Lady Di cumpliría este 1 de julio 60 años si no fuera porque un fatídico accidente, ocurrido en la madrugada del 21 de agosto, no hubiera segado con su vida. En aquel túnel parisino moría una princesa y nacía una leyenda que sigue viva hasta hoy gracias a la prensa que nutre (persistentemente) a sus devotos sobre detalles no esclarecidos de su farragosa a la vez que fascinante vida. El 1 de julio de 1997, la princesa de Gales celebraba su 36 cumpleaños. Lo que no sabía entonces es que también sería el último.
Por larazon.es
Sabemos todos los detalles de ese día gracias a Tina Brown, periodista, editora y autora de ‘The Diana Chronicles’. La que fue directora de Tatler, Vanity Fair y New Yorker cuenta que ese día Diana despertó rodeada de flores: hasta 90 ramos llegaron a su residencia. Además, su hijo el príncipe Harry llamó a su madre desde la escuela y junto a un compañero de clase le cantó el ‘Cumpleaños feliz’. Esa mañana, Diana de Gales sumaba un año más con un cambio radical en su vida: divorciada de Carlos de Inglaterra, lejos de la Familia Real británica y convertida en todo un icono de estilo. Tal vez por eso eligió el marco de la Tate Gallery para brillar como nadie ese día. La princesa acudía allí como invitada de honor por el centenario del museo. En este evento, Diana eligió un vestido negro, regalo de cumpleaños del diseñador Jacques Azagury. Combinó el look con uno de sus collares favoritos: una gargantilla de esmeraldas y diamantes que había sido de la reina María, abuela de Isabel y que tras el divorcio terminó en el joyero de Diana de Gales. Como era de esperar Lady Di acaparó los flashes del evento. Había 500 personas, pero ella brilló como nadie. Según se ha revelado posteriormente, ese día Diana solo pensaba en su gran amor, el cirujano Hasnat Khan. Aquel 1 de julio, cuando Diana de Gales se disponía a dejar el palacio para ir al Tate, preguntó su criado Pail Burrell: «¿Crees que Hasnat me verá guapa? El final de esa noche sigue siendo un misterio hoy en día.
Dos meses más tarde, en el funeral de la princesa, su hermano Charles Spencer, a la que también asistió, recordaría aquella velada como “una noche en la que no celebró su día especial, con sus amigos, sino cumpliendo su deber como invitada de honor a una gala benéfica para recaudar fondos”. En 2007, Harry y Guillermo unieron fuerzas con el gran Elton John, íntimo la princesa, para organizar un concierto homenaje en el Wembley Arena de Londres con seis horas de música. Este uno de julio todo se advierte distinto. La unión entre los hijos de Diana no está pasando su mejor momento. Todos los ojos están puestos en los actos por el que hubiera sido el sesenta cumpleaños de Diana de Gales. Casi 24 años después de su fallecimiento en un accidente de tráfico en París, su figura y lo que representa para muchas personas sigue siendo inmortal. No hay que olvidar que cerca de 750 millones de personas vieron en todo el mundo cómo Diana entró en la St. Paul’s Cathedral de Londres con aquel vestido icónico de volantes y lazos, con una cola de siete metros y medio y cómo, con 20 años recién cumplidos. Ese público no ha perdido su devoción. Harry de Inglaterra ha puesto rumbo a su país natal para tales fastos, con el recuerdo amargo de su última estancia allí, con motivo de la muerte de Felipe de Edimburgo. Kate Middleton es el comodín de la monarquía para que los dos hermanos estén (al menos de cara a la galería) unidos. A Meghan ni vendrá ni se la espera.