Cristiano Ronaldo rechaza una botella de Coca-Cola durante una rueda de prensa y las acciones de la compañía se desploman. 4.000 millones de dólares de capitalización menos. Es, desde luego, una historia con gancho, un titular ‘clicable’ y con la suficiente credibilidad para convencer a propios y ajenos sin cuestionar en exceso el tema. Al final, se trata de un astro futbolístico cuyo tirón mediático le coloca con frecuencia en lo más alto de las portadas, haga lo que haga.
ADRIANA SANJULIÁN // FORBES
Sin embargo, no es más que la receta básica de la posverdad, esa situación en la que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las apelaciones a las emociones y las creencias personales. Esa es la definición que el prestigioso diccionario británico de Oxford dio en 2016 cuando eligió este término palabra del año. Y aunque suele aplicarse con mayor frecuencia al entorno político, el torrente de titulares que durante horas inundó las redes sociales culpando a Cristiano Ronaldo de la presunta debacle bursátil de Coca-Cola sirve también como ejemplo de que se disfruta más viralizando que tomándose un minuto para analizar la situación.
«Nosotros, los lectores de información, estamos naturalmente programados para aceptar cualquier ‘evidencia’ que respalde nuestros puntos de vista preexistentes -es decir, tenemos un sesgo de confirmación-, y descartar los argumentos opuestos», explica en Forbes USA Nuno Fernandes, catedrático de IESE Business School y autor de The Value Killers. «Este fenómeno afecta a particulares y empresas y tiene el potencial de socavar la democracia«, agrega el también presidente del Consejo de Auditores del Banco de Portugal, que considera que este incidente muestra la importancia de que tanto los líderes empresariales como los ciudadanos practiquen el pensamiento crítico.
¿Qué ocurrió realmente con la acción de Coca-Cola?
Vamos a recapitular lo que se dijo que pasó: Cristiano Ronaldo se sienta para atender a una rueda de prensa en el marco de la celebración de la Eurocopa 2020 y se fija en los dos botellines de Coca-Cola que tiene justo delante. No tarda en apartarlos y en señalar que prefiere beber agua. A penas 20 segundos, sin dar más explicaciones. Consecuencia de su gesto: los títulos de la compañía de bebidas en en picado en la Bolsa de Nueva York.
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