Un bombero ha matado este martes a un compañero y ha herido gravemente a un capitán en la estación 81, en Agua Dulce, al norte de Los Ángeles, en California. El hombre, que estaba de día libre, huyó después de abrir fuego en contra de sus compañeros por un motivo que aún es investigado por las autoridades.
Por El País
Algunos bomberos han explicado a la prensa local que el atacante y el fallecido tenían problemas y que esta mañana, minutos antes de las once, la discusión subió de tono hasta convertirse en una tragedia. El oficial resultó herido por varios disparos cuando trató de calmar la discusión entre el atacante y la víctima, un ingeniero de 44 años que llevaba 20 trabajando como bombero. El suceso sacude nuevamente al Estado más poblado de Estados Unidos, que registró hace menos de una semana la matanza de nueve personas en una instalación de transporte público de San José.
Alex Villanueva, el alguacil del condado de Los Ángeles, ha dicho este martes que investigan la muerte del atacante de Agua Dulce. La policía cree que el incendio de una casa a 16 kilómetros de la estación está relacionado con el crimen. El sospechoso huyó de allí en una camioneta hacia su casa, en Acton, para prenderle fuego. En el patio de atrás, los uniformados hallaron el cuerpo de un hombre con heridas de bala. Creen que podría ser el agresor. “No tenemos certeza al 100% de que es el sospechoso porque no pudimos acercarnos pues la casa seguía en llamas”, dijo Brandon Dean, del área de homicidios de la oficina del alcalde de Los Ángeles. Los bomberos no apagaron el fuego por temor a que gases de propano y armamento estuvieran dentro de la propiedad. El incendio provocó una gigantesca columna de humo negro. Posteriormente arrojaron agua cuando el fuego había consumido la propiedad.
El capitán herido se debate entre la vida y la muerte. El hombre, de 54 años, fue trasladado en helicóptero al hospital de Henry Mayo, en Santa Clara, donde fue atendido. “Lo llevamos directamente al quirófano para estabilizarlo. Está en condición crítica. Atendimos todas las heridas que amenazaban su vida y está en proceso de recuperación”, ha dicho un médico de la institución.
“Esta ha sido una de las peores noticias que he recibido nunca”, aseguró esta tarde el jefe de bomberos de Los Ángeles, Daryl Osby. “Siempre hemos lidiado con muchas muertes y muchos oficiales caídos. Siempre he rezado para evitar muertes en la línea del deber. Pero nunca imaginé que de ocurrir ocurrieran así”, añadió en una conferencia de prensa.
California aún intenta sobreponerse de la tragedia del miércoles 26 de mayo, cuando un empleado de la red de tren ligero de la ciudad de San José entró a las instalaciones y mató a nueve de sus compañeros para después quitarse la vida. El gobernador de la entidad, el demócrata Gavin Newsom, se mostró visiblemente molesto y frustrado la tarde de aquel día después de visitar a las familias de las víctimas por el sinsentido de la violencia armada. “¿Qué rayos le sucede a Estados Unidos? ¿Cuándo rayos vamos a deponer las armas? ¿Qué diablos nos sucede?”, exclamó.
El estado tiene unas de las leyes más estrictas sobre la regulación y tenencia de armas. A pesar de esto, la entidad más poblada del país no logra sacudirse la amenaza de la violencia armada. En los últimos 20 años, es la región que más tiradores ha tenido en matanzas públicas, de acuerdo a datos recientemente publicados por la Agencia de Investigaciones Federales (el FBI por sus siglas en inglés). California registró 42 incidentes de atacantes en zonas públicas entre 2000 y 2019, un 50% más que el segundo sitio, que pertenece a Florida (27). En 20 años, el país ha tenido 333 tiroteos, de los cuales 135 fueron clasificados como matanza por tener tres fallecidos o más. Estos sucesos han dejado 2.851 personas muertas.
El ataque del martes no corresponde al de un tiroteo contra la población civil, pero encaja en el perfil de un goteo constante de víctimas mortales que ven dirimidas con armas conflictos y discusiones cotidianas. El gran número de armamento en manos de los estadounidenses también deja un gran número de muertes a manos de la violencia doméstica.