Miembros de una cofradía de Diablos Danzantes de Venezuela, declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en 2012, celebraron su tradicional fiesta de Corpus Christi pidiendo por el fin del COVID-19 en el país y el mundo.
Pequeñas comunidades de la costa central de Venezuela como Naiguatá, ubicada a unos 52 kilómetros al noreste de Caracas, celebran desde los años 1700 la festividad de la iglesia católica que conmemora la presencia de Cristo en el sacramento de la eucaristía o Corpus Christi.
Son grupos de hombres adultos, jóvenes y niños, disfrazados de diablos enmascarados que al final se rinden ante Dios, simbolizando el triunfo del bien sobre el mal, según la Unesco.
Las autoridades han permitido la festividad, a pesar de las medidas de confinamiento, porque los diablos llevan tapabocas debajo de las máscaras y la danza se realiza al aire libre y se mantiene la distancia, dijo Efrén Yriarte, presidente de la Asociación Civil Cofradía Diablos Danzantes de Naiguatá, que reúne a unos 2.500 diablos.
Algunos danzates “pagan promesa para rendirle culto al santísimo sacramento del altar (…) y por el mundo y para que se acabe esta pandemia porque hay demasiados muertos, familiares que murieron que también eran dazantes”, dijo Ervis Rodríguez mientras se alistaba para la festividad en la que algunos llevaban máscaras con figuras de caballos, perros y gatos.
La celebración en Naiguatá se realizó el jueves a lo largo de las principales calles de esa población costera.
“Le pedimos mucho al santísimo sacramento del altar que desaparezca esto en todo el mundo porque esto que estamos viviendo es malo, malo”, dijo Henry González, quien comenzó a los 7 años y lleva más de cinco décadas como diablo danzante.
A pesar de las dificultades derivadas de la pandemia y la crisis económica del país, “hacemos esto para que la tradición no decaiga nunca”, agregó González.
En Venezuela se han registrado más de 238.000 casos de coronavirus y 2.689 fallecidos, según datos oficiales.
Reuters