la dictadura cubana. Según datos de diversos organismos multilaterales, hasta seis millones de venezolanos habrían dejado su tierra, otrora nación colmada de riqueza, educación y progreso.
Sin embargo, ahora los venezolanos también huyen de la violencia; no solo de la generada por el hampa organizada, sino también por un conflicto bélico a toda regla que se desató el pasado 21 de marzo y mantiene la tensión en localidades como La Victoria o El Ripial, lugares donde por mucho tiempo la guerrilla ha encontrado un refugio para esconderse del Gobierno colombiano.
Al igual que el el mayor fenómeno migratorio del mundo, el de Siria, Venezuela ya comparte otra característica negativa impensable en décadas pasadas: los conflictos armados. Según reportes de FundaREDES y otras organizaciones a favor de los derechos humanos, el combate se desató en Apure cuando las Fuerzas Armadas decidieron repeler al 10° frente de las disidencias de las Farc, dirigido por alias “Gentil Duarte”, quien se habría desmarcado de la línea de otros guerrilleros como “Jesús Santrich” e “Iván Márquez”.
Bombardeos, minas antipersonales, masacres injustificadas y emboscadas a instituciones públicas se han hecho presente en las comunidades fronterizas, con el agravante del daño a bienes inmuebles de sus habitantes, quienes denuncian la mala intención de los cuerpos militares y policiales venezolanos. Según denunció Guanipa, se trataría simplemente de un operativo sangriento para entregarle el control franco de la ruta a la “Segunda Marquetalia”, la cual la emplearía para trasegar drogas desde Colombia hacia Centroamérica.
De acuerdo con cifras aportadas por las autoridades colombianas hay más de 2200 niños que dejaron sus hogares. “Encontramos testimonios desgarradores, llenos de tristeza, indignación pero sobre todo mucho miedo”, enfatizó el embajador venezolano. Por su parte, algunos apureños que huyeron a Arauquita comentaron: “Que quede claro, todo lo que está pasando en Apure es responsabilidad de Nicolás Maduro y su firme intención en favorecer a un grupo de las disidencias de las Farc que actualmente están en Venezuela”.
Lo cierto es que Venezuela cada vez está más cerca de alcanzar la cifra de ocho millones de sirios desperdigados por el mundo. Si la situación política y social no cambia pronto, la joya del Caribe se arriesga a seguir siendo víctima de las malas políticas del Palacio de Miraflores, eco de la dictadura de Bashar al-Ásad, por ejemplo.