Desde el principio los seres humanos nos hemos sentido naturalmente inclinados hacia lo místico, lo oculto y lo misterioso. Justo por eso suele decirse que, si Dios no existiera, lo crearíamos. Necesitamos de lo espiritual… de lo metafísico, y esa debilidad ha sido explotada innumerables veces por gurús, líderes y gobernantes a lo largo de nuestra historia. Sin ir muy lejos, el mismo Chávez, según nos refiere David Placer en su fascinante libro “Los Brujos de Chávez” daba buena cuenta de las resultas de aprovecharse de la credulidad de sus allegados, a quienes solía embaucar con supuestas posesiones de “Maisanta”.
Entonces, ese espíritu supersticioso que lleva a muchos a creerse seguidores de un líder mesiánico y predestinado a la grandeza, es el mismo que, con la adecuada manipulación, puede desviar la atención de millones de personas, que terminan enfocadas en rituales mágicos, macumbas y hierbas aromáticas, mientras a su alrededor se consuman grotescos actos de corrupción y clientelismo.
Tal es el caso de todo el barullo que se ha formado por la “celebración” del bicentenario de la Batalla de Carabobo*, en cuyo marco encontramos joyas tales como la Resolución N.º 007-2021, de fecha 11 de mayo de 2021, publicada mediante Gaceta Municipal de la misma fecha, bajo el N.º 4583-A, mediante la cual se resolvió ordenar la incorporación “(…) en vinil autoadhesivo o estampado en pintura los elementos presentes en el logo de la celebración de los 200 años de la Batalla de Carabobo, en la cara externa visible de las rejas metálicas protectoras de edificaciones (omissis) de uso institucional, residencial o de vivienda o locales comerciales” de esta forma, varias instituciones gubernamentales prestaron apoyo a “(…) los particulares en la implementación y elaboración para su plena concepción, de las tareas de colocación del logo tanto en rejas, fachadas o laterales de las edificaciones”. Es decir, se les ocurrió maquillar a Caracas.
Pero esa “maquillaíta” que les exigieron a los particulares tiene un truco: resulta que el vinil autoadhesivo y los estampados con el logo que se inventaron no son gratis… los venden ellos mismos. Visto así, es el negocio redondo del capitalismo que tanto critican: Crearon una necesidad artificial, y ofrecieron el producto que las satisface. ¿Qué razón lógica, salvo la fuerza, haría que las personas pagasen por el logo conmemorativo de una batalla librada en pro de una independencia perdida? Al fin y al cabo, estamos ocupados por Cuba y prácticamente todos los enemigos del mundo libre… Sin dudas, alguien engordó sus arcas valiéndose del dichoso logo.
¿Y qué decir del frenesí decorativo desatado en todo el país? Prácticamente no existe un solo paredón en todo el territorio nacional sin alguna composición pictórica u obra plástica referida al tema bicentenario. Y como algunas obras contienen simbología ancestral de nuestras tribus indígenas, y también mucho militarismo mitológico, no faltó quien cayera en la matriz de opinión, posiblemente surgida de los aparatos propagandísticos del régimen, de una supuesta brujería para embobarnos y hacernos (más) sumisos.
Tristemente el grueso de la opinión pública se enfocó en las representaciones de geoglifos indígenas, relacionándolos con rituales de santería y desarrollando una narrativa wagneriana de enfrentamiento apocalíptico entre las fuerzas del bien y las del mal… cuestión que, además del fanatismo religioso, habla de la nula capacidad para distinguir entre la simbología indígena y la afrocubana. Tal paranoia evidencia el profundo desconocimiento de muchos respecto a la religiosidad popular, el sincretismo y los sistemas de creencias animistas… y también crea una cortina de humo que les enceguece respecto al enorme despilfarro de recursos y las incalculables prebendas que están beneficiando a los allegados del régimen.
En lugar de entretenerse en el supuesto ensalme que nos están echando, ¿Alguien se ha preguntado quienes son los proveedores de los miles de litros de pintura utilizados? ¿Quién les vende a las administraciones públicas los uniformes de los trabajadores… las brochas, los rodillos, y las bandejas de pintura? ¿Qué empresa recibió el contrato para construir el nuevo monumento en el campo de Carabobo? ¿Hubo concurso para elegir a los artistas que están pintando los “lienzos de concreto” en todas las ciudades? ¿De quien es la empresa contratada para elaborar los pendones? ¿Quién se encargó de colgarlos en los postes y cuanto cobró? ¿Qué contratista proveyó todo el material POP alegórico al “bicentenario” entre las oficinas públicas? ¿Quién estampó las franelas y a qué precio las vendió?
Pareciera, más bien, que el tema de la Batalla de Carabobo es solo una excusa para saciarle la sequía económica a muchos allegados al régimen, darles de comer y mantenerlos contentos, afianzando el clientelismo y asegurando lealtades de cara a las elecciones del 21 de noviembre de este año 2021. Entonces… mientras saquean los recursos del Estado para beneficio de sus allegados… el grueso de la población solo se preocupa por macumbas imaginarias y rituales mágicos que justifiquen nuestra debacle… triste, pero cierto.
Dios bendiga a Venezuela.
@VJimenezUres