De Curiepe, una parroquia del Municipio Brión, en la región de Barlovento, en el estado Miranda, de allí los primeros cimientos de pasión por las luchas sociales y culturales de Venezuela de Aristóbulo Istúriz, un político que comenzó por acompañar a los más desfavorecidos hasta ser uno de los principales responsables del quiebre del sistema educativo del país.
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Egresado en 1965 del Instituto Experimental de Formación Docente como Maestro de Educación Primaria y graduado en 1974 del Instituto Pedagógico de Caracas (UPEL), con el título de Profesor, en la especialidad de “Historia y Ciencias Sociales”, más posgrados y especializaciones en la Universidad Central de Venezuela (UCV), figuró bajo muchos conceptos para ser elegible entre quienes tenían la vanguardia política del país, que en efecto le llevaron a ocupar su primer cargo como diputado al Congreso en la década de los 90 y posteriormente alcalde de Caracas.
Tras varios traspiés en su andar y en sus aspiraciones le dio apoyo a la candidatura de Hugo Chávez (1999), de allí su tan anhelado premio años después de ser quien gestionara el Ministerio de Educación del país en un primer período desde el año 2001 hasta el 2007, sin saber que esto marcaría un antes y un después en nuestro progreso de la nación.
Aristóbulo es uno de los personajes del chavismo que más insistió en llevar el ideario socialista a las escuelas, razón que le hizo ser contraparte del enorme gremio, quien le acusaba de intentar cambiar los pensamientos de los niños y adolescentes, para de esa forma dibujar todo a través de las figura castro-comunistas y marxista.
Fue creador e impulsor de varias misiones educativas de cero progreso, diseñador y contribuyente del mal llamado “Plan de la Patria”, y defensor del que “entren todos pero sin avances”, un hombre que se hizo ciego, sordo y mudo ante los bajos salarios a los docentes y que se fue entre más sombras que luces.
Nadie puede olvidar que en su segunda oportunidad para reivindicarse al cargo del Ministerio de Educación 2017 – actualidad, dejó frases dolorosas para sus colegas, acusó a la guerra económica de que los colegios dejarán de tener comedores públicos, persiguió al sistema privado, señaló a quienes exigían mejoras.
En su gestión no hubo aportes significativos en el plano de la modernidad y la tecnología, cientos de ciudadanos mantienen una formación deficiente por la conectividad y millones de venezolanos huyen a otras fronteras al saber que sus mejores profesores decidieron dar clases en otras latitudes.
Los lujos, placeres y derroches nunca devolverán al país lo perdido en más de 20 años, algo que seguramente no aprendió de los libros que alguna vez leyó de Andrés Bello y que no representaban para nada el ideal bolivariano.
Ya lo decía el Libertador:
“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción“.