Lo que parecía un punto de inflexión en la historia del fútbol mundial, un suceso que iba a transformar el deporte rey y cambiar el escenario por completo, empieza a quedar sin efecto con el correr de las horas. Cada día que pasa la Superliga europea pierda más fuerza. La salida de los seis clubes ingleses debilitó notablemente el proyecto y, al sumarse equipos de España e Italia, el cuadro de agonía parece irreversible. A menos de 72 horas de aquel revolucionario comunicado, el torneo está por morir.
Aunque lleva años gestándose, quizás una década o más, y sea difícil establecer una fecha exacta como punto de partida, todo comenzó a tomar impulso a partir de la semana pasada. Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, pisó el acelerador para dar a luz a su iniciativa. Desde la UEFA tomaba cada vez más fuerza la reforma de la Champions League, algo que terminó aprobándose el pasado viernes.
Era un movimiento provocador y hostil contra el organismo que regula el fútbol en Europa, pero Florentino sedujo con el gran incentivo de las inyecciones económicas a otros 11 gigantes del continente: Barcelona, Atlético Madrid, Juventus, Inter, Milan, Arsenal FC, Liverpool, Manchester United, Manchester City, Chelsea y Tottenham.
No quedaron convencidos otras entidades como el Bayern Munich, Borussia Dortmund o Paris Saint Germain, pero la idea era que se sumen con el correr de los días. Era importante poner en marcha la nueva maquinaria.
Fue un fin de semana en el que estas instituciones cruzaron documentos y se sentaron las bases legales, con videoconferencias y reuniones virtuales. Todo a espaldas de Aleksander Ceferin, titular de la UEFA, quien incluso reconoció que Andrea Agnelli, presidente de la Juve y hombre fuerte en el proyecto con Florentino, le mintió al decirle que lo de la Superliga solamente eran rumores.
En la tarde europea del domingo empezaron a surgir las primeras informaciones en los medios de comunicación. El anuncio parecía inminente. Según informó el diario MARCA, se escribieron hasta 26 versiones del comunicado y los ingleses eran quienes más prisa tenían en publicarlo. Pasada la medianoche en el Viejo Continente, a las 00:20 del lunes 19 de abril, explotó la bomba: 12 clubes anunciaban en conjunto la creación de la Superliga. Era un certamen con el que Florentino Pérez prometía “salvar al fútbol” pero que no tardó en generar una reacción negativa en redes sociales, además de mucha incertidumbre ante las posibles sanciones que planeaba la FIFA.
Mientras esta nueva entidad –ya constituida formalmente por el Big Six de Inglaterra, junto con los tres grandes de Italia y España– buscaba la forma de blindarse legalmente, el mundo del fútbol estaba sacudido por la noticia. Había advertencias que indicaban que estos clubes iban a ser expulsado de sus respectivas ligas nacionales y que sus jugadores no podrían disputar competiciones de la FIFA, como el Mundial de Qatar 2022. El rechazo era generalizado, se manifestaba en todas las esferas. Fue un lunes agitado, sobre todo en Inglaterra, donde los fanáticos acudieron a distintos estadios con pancartas y banderas en contra del proyecto. Llegó al ámbito político, con Boris Johnson a la cabeza y también el príncipe William.
Toda la negatividad contra la Superliga europea se transformó en una inmensa bola de nieve que no paraba de crecer. Uno de los primeros futbolistas en alzar la voz fue Ander Herrera, pero eso generó la reacción de otros colegas y la catarata se hizo indomable.
Pese a todo este caso, Florentino Pérez hizo su primera aparición pública en TV en mucho tiempo para dar la cara por el proyecto e intentar apagar las llamas. “El fútbol tiene que evolucionar, como las empresas, las personas, las mentalidades. Estamos todos arruinados, el fútbol es global y estos 12 equipos y alguno más tenemos fans en todo el mundo. La televisión tiene que cambiar para que podamos adaptarnos. Los jóvenes ya no tienen interés por el fútbol. ¿Por qué no? Porque hay muchos partidos de escasa calidad y no les interesa, tienen otras plataformas para distraerse”, se excusó en el programa El Chiringuito.
Sus palabras no apagaron el incendio en absoluto y el martes, después de otra jornada de críticas y fuertes protestas en contra del nuevo certamen, comenzaron las deserciones. El Manchester City dio el primer golpe. Detrás suyo, salieron los otros cinco equipos ingleses. El miércoles fue turno del Inter y el Atlético Madrid. Ocho bajas que dejan a la Superliga europea pendiendo de un hilo, sumándose comunicados autocríticos de Juventus y Milan.
“No me preocupa que alguien abandone la Superliga”, aseguró Florentino en L’Equipe, aunque su compañero Andrea Agnelli no se mostró tan firme. Al ser consultado por Reuters sobre si podía hacerse el torneo pese a las bajas, dijo que “para ser franco y honesto, no, evidentemente ese no es el caso”. Y desde la Juventus ya sacaron un comunicado donde defienden el torneo pero conocen que “hay pocas posibilidades de que el proyecto se complete en la forma concebida originalmente”. Sólo queda el silencio inesperado de Barcelona y Joan Laporta.
Todo indica que este radical idea impulsada por el ambición financiera de 12 de los clubes más poderosos de Europa está a punto de caducar a 72 horas de su nacimiento. Era un plan meramente económico con la intención de sostener sus gigantescas estructuras pero que nada tenía que ver con el fútbol y su esencia, con el espíritu competitivo y el mérito deportivo. Son rasgos que, si bien han perdido terreno con el correr del tiempo, todavía tienen más peso que los empresarios que controlan este deporte creen.