El pasado 30 de abril Disneyland reabrió sus puertas en California tras más de 400 días de cierre, y las colas más largas se formaron frente a la renovada instalación que ofrece un viaje temático al mundo de Blancanieves y los siete enanitos. ‘El deseo encantado de Blancanieves’, como ha sido bautizado ese rincón de ensueño, recrea las escenas principales del popular cuento de Disney, una de las cuales ha sido objeto de criticas por quienes creen que no se ajustan a ciertas normas éticas del mundo actual.
Se trata de una de las escenas clave del clásico de dibujos animados, en la que el príncipe le da el beso del amor verdadero a Blancanieves para despertarla del sueño eterno y así revertir los efectos de la manzana envenenada de la Reina Malvada. Algunos críticos consideran ahora que el beso no es consentido y que, por lo tanto, no puede considerarse una manifestación de “amor verdadero”.
Según se explican las autoras de un artículo publicado en San Francisco Chronicle, “el beso del amor verdadero” que rompe el hechizo es un beso que el príncipe da sin el consentimiento de Blancanieves, que está durmiendo, “lo que de ninguna manera puede ser amor verdadero si solo una persona sabe qué está pasando“.
“¿No hemos quedado ya en que el consentimiento en las primeras películas de Disney es un problema importante? ¿Que enseñar a los niños que los besos, cuando no se determinó si ambas partes lo quieren, no están bien?”, se preguntan las periodistas.
“Los cambios culturales se producen a lo largo de décadas”
Jim Shull, exdirector creativo ejecutivo de Disney que ha trabajado en el diseño del parque de atracciones por más de tres décadas, ha querido salir al paso de estas críticas. “Teniendo en cuenta el hecho de que los cambios culturales se producen a lo largo de décadas, se debe reconocer que en el contexto del cuento en el que se basa la película el viaje es correcto. Por supuesto, se permite que a la gente no le guste la historia, pero el equipo hizo un trabajo espectacular”, afirmó.
Shull también recordó que muchos cuentos de hadas europeos fueron escritos hace 200 años y tenían como objetivo “entretener y educar” al lector. “En una versión del cuento alemán ‘Schneeweisschen’ (Blancanieve), la joven en coma resucita cuando uno de los criados del príncipe deja caer su cuerpo, que expulsa la manzana envenenada de su garganta, y el príncipe no la besó”, indicó Shull.