En cada país, hay particularidades que se reflejan en la política y en las circunstancias cambiantes o dinámicas sociales, económicas y políticas y, evidentemente, el marco internacional geo-político siempre en “movimiento”. Visto así, 2021 se nos presenta, a los venezolanos, como una posibilidad real de iniciar un proceso de transición democrática por la vía constitucional y electoral. Evidentemente con un moderado optimismo, sin ilusiones ni precipitaciones, ya que es obvio que se está “lidiando” con un régimen que se va a resistir a abandonar el poder y sin muchos escrúpulos para tratar de retenerlo. Pero la realidad de la crisis ha terminado por “encerrar” al régimen en el dilema de una dictadura castrista, que no veo viable en este tiempo, o una prudente negociación de intereses que les permita evadir o evitar, a la mayoría de ellos, males mayores.
Todos vuelven a hablar de negociación, pero se vuelve a diferir en las “condiciones”. Lo cierto, real y constitucional es la vía electoral, las locales y regionales planteadas y el Referéndum Revocatorio. Pero hay que tomar decisiones “unitarias” en la oposición y pronto. Una estrategia o línea de acción no es “buena o mala” a priori, sino “después”, y siempre con el riesgo de equivocarnos.
Ahora, si bien la política implica una teoría y unos principios es básicamente un “actuar” y en este 2021, a riesgo de equivocarme, me parece que todo indica la conveniencia de “participación electoral” para avanzar en la tan deseada y necesaria superación de la crisis terminal que venimos padeciendo en Venezuela. Ya hay una burguesía de origen chavista, civil y militar, y el dinero no tiene ideología, solo busca “seguridad”. Si algo es real es la economía, y para que vuelva a funcionar exige el acuerdo y la cooperación. Economía y política siempre van unidas y se retroalimentan, y creo que en Venezuela está volviendo a funcionar de manera no polarizada sino complementaria.