El Gobierno español retiró en febrero a los agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional que estaban destinados en la Embajada en Caracas, en Venezuela, desde enero de 2019, según desvelaron fuentes diplomáticas a Vozpópuli. Tanto Interior como Exteriores declinaron confirmar la información.
Por Antonio Rodríguez / vozpopuli.com
Desde la Oficina de Información Diplomática (OID) se recordó a este diario que los despliegues de agentes del GEO constituyen “uno de los pilares de la seguridad” de las representaciones españolas en el exterior y, por lo tanto, “son materia de seguridad nacional”.
La decisión de enviar a los GEO a un país en concreto compete tanto a Exteriores como Interior. “Este Ministerio”, precisó la OID, “no considera conveniente facilitar los datos solicitados y se remite al criterio del Ministerio del Interior”. Desde el departamento de Fernando Grande-Marlaska no se quiso reconocer la vuelta de los policías a preguntas de este periódico.
Las fuentes diplomáticas justifican el regreso de los GEO ante el hecho de que, a principios de este año, se redujo notablemente la tensión política en Venezuela. Como consecuencia de ello, se alivió el cerco organizado por el régimen chavista en torno a la residencia del embajador español, que desde noviembre ocupa el diplomático Juan Fernández Trigo.
Hubo un factor determinante para ello: la salida en octubre del del opositor Leopoldo López de la vivienda oficial donde llevaba más de un año refugiado. Luego en diciembre hubo elecciones parlamentarias, boicoteadas por la oposición, y que llevaron al oficialismo a ocupar la Asamblea Nacional. Tras ello, y en medio de la pandemia del coronavirus, se produjo un escenario de menor virulencia política.
El regreso de los GEO a España
En esas circunstancias, Fernández Trigo pidió a Madrid que los GEO regresasen a España. Así que cuando el encargado de negocios -España rebajó su estatus porque no reconoce los últimos comicios organizados por Maduro- recibió el 5 de marzo en su residencia al magnate próximo a Plus Ultra, Camilo Ibrahim, y otros empresarios afincados en Venezuela, ya no había ningún policía de los grupos especiales.
El primer grupo del GEO llegó a Caracas en enero de 2019 cuando Juan Guaidó fue reconocido por España y otros 60 países como presidente encargado. Luego en abril de ese año llegó la asonada cívico-militar dirigida por la oposición y llevó a Leopoldo López a refugiarse en la embajada española tras unas horas en libertad después de que miembros del SEBIN -el servicio de inteligencia venezolano- le liberasen de su arresto domiciliario.
El entonces embajador español, Jesús Silva, le acogió en su vivienda, donde quedó en situación de “huésped”, y el Gobierno de Pedro Sánchez decidió reforzar a los GEO hasta un máximo de 16 miembros en uno de los relevos. Eso sí, al líder de Voluntad Popular se le impusieron una serie de “limitaciones” a la actividad política ante las quejas de Caracas.
Dichas limitaciones se concretaron básicamente en dos prohibiciones: por un lado, no dar ruedas de prensa más allá de la primera y única tras refugiarse en la embajada. Y por el otro, no celebrar reuniones de tipo político en el interior de la residencia.
Ello no fue impedimento para que López viese unas semanas más tarde a Guaidó y otros dirigentes de la oposición venezolana en la vivienda oficial de Silva ya que estos habían sido invitados por el propio embajador español. Pero aquel encuentro enfadó al Gobierno de Maduro y desde entonces se guardaron las formas.
Lo que sí que pudo hacer López en todo su tiempo de acogida fue comunicarse por Internet o teléfono con quien quiso. No tuvo ninguna limitación o restricción para ello. Así, pudo utilizar los medios informáticos y telefónicos puestos a disposición del embajador.
En 2019, por ejemplo, el Gobierno adquirió una veintena de walkie-talkies de alto nivel de seguridad con sistema de encriptación de la marca Motorola para la embajada española en Caracas. Cada dispositivo de alta gama costó alrededor de 500 euros, IVA incluido, pero de poco servían si el otro interlocutor no tenía uno de estos aparatos.
Pese a estas facilidades, López siempre fue consciente de que sus llamadas telefónicas estaban ‘pinchadas’ por el Gobierno de Maduro. “En Venezuela nadie sabe quién está oyendo cuando uno habla. Lo que es seguro es que hay más de un oyente”, aseguró hace un año a Vozpópuli su padre, el eurodiputado ‘popular’ Leopoldo López.
El acoso de las fuerzas policiales del régimen venezolano consistió durante muchos meses en identificar los vehículos y a las personas que se acercaban a la vivienda oficial, aunque esa vigilancia no impidió que López huyese de Venezuela hace medio año.
Metódico con los horarios, el opositor se ejercitó a diario con los agentes del GEO que estaban destinados en la residencia. Su salida secreta del país desactivó el cerco chavista y los policías españoles enviados de refuerzo pudieron respirar tranquilos. Y al cabo de tres meses, se les ordenó volver a España.