En la víspera del G7, Joe Biden y Boris Johnson se reunieron por primera vez este jueves, con la determinación de firmar un nuevo pacto atlántico, pero en un contexto complicado por el Brexit y sus consecuencias en Irlanda del Norte.
Este primer viaje internacional del presidente estadounidense busca marcar el “regreso” de Estados Unidos tras el mandato de Donald Trump, destacó Biden a su llegada el miércoles al Reino Unido para una gira europea que lo llevará a la cumbre de las siete grandes economías mundiales y a un encuentro con el presidente ruso Vladimir Putin en Ginebra.
Para marcar la importancia de la relación con su aliado británico, Biden inició su visita por un encuentro con el primer ministro británico en Carbis Bay, ciudad costera del suroeste de Inglaterra donde se celebrará del viernes al domingo el G7.
“Nos alegramos todos mucho de verle”, dijo Johnson al mandatario estadounidense tras un paseo junto a sus respectivas esposas por la costa de Cornualles bajo un tiempo agitado.
Los dos dirigentes debían firmar después una nueva “Carta del Atlántico”, concebida siguiendo el modelo de la acordada por sus predecesores Roosevelt y Churchill hace 80 años, pero teniendo en cuenta nuevas amenazas como los ciberataques y la crisis climática.
El documento tiene como objetivo reafirmar que “aunque el mundo ha cambiado desde 1941, los valores siguen siendo los mismos” en lo que respecta a la defensa de la democracia, la seguridad colectiva y el comercio internacional, según Downing Street.
– No “dar lecciones” –
Sin embargo, las tensiones en torno a Irlanda del Norte a raíz del Brexit amenazaban con empañar el encuentro.
A Biden, muy orgulloso de su ascendencia irlandesa, le desagradan los intentos de Londres de incumplir los compromisos comerciales adquiridos con la Unión Europea en el denominado “protocolo norirlandés”, acordado entre ambas partes en el marco del Acuerdo de Retirada.
Este permite no tener que reimponer una frontera terrestre entre Irlanda del Norte y la vecina República de Irlanda, país miembro de la UE, pero dificulta el envío de mercancías a esa región británica desde el resto del Reino Unido.
El llamado Acuerdo del Viernes Santo de 1998, alcanzado con la participación del expresidente estadounidense Bill Clinton, puso fin a la violencia entre republicanos (mayoritariamente católicos) y unionistas (mayoritariamente protestantes) que durante 30 años de conflicto dejó unos 3.500 muertos en la región.
Durante el G7, Biden le dirá a Johnson que “hay que proteger los progresos (registrados desde el acuerdo)”, según un alto responsable estadounidense. Pero “la idea no es entrar en confrontación ni aparecer como un adversario, no ha venido a dar lecciones”, aseguró.
En privado, sin embargo, la administración Biden se muestra más severa: según el diario The Times, la más alta diplomática estadounidense en Gran Bretaña en este momento, Yael Lempert, acusó a Londres de “avivar” las tensiones en Irlanda del Norte con su actitud.
Por su parte, la Unión Europea, acusada por Londres de “purismo” jurídico y falta de pragmatismo, advirtió en una reunión infructífera el miércoles en Londres que reaccionará con firmeza si no se respetan los compromisos adquiridos.
“El protocolo” de Irlanda del Norte “debe aplicarse en su totalidad”, insistió el jueves la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, asegurando que planteará la cuestión al primer ministro británico en el G7.
– “Democracias unidas” –
Más allá de este desacuerdo, si el estilo populista de Johnson le ha valido comparaciones con Trump, ferviente partidario del Brexit, el conservador británico está mucho más en sintonía con la administración Biden en los grandes temas internacionales, como la crisis climática o los desafíos que plantean China y Rusia.
La semana pasada, Londres apoyó el proyecto de un impuesto de sociedades mínimo mundial para las empresas defendido por Washington.
En la cumbre de los países ricos, la primera que se celebra en persona en dos años y que debe estar dominada por la pandemia, el presidente estadounidense, criticado por su lentitud a la hora de compartir vacunas con el resto del mundo, pondrá sobre la mesa la promesa de que Estados Unidos comprará 500 millones de dosis de la vacuna contra el covid-19 de Pfizer/BioNTech para darlas a otros países, 200 millones de ellas este mismo año.
La otra prioridad el G7 será la lucha contra el cambio climático, muy importante para el Reino Unido que en noviembre organiza la conferencia de la ONU sobre el clima COP26 en la ciudad escocesa de Glasgow.
Tras la cumbre, Biden será recibido el domingo por la reina Isabel II en el castillo de Windsor y luego asistirá a la reunión de la OTAN en Bruselas antes de otra cumbre con la UE.
Su largo viaje a Europa culminará el miércoles en Ginebra en una reunión con Putin.
“Vamos a dejar claro que Estados Unidos ha vuelto y que las democracias del mundo están unidas para afrontar los retos más difíciles”, aseveró Biden nada más aterrizar en el Reino Unido, insistiendo en el mensaje que ha estado repitiendo desde que asumió el cargo hace cinco meses.
AFP