La pandemia de coronavirus ha supuesto un auténtico y absoluto cambio en casi todas las esferas de la civilización, impactando el estilo de vida de la humanidad entera en todos los sentidos y sin excepción. Las personas, las empresas, los gobiernos, cada quien en su esfera y con su estilo, han dado su respuesta con errores y con aciertos, ante una situación inédita de la que hubo no pocas advertencias, pero inédita al menos en la escala que conocía el mundo moderno, donde la movilidad se tradujo en una inevitable transmisibilidad que permitió a una epidemia con epicentro en Wuhan, escalar en cuestión de muy pocos meses al grado de pandemia global.
Más allá de los cambios obvios de los que hemos sido testigos, algo que sin embargo nunca cambia, es el olfato y oportunismo de la delincuencia organizada internacional, local y transnacional, que ante cualquier oportunidad y en cualquier circunstancia hace de las suyas sin escrúpulos sacando el máximo provecho, en este caso, en una coyuntura tan trágica como la del COVID-19, la cual han convertido en una auténtica plataforma de actividad criminal que explota la ansiedad, vulnerabilidad e incertidumbre general, al punto que la INTERPOL ha emitido en su plataforma toda una serie de alertas que explican las múltiples formas que ha adoptado la delincuencia en esta materia, que va desde las estafas en la esfera de la Internet, hasta las más delicadas que pasan por la falsificación de productos, insumos médicos, medicinas e inclusive “vacunas”.
En cuanto se refiere a los delitos en la Web, se ha tenido conocimiento del registro de al menos 40 mil nombres de dominio de Internet que incluyen las palabras “corona” o “covid”, los cuales conducen luego en muchos casos a sitios maliciosos que invitan a pulsar links que derivan en intentos de robos de identidad, de datos, acceso ilegal a cuentas personales o la inserción de virus troyanos y hasta secuestros de sistemas, servidores e infraestructuras tecnológicas completas.
En relación a productos y artículos para uso médico o protección en contra del coronavirus, de lejos la preferencia criminal se enfocó desde el principio en la falsificación de mascarillas o tapabocas de la categoría N95 O KN95, habiéndose incautado alrededor del mundo millones de mascarillas falsificadas, en muchos casos pretendiendo ser originales de la reconocida marca 3M, o en otros casos, aún no haciendo referencia a marcas reconocidas, se atribuyen propiedades de protección o filtrado que no tienen. Siendo en todo caso el tema de los tapabocas tal vez lo más leve, en la cadena siguen otros más graves como la falsificación de desinfectantes y antibacteriales, medicamentos, kits de prueba de Covid, o inclusive, lo más alarmante, la falsificación de vacunas, habiéndose reportado incautaciones al menos en Suráfrica, México y Polonia, y sobre lo cual el Secretario General de INTERPOL, Jürgen Stock, ha manifestado que se trataría de solo la punta del iceberg, en cuanto se refiere al delito de falsificación de vacunas contra el Covid.
En el escenario anterior, si bien los bienes o intereses jurídicos protegidos son fundamentalmente la seguridad y la salud pública, las referidas actividades criminales afectan e invaden derechos particulares como por ejemplo la propiedad intelectual de titulares de marcas, patentes de invención o diseños, que ante tales actos de usurpación no solo ven potencialmente afectada su actividad económica directa, sino además lo que es vital, su reputación. En estas circunstancias, los titulares privados se convierten entonces en coadyuvantes esenciales de las autoridades, pues como vigilantes regulares de sus propios canales de comercialización, están en condiciones de reportar, alertar y notificar cualquier sospecha sobre posibles ilícitos en la materia.
Venezuela no escapa a una sola de las situaciones descritas, y seguramente haya un poco de todo con sus debidos agravantes y particularidades, pues a fin de cuentas, la opacidad de las informaciones y datos oficiales, sumado a la incertidumbre de ausencia de un verdadero plan masivo de vacunación, se traducen en un caldo de cultivo perfecto para aquellos criminales que se nutren de la vulnerabilidad que se produce en situaciones como la venezolana, y de allí que el sentido común y alerta ante las ofertas inusuales y de fuentes no verificables, se conviertan en las herramientas fundamentales para evitar ser víctimas de estas redes inescrupulosas.
Abogado. Presidente del Centro Popular de Formación Ciudadana y Director de GR LEX Américas
Twitter: @castorgonzalez | Instagram: @castorvzla | castor@grlexamericas.com