La yihad del III Reich: Hitler buscó una alianza con el mundo islámico durante la Segunda Guerra Mundial

La yihad del III Reich: Hitler buscó una alianza con el mundo islámico durante la Segunda Guerra Mundial

El Gran Muftí de Jerusalén con Adolf Hitler en la Cancillería del Reich en Berlín en noviembre de 1941: “Algunos de los aliados musulmanes del régimen nazi -sobre todo el famoso muftí de Jerusalén- compartían el odio de los nazis hacia los judíos”, explicó el historiador David Motadel

 

Una investigación reveló cómo el genocida nazi incentivó en la Segunda Guerra Mundial a miles de musulmanes a unirse a sus tropas “contra sus supuestos enemigos comunes: el Imperio Británico, Estados Unidos, la Unión Soviética y los judíos”

Por Infobae

Mucho se ha escrito ya sobre Adolf Hitler, el dictador alemán responsable del genocidio de aproximadamente seis millones de judíos durante su régimen nacionalsocialista entre 1933 y 1945, pero historiadores y académicos de todo el mundo continúan demostrando que una investigación exhaustiva de su vida puede seguir revelando atributos significativos como su admiración por el Islam.

El historiador alemán David Motadel realizó un estudio sobre el vínculo del Tercer Reich con diversas comunidades musulmanas durante su expansión por Europa, Asia y África y advirtió que Hitler elogiaba la fe de Mahoma como “una religión de hombres”, “marcial, fuerte y agresiva”, mientras opinaba que el catolicismo era una religión “de mansedumbre y flaccidez”.

“Ya ven que nuestra desgracia ha sido tener la religión equivocada. La mahometana habría sido mucho más compatible con nosotros que la cristiana, mansa y débil”, llegó a afirmar el Führer, según reveló Motadel en su libro Los musulmanes en la guerra de la Alemania Nazi.

La investigación de Motadel, profesor de la London School of Economics, describe cómo el régimen nazi buscó encarecidamente una alianza con el mundo islámico durante la Segunda Guerra Mundial y alentó a decenas de miles de musulmanes a unirse a sus tropas en la lucha contra el comunismo, el judaísmo y la democracia occidental.

“En 1941 y 1942, las tropas de Hitler entraron en territorios poblados por musulmanes en África, los Balcanes, Crimea y el Cáucaso y se acercaron a Oriente Próximo y Asia Central. En esa época, la situación militar de Alemania se había deteriorado. En la URSS, la estrategia del Blitzkrieg había fracasado. A medida que la Wehrmacht estuvo bajo presión, Berlín buscó coaliciones más amplias, como el cortejo de los musulmanes, que buscaba pacificar los territorios musulmanes ocupados y movilizar a los fieles para luchar con Hitler contra sus supuestos enemigos comunes: el Imperio Británico, Estados Unidos, la Unión Soviética y los judíos. Los funcionarios de Berlín vieron el Islam como un factor políticamente significativo”, advirtió Motadel en su publicación.

Una fecha clave de esa alianza es el 28 de noviembre de 1941, cuando el muftí de Jerusalén Amin al Husayni fue recibido en Berlín con una gran ceremonia organizada por el Reich con una guardia de honor de 200 soldados alemanes. “Hitler me dio una calurosa bienvenida con expresión alegre, ojos expresivos y evidente dicha”, anotó ese día en su diario personal el líder palestino, que se refugió en Alemania mientras los nazis lo ubicaban en el centro de su aparato de propaganda enfocado hacia el mundo musulmán para lograr más adhesiones en sus frentes de batalla.

Al mismo tiempo, un memorándum nazi destacaba aquel año la importancia del Islam en la guerra y aseguraba que el hecho de que el Tercer Reich se convirtiera en “protector del Islam” conllevaría “grandes éxitos políticos”, en un contexto donde prevalecían las demandas de independencia árabe y la paralización de la emigración judía a Palestina.

La portada del libro de David Motadel, historiador nacido en Alemania en 1981 y profesor de la London School of Economics

 

Por otro lado, la observación obvia sobre este vínculo es cómo los nazis resolvieron el obstáculo que representaba el racismo que había logrado su ascenso popular. Hitler había afirmado la inferioridad racial de los pueblos no europeos, incluidos árabes e indios, en su libro ‘Mein Kampf’. Sin embargo, una vez en el poder, los funcionarios alemanes fueron prácticos. Los turcos, iraníes y árabes no judíos fueron explícitamente eximidos de cualquier discriminación racial oficial en la década de 1930, tras las intervenciones diplomáticas de los gobiernos de Teherán, Ankara y El Cairo. Y durante la guerra, los alemanes actuaron igual al encontrarse con musulmanes en los Balcanes y en la Unión Soviética”, explicó Motadel.

Y la conclusión de Motadel en su libro es la siguiente: “Los intentos de los nazis de usar el Islam en la Segunda Guerra Mundial pueden entenderse como un episodio de la larga historia del empleo estratégico del Islam por parte de las grandes potencias no musulmanas en la era moderna. En comparación con otras campañas para lograr la movilización islámica, la de Alemania fue una de las más cortas y de las más improvisadas. En alcance geográfico e intensidad, no obstante, fue uno de los intentos más enérgicos de politizar e instrumentalizar el Islam de la historia moderna”.

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