No es solo producto de la pandemia asoladora, y su extraordinario mal manejo por parte de un régimen que ha impuesto el terror, el miedo, el descuido por la población, sumado a la represión como política destructiva del Estado en términos humanos. El derecho a la vida en Venezuela es una tipificación de literatura. Nada más. No existe en la realidad palpable. Anexo a esa tétrica relacion, nos encontramos con un ocultamiento de cifras oficiales, un permanente interés político por desdibujar números y consideraciones generales para tratar de hacer ver a los incautos que la problemática creada no es tan honda.
La muerte se impone y, hasta podríamos decir, la muerte la imponen desde el poder. ¿Se han podido salvar vidas si hubiera en nuestro país un sistema sanitario adecuado? ¿Se han podido evitar muertes si se hubiera puesto en manos de conocedores científicos las decisiones importantes en la materia? ¿Se hubiera logrado mantener con signos vitales y productivos a una cantidad de conciudadanos que dejaron este mundo solo porque la mala política y el exceso de ella para todo los condujo a la muerte? ¿Y el tema infame de las vacunas no marca con la muerte actual y futura? Si su respuesta a estas preguntas ha sido sí, siga leyendo.
Decía que no es sólo la pandemia. Agreguemos Apure. ¿Cuantos militares muertos, cuando muchachos expuestos? La FAN humillada, sin cumplimiento cabal de las funciones establecidas para ella, sin preparación ni actuación eficaz en hechos que la toman por sorpresa. Muerte impuesta.
Y así: La Vega ha visto perecer esta semana varios coterráneos, la Cota 905 y sus alrededores también. Se plantean negociar con los panas a ver si le bajan algo a la presión. Los suicidios, feminicidios, y otros idios están en la comunicación diaria de lo que va quedando de libre información en una nación que percibe al poder en lidia permanente contra la información como derecho humano. Ya vimos como apresaron a un defensor de los DDHH como Orlando Moreno de Delta Amacuro, por notificar esos macabros escapes del país por agua en el oriente. Más muertos. Más represión. Más mensajes contra quienes osan divulgar. Para el régimen del terror no importan las cosas que ocurren y propicia. Importa que ocurran pero que trascienda en términos generales para su manipulación informativa con una sola finalidad: mantener el control, la sujeción de los individuos aterrados, dominados y opresos.
Tenemos una lucha contra la muerte que significa el régimen a diario. Un régimen sin pudor. Destructor institucional y destructor humano. Mientras, esperamos una mayor efectividad para los tardíos procedimientos de los organismos internacionales. El acabamiento interno es de tal magnitud que articular solos una respuesta se hace más dificultoso. Hay que insistir en la lucha por la vida contra el terrorismo de Estado.