El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, juzgado por “corrupción”, fracasó el miércoles en formar gobierno en el plazo previsto, lo que allana el camino a sus adversarios que quieren sacarlo del poder.
El lunes, las cadenas de televisión presentaban todas las hipótesis posibles, algunas de ellas sorprendentes, para permitir que el Likud (derecha) de Netanyahu se mantuviera en el poder, aunando a todas las fuerzas de derecha, o incluso a los islamistas, para conseguir la mayoría parlamentaria.
El Likud logró 30 escaños en las elecciones parlamentarias de marzo, las cuartas en menos de dos años, y recibió el encargo del presidente de formar el próximo gobierno.
Para ello, Netanyahu, que es actualmente objeto de un proceso judicial por corrupción, necesitaba una mayoría de 61 de los 120 miembros de la Kneset, el parlamento de Israel.
Pero tras semanas de intrigas, conversaciones en los pasillos y rumores, el primer ministro más longevo en la historia de Israel no consiguió reunir la mayoría necesaria.
“Poco antes de medianoche, Netanyahu informó a la presidencia que fue incapaz de formar gobierno”, indicó en un breve comunicado la oficina del presidente Rivlin.
– “Ha llegado el momento” –
¿Qué sucede ahora? El presidente israelí se pondrá en contacto, a partir del miércoles por la mañana, con los parlamentarios para abordar la próxima etapa e intentar acabar con esta historia sin fin.
Todas las miradas están ya puestas en el líder de la oposición, Yair Lapid, mientras el país sigue de luto por la avalancha humana que mató a 45 personas el viernes durante una peregrinación de decenas de miles de judíos ortodoxos en el monte Merón, al norte del país.
Lapid dijo que “esta tragedia podría haberse evitado”, acusó a Netanyahu de haber mantenido abierto este lugar de peregrinación y pidió el lunes la formación de un gobierno “responsable”.
“Ha llegado el momento de un nuevo gobierno (…) Este gobierno no será perfecto, pero asumirá sus responsabilidades y se centrará en la gestión del país”, dijo Lapid, afirmando que tiene cómo reunir a partidos de la derecha, la izquierda y el centro para alcanzar los 61 diputados necesarios.
– El bloque del cambio –
En las últimas semanas, el primer ministro intentó formar un “gobierno de derecha” con sus aliados de los partidos judíos ultraortodoxos, la formación de derecha radical Yamina y la extrema derecha Sionismo Religioso.
Pero con estos apoyos solo lograba 59 diputados, dos menos de la mayoría absoluta.
Para lograrlo, intentó sin éxito recuperar a los disidentes de derecha que habían abandonado el Likud para formar el partido conservador “Nueva Esperanza” y cortejó hasta al partido islamista Raam de Mansour Abas, lo que estomagó a la extrema derecha.
Pero ¿la oposición logrará lo que no ha conseguido Netanyahu? En primer lugar, el jefe de la oposición debe recibir el encargo de formar gobierno.
En este sentido, el antiguo jefe del ejército Benny Gantz dijo el martes que “había hablado con todos los líderes de los partidos favorables al cambio para pedirles que recomienden que Lapid reciba el encargo de formar gobierno”, y después formarlo “en unas horas”.
Pero una vez reunidas las voces abiertamente “anti-Netanyahu” en el seno de la izquierda, del centro y de la derecha, el “bloque del cambio” solo obtendría 51 diputados.
Necesitará otros diez escaños de los partidos árabes o de la formación de derecha radical Yamina, dirigida por Naftali Bennett, a quien Netanyahu propuso el lunes -sin éxito-, el puesto de primer ministro en una rotación de poder.
Si la oposición logra formar gobierno, se pasará una página de la historia de Israel con la salida de Nentanyahu, que ha pasado los últimos 12 años en el poder. Si no, los israelíes tendrían que volver a las urnas, por quinta ocasión en un poco más de dos años.
AFP